El doctor y profesor Pedro Gargantilla recorre en este artículo todo el año 2020 y la evolución de la pandemia en el curso de los meses, y concluye que no va a ser nada fácil evitar una tercera ola del coronavirus

Pedro Gargantilla, doctor y profesor: No hay dos sin tres
Imagen del coronavirus SARS-COV-2. Foto cedida

El doctor Pedro Gargantilla es profesor de Medicina en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y jefe de Medicina Interna del Hospital de El Escorial (Madrid).

También es autor de una veintena de libros divulgativos como “Historia curiosa de la Medicina” o “Las enfermedades que cambiaron la historia”-

No hay dos sin tres

Doctor Pedro Gargantilla

Llevamos más de nueve meses sumidos en una pesadilla, un mal sueño que ha truncado nuestra felicidad. Nadie, incluso el más agorero, podía prever algo parecido.

Echemos la mirada atrás por unos segundos, aunque nos cueste. Todo empezó a finales del mes de diciembre del 2019, cuando Wuhan (China) se convirtió en el epicentro de un brote de neumonía de etiología desconocida. En pocos días los contagios aumentaron de forma exponencial y se identificó al agente patógeno como un nuevo coronavirus, al que se bautizó como SARS-Cov2.

Primera ola

El 11 de marzo de 2020 -con una rapidez vertiginosa-la Organización Mundial de la Salud decretó el estado de pandemia y en cuestión de semanas las plantas de hospitalización de toda Europa se atestaron de pacientes y las UCI se saturaron con enfermos intubados.

A pesar del trabajo extraordinario de los sanitarios la fractura por estrés no se hizo esperar, las urgencias se colapsaron y aparecieron los primeros problemas de índole ética, siendo necesario priorizar los recursos sanitarios.

Los países del llamado primer mundo no encontraron el consenso necesario para remar en la misma dirección y se dividieron en dos grandes grupos, por una parte, los que defendían el confinamiento como escudo social y, por otra, los que abogaban por la inmunidad de rebaño como única solución capaz de preservar la economía.

Doctor Pedro Gargantilla
El doctor y profesor Pedro Gargantilla/Foto cedida

Las ciudades dibujaron un panorama desolador, de tintes apocalípticos, con morgues improvisadas y calles vacías. Sus habitantes asistían impávidos desde los domicilios a unas cifras inasumibles de muertos, parecía que la primera oleada epidemiológica no iba a tener fin.

Las autoridades científicas tuvieron que rescatar antiguas recetas para hacer frente a la nueva pandemia. Las “M” se convirtieron en nuestro mejor aliado: mascarillas, lavado de manos frecuente, dos metros de distancia de seguridad, minimizar el número de contactos y mantener una correcta ventilación.

Poco a poco el número de contagios se fue reduciendo, fruto de las medidas extraordinarias del confinamiento y llegó el verano.

De la primera oleada aprendimos poco o nada. La desescalada excesivamente rápida, el agotamiento social, la falta de refuerzo en las infraestructuras… un cúmulo de despropósitos nos abocó a una segunda oleada epidemiológica antes de tiempo.

Mientras tanto empezaron a surgir pequeños rayos de sol en el horizonte, nada más que eso, pequeños rayos de sol. Había comenzado la carrera por conseguir la primera vacuna frente a la COVID. En el escenario científico se perfilaban varias candidatas y tres favoritas (Pfizer, Moderna y Oxford).

Mientras tanto, y en plenas vacaciones estivales, los rusos sorprendieron al mundo con la primera vacuna de su sello, la bautizaron con un nombre propagandístico: Sputnik V.

Segunda ola

En el Viejo Continente la segunda oleada trajo consigo un mayor número de muertos que la primera y en España  noviembre se convirtió en el segundo peor mes de la epidemia, tan sólo por detrás de abril, en cuanto a mortalidad se refiere.

A comienzos de diciembre el gobierno británico anunció a bombo y platillo el inicio de su vacunación frente la COVID-19.

Lo hacía en un momento estratégico, en plena recta final del Brexit; de esta forma, Margaret Keenan se convirtió en la primera persona en el mundo en recibir una dosis de la vacuna de Pfizer. Detrás de ella vendrán muchos millones.

Mientras tanto el calendario sigue su paso inexorable hacia el fin de año y la Navidad. Una época en la que el frío invernal nos invita a buscar lugares cerrados, con escasa ventilación, a celebraciones con amigos y compañeros de trabajo, con el máximo número de allegados posibles, a abandonar la timidez, desempolvar las panderetas y entonar un buen villancico –con la emisión de aerosoles que eso conlleva- y, por supuesto, a repartir todo tipo de muestras de cariño entre nuestros seres queridos.

Tercera ola

Si no lo remediamos, la tercera oleada de contagios llegará en las primeras semanas de 2021 antes de conseguir la ansiada inmunidad a través de la vacuna.

Si algo hemos aprendido en estos meses de pandemia es que no debemos bajar la guardia y que no hay que esperar a que la situación epidemiológica sea crítica para tomar medidas enérgicas.

En fin… desgraciadamente, ojalá me equivoque, la crónica de la pandemia no ha terminado. Continuará…