El psicólogo Sergio García Soriano, colaborador en la sección de Psicología de “El Bisturí” durante varios años, analiza en este artículo las parejas homosexuales desde la vertiente de su asistencia a las consultas de esta especialidad

Las parejas homosexuales en consulta. Trabajar la pareja
Representantes de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales con la “bandera bisexual” EFE/Manuel H. de León
  • 9 de septiembre, 2019
  • ANÁLISIS/SERGIO GARCÍA SORIANO

Las parejas homosexuales en consulta. Trabajar la pareja

por Sergio García Soriano

“Ama un solo día y el mundo habrá cambiado” (Robert Browning)

En primer lugar, está de moda hablar sobre “gestionar” dando la impresión de que tenemos unos elementos en juego y tenemos que hacer malabares para equilibrarlos. Sin embargo, tendríamos mas que pensar en “trabajar” la pareja, que no es otra cosa que trabajar nuestra forma de pensar y actuar hacia nuestro “partenaire”, un hecho que se realiza muy bien en la etapa de cortejo o enamoramiento y que se olvida en la siguientes fases dando cabida a crisis y rupturas dolorosas.

Desde el punto de vista de la sociología, es cierto que la unión de personas del mismo sexo, sean matrimonio o no, sí son una novedad con respecto a siglos anteriores donde no proliferaban.

Y si existían, no pretendían la “normalización”. ¿Qué quiere decir este término? Que estas familias quieren relacionarse y convivir en la sociedad con los mismos deberes y derechos. Cuarenta años desde la despenalización de la homosexualidad es muy poco. Todavía queda suspicacia hacia este colectivo que estuvo tipificado dentro del ordenamiento civil en las categorías de “vagos y maleantes”.

parejas homosexuales
Sergio García recoge un premio del Consejo de Psicólogos de Madrid por su colaboración en el programa de radio de “El Bisturí”, de EFEsalud/ Foto facilitada por el psicólogo

La homosexualidad fue sacada del DSM (manual diagnóstico de trastornos mentales) en 1974, donde estaba situado como un trastorno psicológico con pérdida del juicio de realidad, alteración del pensamiento, de las habilidades sociales y vocacionales. Hasta que Thompson destierra esta idea con un estudio en 1973 con 127 hombres y 87 mujeres donde no se aprecia ninguna diferencia psicológica.

Pero ¿a qué nos referimos exactamente con “normalización”? Porque eso quisieron hacerles a los gays… en las “pseudoterapias” de conversión que TODAVÍA hoy tienen cabida en Estados Unidos, España, América Latina… ”normalizarles” era para estos “pseudoterapeutas” hacerles “heterosexuales”.

En la actualidad, les recomiendo la película protagonizada por Nicole Kidman y Rusell Crow “Identidad borrada”, donde se expone esta cuestión y se aborda el tema de “los campos de reconversión para homosexuales”.

El abordaje psicológico nos hace pensar que no existe una estructura de personalidad del homosexual, al igual que no existe una psicología especial en las parejas del mismo sexo. “Vino nuevo en odres viejos”.

Es decir, en pacientes con ansiedad (homosexuales o no), aparece recurrentemente la idea de ser normal. “Yo quiero ser normal como mi primo Carlitos que mira lo que hace…” “Quiero ser normal y casarme como mi amiga Marta que ella si es feliz con un novio de toda la vida…”

“Querer ser normal” puede ser una de las raíces del neuroticismo, una comparación exagerada con los vínculos afectivos del paciente, ¿para qué? Para no aceptarse. Si no lo aceptas, es imposible cambiarlo y aun habiendo aceptado situaciones, hay circunstancias que no pueden variarse en lo referido a “la realidad material”.

Por otro lado, en la psicoterapia enseñamos a diferenciar entre “aceptar” y “resignarse”, matiz que indica si hay o no una verdadera elaboración de la situación planteada.

Por tanto, evaluadores y población general tenemos una tendencia de querer diferenciar entre homosexuales y heterosexuales, porque quizás confundimos “lo normal” con lo mayoritario.

El 14,4 % de hombres no se declaran heterosexuales (6,1 homosexuales) y el 11,1 % de las mujeres no se consideran heterosexuales (0,7 lesbianas).

Por otro lado, cuando los psicólogos no estamos investigando para dilucidar cuestiones sino tratando con pacientes, una manera de estar a favor es no tener en cuenta las diferencias, es dar un trato “normal” a cualquier usuario de nuestra consulta.

Es decir, no llevar nuestro “esquema de pensamiento” al tratamiento y esperar a que hable el sujeto, y ver qué le pasa independientemente de su nivel socioeconómico, orientación sexual, historia familiar… el usuario de la psicoterapia en cada sesión puede ser atendido como una sujeto a descubrir.

Los estudios científicos logran quitarnos prejuicios. Un trabajo del Instituto Williams de la Facultad de Derecho de UCLA concluyó, en 2018, que las parejas masculinas del mismo sexo permanecen juntas más tiempo que las parejas heterosexuales o lesbianas.

Y además, que las parejas de lesbianas tienen dos veces más probabilidades de separarse que las parejas homosexuales masculinas y 1,5 veces más probabilidades que las parejas heterosexuales.

Es decir, que aunque inundan nuestras consultas con los problemas de celos y de infidelidades (al igual que las parejas formadas por hombre y mujer), las parejas homosexuales masculinas permanecen juntas mas tiempo.

No obstante, aunque confirmamos estas afirmaciones con la casuística de las consultas, sí hemos visto que es más frecuente en los homosexuales tener parejas abiertas. Es decir, donde el encuentro sexual no es estrictamente monógamo y se permiten “affaires” en mayor proporción que en las parejas “convencionales”.

Separando en parte sexualidad de afectividad, esta conducta es menos frecuente entre las parejas heterosexuales.

Por otro lado, estudios realizados en Chile sobre este colectivo indican que tienden mas hacia la resolución de conflictos e intentos por llevarse bien; sin embargo, un miembro de la pareja suele ser mas “dependiente” que en las parejas heterosexuales.

Es cierto, que los contenidos que traen a consulta las parejas homosexuales y heterosexuales son a veces desiguales;  unos hablan mas de enfermedades de transmisión sexual (el VIH es un miedo común frente a otras enfermedades estadísticamente más comunes y dramáticas en el colectivo LGTBI) o tienen un mecanismo de control mayor por el “doble armario”, esto sería que cuando existe violencia de género, la víctima, no quiere identificarse como tal frente a las autoridades y además, sus familiares y amigos desconocen que su pareja es del mismo sexo, por lo que el agresor utiliza esta información para el chantaje.

Pero en la estructura de la pareja, en lo que hay detrás del motivo de consulta, hay una base común que permite atender a dos sujetos que tienen dificultades, personas que quieren entenderse, mejorar su vida afectiva y donde la terapéutica para todos es similar: “aprender a trabajar la pareja”.