Los jugos naturales que no se han refrigerado y las carnes de animales silvestres poco cocidas pueden ser receptores del parásito que causa esta enfermedad; hasta hace poco se relacionaba únicamente con la picadura de un insecto y se creía que solo afectaba a los latinoamericanos

El parásito causante de esta enfermedad incurable, el Trypanosoma cruzi, puede estar sobre las frutas que se convierten en jugos sin haber sido previamente lavadas.
También está en las carnes de ciertos animales de caza que no pasan por un proceso industrial y que no son bien cocidos antes de comerse.
De acuerdo con el bioanalista experto en Protozoología de la Universidad Centrooccidental “Lisandro Alvarado” (UCLA) de Venezuela, Luis Traviezo, esta transmisión oral del parásito causante del mal de Chagas es de detección relativamente reciente pues hace menos de una década se confirmaron los primeros casos.
Traviezo ha recordado que fue hace pocos años cuando un brote de Chagas ocurrido en Río de Janeiro entre un grupo de turistas europeos que tomó un jugo de caña activó las investigaciones hacia esta vía.
El parásito se encuentra en las cortezas de las frutas por causa de las deposiciones del mismo insecto que pica a animales y a humanos, el “Rhodnius prolixus”, conocido popularmente en Venezuela como “chipo”, que al sustraer la sangre de algún mamífero procede a defecar su carga de T.cruzi.
Mitos de Chagas
“Esa era una transmisión que había estado descartada desde hace mucho tiempo”, dijo Traviezo a Efe, quien asegura que aún existen “mitos” sobre el Chagas entre los cuales también se cuenta la creencia de que es una afección que solo da a los pobres y que estaba prácticamente erradicada.
La enfermedad de Chagas puede provocar una “muerte súbita” en sus portadores tras años de alimentarse de tejido cardíaco y desgastar poco a poco el corazón.
Tras la infección, la mayoría de los nuevos portadores presenta fiebre elevada y a veces prolongada, un síntoma que a veces pasa inadvertido, sobre todo cuando se trata de casos aislados.
El brote de Río de Janeiro -comenta Traviezo- se debió a que el jugo de caña estaba contaminado por el T.cruzi que a su vez llegó a la bebida después de que los chipos que viven en las cañas fueran “exprimidos”, lo que generó la liberación de las heces contaminadas que tomó un grupo considerable de personas.
Recuerda el especialista que en 2007, 127 alumnos de un colegio del este de Caracas ingirieron jugo de guayaba cargado con el parásito y un niño de seis años murió.
En 2009 más de 50 niños de una escuela de la costa central de Venezuela, en el estado de Vargas, también enfermó por ingerir alimentos contaminados con el T.cruzi y en 2010 se produjo un tercer brote con 15 casos en el oeste de Caracas por la misma causa.
Este especialista señala que quienes se alimentan de carnes poco cocidas o crudas de animales como el venado, el chigüire o carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris), la lapa (caimán) y otros animales silvestres pueden ingerir el parásito que causa este mal.
“Mientras uno se va tragando o masticando la carne, el parásito penetra por las mucosas, pues se les hace más fácil entrar por esa vía al no haber piel”, explica Traviezo.
Aunque esta era una enfermedad poco detectada en Europa, en la última década se ha diagnosticado con más frecuencia, sobre todo en inmigrantes latinoamericanos.
La detección de la enfermedad es importante, fuera de las zonas en las que habita el insecto vector, pues el parásito también se puede transmitir a través de transfusiones sanguíneas o trasplante de órganos, además de la “transplacentaria” o de la madre al hijo.