Ya sea en la adolescencia, en la juventud o en cualquiera de las etapas adultas de las mujeres, incluso durante la vejez, nuestra querencia hacia la amistad y el amor, cuando no a los rescoldos de la compañía, se encamina, aún conociendo gran parte de los obstáculos y peligros, a asomarnos al abismo de las mentes más o menos retorcidas, habitualmente disfrazadas de puesta de sol; un paso crítico que podrá hacernos caer en el precipicio de la soledad no deseada

“Son numerosas las ocasiones en las que las amigas solemos entablar un debate sobre la calidad de hombres y mujeres disponibles para iniciar una relación de amistad o de amor”, expone en un artículo de opinión la doctora Manuela Gómez Pérez, miembro de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética (SEMCC).
Y son cada día más y más numerosas las relaciones que se mantienen con vínculos extraños, por no decir patológicos, en las que seres inteligentes caen, como si de una trampa de arañas para moscas se tratara, sin saber que son víctimas de personajes con personalidades perturbadas, que no pudieron corregir o simplemente decidieron seguir desarrollando ese lado oscuro con el que todos nacemos.
Esas personas generosas, que cultivaron su corazón, su empatía y su humanidad hacia otro ser, son presas fáciles de estos manipuladores y chupópteros emocionales que, como su nombre indica, se lo llevan todo, dejando a su víctima exangüe.
Porque sencillamente les parece más fácil manipular a otros que amarlos tal y como fueron concebidos.
Y es que si bien se dice que ‘en el arte del amor y la guerra todo vale’, no puedo estar más en desacuerdo. De hecho, nos movemos en una sociedad cada vez más desocializada donde la mayor plaga es la ‘Soledad’.
Conectados 24 horas al teléfono, internet y otras redes sociales, y con millón de conocidos por todo el mundo, el ser humano se siente hoy más solo y perdido que nunca.
Analizando la raíz del problema, ese ser humano, nacido de la evolución con capacidad para hacer cualquier cosa que se proponga, pero, sobre todo, concebido para sobrevivir y propagar su genética más valiosa por todo el planeta, también fue educado para buscar al compañero o compañera ideal, a esa media naranja/limón que lo completara… sin darse cuenta de que él es en sí un ser completo y valioso en toda la extensión de la palabra.
Y ocurre, sin embargo, que en la evolución femenina hacia el progreso y el éxito, con su instante más álgido en el nacimiento de los anticonceptivos, marcamos un punto y aparte en las relaciones de pareja, haciendo a la mujer dueña y señora de su propia voluntad y deseos… al menos, en apariencia.
Y esa jaula biológica, en la que antaño mujeres científicas con mentes brillantes se vieron obligadas a satisfacer sus deberes maritales, pues así lo exigían, de repente, desapareció.
Inicialmente el plan era perfecto, pero como en todos los ensayos y obras de la naturaleza todo tiene ventajas e inconvenientes.
Esa mujer ebria de poder, astuta e inteligente, se dio cuenta de que podía desligar el papel que la naturaleza tan firmemente le había otorgado, maternidad y cuidado de su prole, para así desplegar sus alas hacia horizontes que le llevaran a un nivel de satisfacción interior aún mayor si cabe.
Ya no buscamos medias naranjas ni medios limones, ahora algunas desean tenerlo todo; pero… ¿A qué precio?
Locas con la maternidad y sus obligaciones y la progresión hacia el éxito. Y, finalmente, locas y desesperadas porque es imposible dar el 100% en todos los aspectos.
Nuestro nivel de autoexigencia nos hace creer que podemos y nos dejamos la piel en el intento y, por ende, nuestras relaciones.
Y es que esa mujer se olvidó de su corazón, hecho para dar amor y darse por entero, y sin medir; se olvidó que esa conexión cerebro-sexo-corazón es innegociable. Pero sobre todo, se olvidó de ella misma y dejó de cuidarse, abandonándose a la suerte de la biología… y de nuevo, la jaula biológica.
Y transcurren los años. Y con ellos llega la más desgarradora de las realidades, la mayor plaga, la soledad; elegida por much@s tras el bagaje de experiencias que dejaron su corazón anodino y su alma sin la curiosidad innata y la pasión con la tod@s nacimos.
Terminando así, para muchas, su gran historia. Hastiadas y solas, y con la carga enorme de los hijos que ni siquiera pueden compartir.
Pero un día te levantas sin rencores, olvidando lo que te hizo daño y vuelves a fantasear con aquello que te enseñaron de pequeña. Sumergiéndonos en las redes para encontrar la fantasía de la compañía ideal; sin percatarnos, que es esa fantasía, la que nos hace presas fáciles de aquellos manipuladores emocionales… ¿Los recuerdas?
De repente, algo en nuestro interior nos sacude para indicarnos que repetimos un patrón que nos resulta familiar. Y es así como nos revelamos, para refugiarnos en el corazón siempre dispuesto al amor verdadero, el amor a un@ mism@, y al auténtico valor, el de la amistad.
Porque no estamos sol@s, y a lo largo de los años y sin pedir ni medir, fueron subiéndose al vagón de nuestras vidas seres extraordinarios, que, pese a todo, duras y maduras, jamás se bajaron de ella.
Aquellos, que con un simple abrazo te llenan de respeto, de amor y cariño, que siempre están ahí, cercanos o lejanos para enjugar tus lágrimas en la derrota, aplaudirte los éxitos y animarte en las batallas.
Esos te devolvieron la fe en el ser humano. Pero, también, te recuerdan cada día con sus actos que tú eres el ser más importante de tu vida, el único protagonista y que jamás volverás a sentirte sol@”, concluye su artículo de opinión la doctora Gómez Pérez.
El consejo de Manuela: “Tú y solo tú tienes el auténtico poder; el poder de amarte a ti mismo y hacerte feliz. Sonríe cada día, est@s viv@… hoy es un privilegio del que no tod@s pueden disfrutar.
Feliz día a todas y todos, con el corazón herido, descubierto, y armad@s con la espada de la soledad ante los seres errantes y sin escrúpulos que no te dan nada pero que te lo quitan todo”… subraya.
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