Los pacientes de alzhéimer han sido uno de los grupos más perjudicados por la COVID-19. La pérdida de movilidad y otros trastornos psicológicos y cognitivos derivados de la crisis han empeorado sus síntomas. Con motivo del Día Mundial del Alzhéimer, 21 de septiembre, la Fundación Alzhéimer España (FAE) ha impulsado el evento “La enfermedad del Alzhéimer en tiempos de coronavirus”, una jornada online que repasa con algunos expertos cómo han vivido los pacientes y sus familiares la pandemia

Pacientes de alzhéimer, muy golpeados por la COVID-19
EFE/Gero Breloer

En España 1 de cada 6 personas mayores de 65 años (un 16,7 %) y casi un tercio de los mayores de 85 años (27,7 %) padecen alzhéimer.

Estos pacientes pertenecen al grupo de población de mayor riesgo frente al coronavirus porque se encuentran en la franja de edad de los más afectados por la COVID-19.

A esto hay que añadir que las personas con coronavirus que tienen edad avanzada desarrollan un peor pronóstico de la enfermedad, ya que la edad media de fallecimiento son los 83 años.

Además, tienen un enorme riesgo de quedar desatendidos durante la pandemia. El 80 % de ellos dependen de un familiar que, en la mitad de los casos, supera los 65 años.

Con motivo de la conmemoración este 21 de septiembre del Día Mundial del Alzhéimer y ante la crisis sanitaria que estamos viviendo, la Fundación Alzhéimer España (FAE) ha convocado la jornada online “La enfermedad de Alzhéimer en tiempos de coronavirus”.

Una sesión que ha contado con la participación de expertos como Esther Arnanz, directora técnica del Área de Madrid de la FAE; el doctor David Pérez Martínez, jefe del servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y patrono de la FAE; y Andrés Navarro, neuropsicólogo de la FAE.

En ella se abordaron aspectos sanitarios y sociales que están afectando tanto a los pacientes como a las familias que sufren esta patología y que están directamente relacionados con la COVID.

Empeoramiento de la enfermedad

“El confinamiento, las restricciones a la movilidad y los cambios de rutina han impactado en toda la población, pero mucho más a las personas con la Enfermedad de Alzheimer y a sus familias”, ha expresado Esther Arnanz en palabras de la presidenta de la FAE, Micheline Selmès, que no pudo asistir.

Aproximadamente 200.000 familias han dejado de recibir los servicios de cuidados especializados de las asociaciones a causa de la crisis sanitaria.

“Esto ha generado un empeoramiento funcional, a nivel cognitivo y físico, en las personas con alzhéimer, provocando alteraciones conductuales y psicológicas y acelerando el avance de la enfermedad y su deterioro”, apuntó Arnanz.

Fenómenos como la apatía, la agresividad o la agitación son frecuentes en personas que sufren alzhéimer. Sin embargo, el confinamiento provocó la aparición de estos síntomas en personas que aún no los tenían o su empeoramiento en los que sí.

Además, aumentaron los episodios de ansiedad, enfado, irritabilidad, insomnio, estrés e incluso algunos se mostraron más retraídos.

Alzhéimer y coronavirus, mayor riesgo de contagio

El deterioro cognitivo que conlleva el alzhéimer hace que a los pacientes les resulte más difícil entender la enfermedad por coronavirus y adaptarse a ella.

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El Dr. David Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid y patrono de la FAE/Foto cedida por la Fundación Alzhéimer España

El doctor David Pérez Martínez indica que la Enfermedad de Alzhéimer “no conlleva por sí misma un aumento del riesgo de infección por COVID-19”.

Sin embargo, la limitación a la hora de gestionar la información sobre el virus, la menor capacidad para adaptarse a nuevas situaciones y la dificultad para recordar las medidas higiénicas (lavarse las manos, la mascarilla y respetar la distancia social) sí aumenta el riesgo de contagio en estos pacientes.

A esto hay que añadir la dificultad en la detección temprana de la infección porque ellos no reconocen los síntomas y tienen dificultad para expresar lo que sienten.

También pueden presentar síntomas iniciales atípicos como delirio, agitación o confusión que retrasan el diagnóstico.

Algunas investigaciones recientes apuntan que el principal factor de riesgo genético para desarrollar alzhéimer esporádico (ApoE 4) también predispone a desarrollar cuadros de coronavirus más graves y con una mayor mortalidad (independientemente de que el paciente haya desarrollado ya deterioro cognitivo o no).

“Según un estudio que realizamos en el Hospital 12 de Octubre, el 30 % de los pacientes fallecidos por COVID-19 en nuestro hospital en marzo tenían deterioro cognitivo”, indica el neurólogo.

Pacientes y cuidadores, los grandes olvidados

La cancelación de las consultas presenciales, la dificultad para acceder a los centros médicos y la interrupción de los ensayos clínicos en los pacientes de alzhéimer ha repercutido también en sus cuidadores.

Estos han tenido mayores dificultades para manejar los trastornos de conducta asociados al deterioro cognitivo y en muchos casos se han sentido abandonados.

“El paciente con Enfermedad de Alzheimer y su cuidador son las víctimas olvidadas de esta crisis”, afirma el doctor Pérez.

Para el neurólogo “es responsabilidad de todos evitar el olvido de los pacientes crónicos y frágiles como los que sufren esta enfermedad”.

Esther Arnanz ha destacado la incertidumbre que tienen los cuidadores de los pacientes por la vuelta segura a los Centros de Día o la conciliación familiar.

“Desde la FAE les prestamos asesoramiento, consuelo y apoyo telefónico y a través de plataformas online. Necesitamos proporcionarles e intercambiar recursos prácticos y de apoyo emocional en estos difíciles momentos”, sostiene.

En estas circunstancias, Andrés Navarro, neuropsicólogo, recomienda a las familias y cuidadores mantener unas rutinas y crear otras nuevas.

El experto incide en la importancia de respetar las horas de comida y los ciclos de sueño porque ayuda a reducir los estados de confusión y agitación de los enfermos.

“Es muy recomendable que realicen actividades manuales y motoras, ya que ayudan a calmar la irritabilidad y/o agitación y mejoran su bienestar físico y emocional”, aconseja Navarro.

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