Encontrarse a las puertas de la primavera y sus alergias no debe hacer olvidar los riesgos de la época invernal. La bronquiolitis es uno de ellos. Está enfermedad, provocada por un virus que afecta a las vías respiratorias de los menores de dos años, puede presentar síntomas como secreciones o problemas para respirar hasta finales del mes de marzo

Aunque se trata de una enfermedad infecciosa viral que se presenta con mayor fuerza entre noviembre y enero, “se considera que puede alargarse hasta marzo”, afirma Pedro de la Oliva, jefe del servicio de la UCI pediátrica del hospital de La Paz.
Por tanto, todavía existe el riesgo de infección ante una patología originada por diferentes tipos de virus. El más común, conocido como sincitial respiratorio o VRS, aunque puede afectar a niños y adultos, se considera grave en los menores de dos años.
“Daña al bronquio, la vía respiratoria más pequeña, por lo que cuanto menor sea el niño, peor puede ser la enfermedad”, aclara el doctor.
Ello se debe a que, en el caso de los adultos, el virus afecta a las vías respiratorias superiores como nariz o garganta, por lo que se presenta como un catarro. Sin embargo, en el caso de los niños, a un 40% de los menores de dos años les ataca las vías respiratorias inferiores, desde la tráquea hacia abajo, por lo que afecta al pulmón.
Además de la edad como factor de riesgo, también son propensos a padecer bronquiolitis los niños con una enfermedad respiratoria crónica, algunos menores con una cardiopatía congénita y los niños inmunosuprimidos que han recibido un trasplante.
Mi niño tose ¿tiene esta enfermedad?
Tos, secreciones nasales o la sensación de congestión en la zona del pecho son algunos síntomas de esta patología.
“Respiran muy rápido y cuando uno les mira el pecho al inspirar, se les nota las costillas”, destaca Pedro de la Oliva.
Por ello, el experto considera que los padres pueden detectar ciertos síntomas que indican la presencia de la enfermedad:

- Les cuesta respirar.
- Presentan problemas para comer.
- Hacen ruidos al soltar el aire como consecuencia de las secreciones nasales.
- Se encuentran aletargados, sin fuerzas.
- Los labios y las uñas pueden tomar un color azul o gris.
Estas pequeñas señales pueden alertar a los padres para que acudan al pediatra o a urgencias. Una vez bajo control médico, se trabaja facilitar la respiración del menor mediante aspiraciones o lavados nasales, ya que no hay un tratamiento específico.
Al ser una enfermedad autolimitada, que se suele curar en un plazo de diez días, lo importante es el momento en el cual se detecta. “Si un niño llega en el octavo día, sabes que no va a ir a más, pero si está en el segundo, puede ir a peor”, explica el doctor.
La prevención está en nuestras manos
Al afectar tanto a adultos como a niños, la medida preventiva más eficaz es proteger a los menores del contagio.
“Los padres o hermanos acatarrados pueden transmitir el virus al bebe”, afirma.
Compartir la misma casa no ayuda en la prevención, sin embargo, se pueden tomar ciertas medidas para intentar evitarlo como:
- Aislar al menor de las personas resfriadas.
- No dar besos.
- Lavarse las manos después de toser.
- Cambiar las sábanas cada cierto tiempo.
Tener en cuenta que el virus permanece sobre una superficie durante varias horas, también puede ayudar a no bajar la guardia contra la enfermedad y así sumar nuevas medidas preventivas. “El problema está en las manos, es ahí donde llevamos el virus a todos los sitios”, aclara Pedro de la Oliva.
Aunque el experto señala que, hoy en día, es poco probable que una bronquiolitis llegue a ocasionar la muerte, también alerta que puede dar lugar a una situación grave, “en la que se tenga que intubar al menor y mantenerlo con ventilación mecánica”.
Antes de llegar a esta situación, el doctor Pedro de la Oliva confía en la capacidad de los padres para detectar un cambio en la salud de sus hijos. “Ellos saben cuando el niños no está como estaba ayer”, añade.
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