El doctor Santiago Arauz de Robles, jefe de la Unidad de Hombro de la Clínica CEMTRO de Madrid, considera “un abuso” diagnosticar y tratar como síndrome subacromial, patología del hombro también conocida por tendinitis del manguito rotador o del supraespinoso, cualquier dolor persistente que se refleja en la articulación acromioclavicular cuando elevamos el brazo para …
El cajón de sastre del dolor de hombro
26 de septiembre, 2018
Gregorio Del Rosario
El doctor Santiago Arauz de Robles, jefe de la Unidad de Hombro de la Clínica CEMTRO de Madrid, considera “un abuso” diagnosticar y tratar como síndrome subacromial, patología del hombro también conocida por tendinitis del manguito rotador o del supraespinoso, cualquier dolor persistente que se refleja en la articulación acromioclavicular cuando elevamos el brazo para rascarnos la espalda, al recoger el tique del aparcamiento o para marcar un gol en un partido de balonmano.
“A muchos pacientes se les dice en la consulta, bien sea la del médico, del fisioterapeuta o de cualquier otro profesional sanitario, que el dolor que sienten en su hombro obedece a un roce permanente entre un tendón, el supraespinoso, y el acromio (parte ósea más alta y externa del omóplato o escápula)… y que la solución definitiva pasa por una intervención quirúrgica para limar la parte inferior del hueso”, señala el doctor Arauz.
“Este diagnóstico de síndrome subacromial, real en ciertos casos, hay que certificarlo después de un análisis exhaustivo del historial clínico del paciente, de su vida laboral, de sus hábitos de vida y de cuantas pruebas diagnósticas biológicas y de imagen sean necesarias. Solo los casos claros y evidentes indicarán una cirugía de acromioplastia urgente”, argumenta.
El dolor de hombro al mover, elevar y rotar el brazo “no se puede simplificar” guardándolo en un cajón de sastre músculo esquelético para ocultar su verdadera procedencia. “Es más, la fricción entre tendón y hueso no es la causa fundamental por la que llegan a quebrase las fibras tendinosas. Lo desmienten los estudios científicos”.
El dolor de hombro es de origen multifactorial
La articulación del hombro, la que más movimientos desarrolla en el cuerpo humano, está compuesta, a su vez, por cinco articulaciones que hacen trabajar de forma conjunta a cuatro huesos: el húmero, la clavícula, el omóplato y el esternón. Se coordinan, junto a los músculos, tendones y ligamentos, para obtener desplazamientos del brazo en rotación, separación, elevación y flexión del brazo o del propio hombro.
La mayoría de los dolores en el hombro se deben a inflamaciones por bursitis y tendinitis o por desgarros en algún tendón, aunque también por la inestabilidad en la cabeza del hueso del húmero (brazo), que tiende a salirse de la cavidad del hombro, por osteoartritis (daños en el tejido que cubre el extremo óseo) o por alguna fractura en la zona ósea.
Además, no es extraño un dolor que se refleje en el hombro por tumores, infecciones, problemas del sistema nervioso, rigidez articular, calcificaciones e, incluso, dolencias con origen en patologías del omóplato o en las cervicales de la columna vertebral.
Una tendinitis del subraespinoso, síndrome subacromial, extiende su dolor por la parte proximal y lateral del brazo, normalmente tras movimientos de esfuerzo duros y continuados en la zona articular. Un buen ejemplo serían deportes como el tenis, la natación, el balonmano, el golf, el hockey, el baloncesto, o el voleibol… “pero la mayoría de los pacientes no sufren este problema”, apunta.
Desde que el doctor Charles Neer, de Vinita (Oklahoma, EE.UU.), describiera a principios de los años 70 del siglo XX el pinzamiento o impingement entre la parte anterior del acromion y el manguito de los rotadores (tendón supraespinoso) no se ha conseguido, todavía, esclarecer o clasificar la causa de todos los dolores articulares del hombro, “al menos con la precisión requerida”, opina.
“De hecho, la mayoría de estos tendones se rompen por el envejecimiento del individuo, no por el contacto óseo-tendinoso o por traumatismos ocasionados por golpes, caídas, impactos o profesiones que requieran un alto grado de esfuerzo de la zona acromioclavicular. Es falso echarle la culpa a una fricción absolutamente natural“, subraya el traumatólogo de la “Cemtro Team”.
Esquema de un síndrome subacromial. Detalle de una infografía de Prohab Performance.
Si no existe rotura tendinosa, y persiste el dolor en el hombro durante dos o tres semanas, hay que acudir al especialista en traumatología.
“El tratamiento siempre deberá ser conservador, no quirúrgico. Los pacientes mejorarán significativamente con un programa de ejercicios complementario a un buen tratamiento de fisioterapia con el fin de paliar el dolor y las contracturas que suelen acompañar a la patología primaria”, expone el doctor Arauz.
Si el paciente no mejora después de tres meses de combinación de fisioterapia y ejercicios específicos para el hombro (desplazamiento excéntrico del brazo afectado con la ayuda de bandas elásticas), entonces cabe la posibilidad de alguna infiltración medicamentosa. En el peor de los casos, tendría la solución tendría que pasar por una cirugía de hombro.
Un buen ejemplo de “abuso” de acromioplastias podríamos encontrarlo en el estado de Nueva York (EE.UU.) en el periodo 1996-2006, donde la descompresión subacromial artroscópica se incrementó en un 254%. Otro se situaría en Olmsted Country (Minnesota, EE.UU.): de 20 acromioplastias llevadas a cabo en el quinquenio 1980-1985 pasaron a más de 120 en el cuatrienio 2001-2005.
“Si los diferentes tratamientos conservadores no han conseguido el efecto deseado estaríamos a las puertas de una acromioplastia, cirugía quirúrgica o artroscópica para adelgazar el hueso acromion que hasta la fecha no demostrado su total eficacia. Se opera a muchos más pacientes que realmente no lo necesitan. Es un abuso médico basado en un mal diagnóstico de síndrome subacromial en el hombro”, concluye el doctor. Fotografías de D. Talles
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