Lleva 28 años sin aparecer en España y se creía erradicada. Es la difteria, una enfermedad infecciosa contagiada por las vías respiratorias que puede llegar a ser mortal. Un niño gerundense de seis años permanece ingresado en estado grave en la UCI del Hospital Vall d’ Hebrón de Barcelona. Sus padres habían decidido no vacunarle

Claves para entender la difteria y su vuelta 28 años después
Preparación de una vacuna para su administración/EFE/Mario Guzmán
  • 3 de junio, 2015
  • MADRID/EFE/MARÍA MILÁN

La bacteria Corynebacterium diphtheriae es la responsable de que se contraiga la difteria. Esta infección aguda se propaga a través de las gotitas respiratorias, como las que se producen con la tos o los estornudos e incluso las lágrimas de una persona infectada o de alguien que porte la bacteria pero que no tenga ningún síntoma. El contagio se produce exclusivamente entre seres humanos.

Vacunación, una cuestión primordial

La vacunación y prevención son cruciales en esta infección. La vacuna contra la difteria es la triple DTP (difteria/tétanos/tos ferina). El doctor José María Molero, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, ha explicado a EFEsalud  su administración: tres dosis a los dos, cuatro y seis meses; una cuarta a los seis años y un recuerdo a los catorce.

Hace tiempo, se recomendaba su repetición cada diez años, aunque más enfocada al tétanos que a la difteria. Hoy en día esa recomendación se ha eliminado. “El niño que tiene el calendario completo, estaría bien cubierto para el resto del tiempo”, señala Molero y añade que esta es una de las vacunas “contrastadas, elemental y básica que ha evitado la mortalidad de mucha gente”.

Si una persona, en edad adulta, no tiene constancia de que tenga el calendario completo o alberga alguna duda, se le aplican cinco dosis y ya estaría cubierto. Molero apunta que la vacuna cubre cerca del 95% de posibilidades de infectarse.

Síntomas, complicaciones y tratamiento 

Algunos de los síntomas de la difteria no llaman la atención y son comunes a otras infecciones: fiebre, dificultad respiratoria, ronquera, dolor de garganta o inflamación de los ganglios. Sin embargo, otros son más específicos para reconocer la enfermedad: coloración azulada de la piel o secreción acuosa con sangre.

Y en otros casos, directamente ni aparecen señales que adviertan de que existe una irregularidad en el sistema. En cualquier caso, estos aparecen entre uno y siete días después de haber contraído la enfermedad.

Entre sus complicaciones están la obstrucción de las vías respiratorias por una seudomembrana o cubierta de color gris a negro, dura y fibrosa en la garganta; la miocarditis o inflamación del corazón que puede provocar el fallecimiento y la parálisis temporal cuando la infección llega al cerebro y afecta al sistema nervioso.

Entre un 5 y un 10 por ciento de las personas que contraen esta enfermedad pueden fallecer, según el doctor Molero.

Representación digital del corazón humano en una pantalla en el interior de un tórax masculino. efesalud.com
Representación digital del corazón humano. EFE / Ángel Medina G.

Una vez diagnosticada la difteria, se administra la antitoxina con una inyección intramuscular o a través de una vía intravenosa. Después, se aplican antibióticos como la penicilina y la eritromicina. Otros tratamientos son el reposo, monitoreo cardíaco, oxígeno o la reposición de líquidos por vía intravenosa.

Cualquiera que haya estado en contacto con una persona infectada debe recibir una vacuna o un refuerzo contra la difteria, si aún no lo ha recibido. Este es el protocolo que se está siguiendo con las personas que se han relacionado con el menor catalán infectado.

Sin localización geográfica concreta, aunque bastante erradicada 

“En nuestro país, la difteria es una enfermedad erradicada y su reaparición sería excepcional”, refiere la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica en una guía sobre infecciones del tracto respiratorio.

La difteria no tiene una localización geográfica concreta y es poco común en muchas partes del mundo debido a la inmunización generalizada de los niños. Los factores de riesgo para la propagación de la enfermedad son ambientes masificados, higiene deficiente, malas condiciones socioeconómicas y falta de vacunas.

La Unión Soviética fue el escenario de la mayor epidemia del final del siglo XX. El descuido en la administración de la vacuna provocó que en 1994 se documentaran casi 48.000 casos con 1.746 fallecimientos. Una muestra más de la importancia de la prevención y vacunación en la edad infantil. “Los padres tienen que asumir la responsabilidad con su hijo y con la comunidad”, afirma el doctor Molero.