Los expertos del blog “Salud y prevención” informan y aconsejan en un nuevo post sobre el uso y aplicación de los cosméticos, y ofrecen recomendaciones para su correcta utilización

Con la llegada del buen tiempo parece que se presta cada vez más atención al cuidado personal y muchas personas recurren a diferentes productos cosméticos que, en ocasiones, también presentan su ‘cara b’.
Y es que en esta época del año aumentan las consultas de pacientes que dicen haber sufrido alguna reacción alérgica asociada a estos productos, desde un simple picor hasta la aparición de lesiones en la zona de contacto. La mayoría de estos casos no son de alergia, sino que se trata de reacciones irritativas, en ocasiones incluso por el uso inadecuado de los cosméticos.
Los cosméticos son productos con una composición química compleja, que pasan múltiples controles de calidad y de tolerancia humana antes de salir al mercado, pero esto no es óbice para que ciertas personas no toleren bien su uso y sufran reacciones indeseadas, muchas veces debido a las pieles sensibles. Pero es cierto que en algunas ocasiones estas reacciones se producen por un mal uso del producto, bien porque se utiliza caducado, bien porque se ha contaminado, o bien porque se aplica en una zona para la que no está indicado.
“En los casos en los que sí se ha producido una alergia real, las causas pueden ser varias. Una de las más frecuentes es la alergia a parabenos, conservantes muy utilizados hasta los años 90”, reconoce la doctora Lourdes Arochena, del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Posteriormente comenzaron a ser sustituidos por otros más estables, más baratos y con una acción más específica, como los derivados de las isotiazolinonas (metilcloroisotiazolinona y metilisotiazolinona), que aparecen en la composición de los cosméticos como kathon CG.
Estas sustancias son las responsables de una gran mayoría de los casos de alergia de contacto a los cosméticos, añade la doctora Mar Fernández Nieto, alergóloga del mismo hospital madrileño, quien cita que otros conservantes también habituales son los derivados del formol, como el quaternium 15, germall o euxyl.
Además de los conservantes, los cosméticos llevan fragancias en su composición, y éstas también pueden ser causa de reacciones alérgicas.
“Existen numerosas fragancias, y habitualmente encontraremos varias formando parte de un mismo producto”, señala esta doctora. En Europa la normativa contempla la declaración obligatoria de 26 fragancias reconocidas por su poder alergénico. Las principales dentro de éstas son el geraniol y el lyral.
Para poder realizar un diagnóstico certero en estos casos, es fundamental realizar una buena historia clínica, para lo que “a veces se pide al paciente traer todos y cada uno de los cosméticos que haya utilizado en el momento en el que han comenzado a aparecer las lesiones”, según la doctora Arochena, siempre que el propio paciente no tenga claramente identificado el cosmético causante de la reacción adversa.
Pruebas de contacto para identificar el origen del problema
Una vez recopilados todos los datos, se solicitarán unas pruebas de contacto, mediante las cuales es posible en la mayoría de los casos identificar el causante individual de la reacción, si lo hubiera.
“En algunos casos identificamos más de un producto responsable, y en otros las pruebas nos sirven para confirmar que efectivamente no hay sensibilización alérgica a ningún producto concreto y la reacción por la que se consulta es en realidad una reacción irritativa”, señala.
La técnica consiste en colocar sobre la espalda una o varias baterías de alergenos (en función de la historia clínica) que se mantendrán pegados en la espalda durante 48 horas (sin poder despegarlos ni mojar la zona).
Se despegan a las 48 horas y se realiza entonces la primera lectura, y después de nuevo se leen a las 96 horas. Entre estas lecturas ya no hay nada pegado en la espalda, pero se debe seguir evitando mojar la zona. Esta prueba se realiza con baterías estándar, pero también puede hacerse con los cosméticos específicos que aporte el paciente.
“Una vez finalizada la segunda lectura, podremos saber si hay algún componente de los cosméticos que el paciente deba evitar. Como hemos comentado antes, una amplia mayoría de estos casos no son en realidad casos de alergia, sino reacciones irritativas crónicas leves, que acumuladas en el tiempo y mal tratadas pueden dar lugar a lesiones más llamativas”, añade la doctora Fernández Nieto.
Con frecuencia los casos en los que se descarta la alergia son en realidad pacientes con dermatitis atópica del adulto, o rosácea, o en ocasiones incluso pacientes con una alteración de la percepción de la imagen corporal propia. Por todo ello, a la hora de comprar cosméticos ambas doctoras nos proponen tener en cuenta una serie de factores:
– Comprarlo en un lugar con garantías (farmacia, o tiendas acreditadas).
– Comprobar que aporta la composición y datos del fabricante (es aconsejable evitar cosméticos sin etiqueta ni formulación).
– Comprobar la fecha de caducidad.
– Mantener el envase en el lugar adecuado (en cuanto a condiciones de temperatura, humedad y luz)
– Y el último pero no el menos importante: en caso de presentar algún tipo de reacción cutánea que piensen que se puede deber a algún cosmético, consulten con su alergólogo antes de tomar otras medidas.
Pincha aquí para ver todos los post del blog “Salud y Prevención”