En el marco del Día Mundial de la Nutrición, 28 de mayo, la doctora Julia Álvarez Hernández, miembro del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), pone el foco de su análisis para EFEsalud en la desnutrición relacionada con la enfermedad

Desnutrición relacionada con la enfermedad
EFE/LARESSA WATLINGTON
  • 28 de mayo, 2019
  • ANÁLISIS/DRA. JULIA ÁLVAREZ

Desnutrición relacionada con la enfermedad

Dra. Julia Álvarez, miembro del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición

Cada 28 de mayo, coincidiendo con el Día Mundial de la Nutrición, se pone el foco en hábitos alimenticios o en la desnutrición, sobre todo relacionada con la hambruna y sus consecuencias en países subdesarrollados o con el hambre en tiempos de crisis.

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La doctora Julia Álvarez/Foto facilitada por la doctora

Sin embargo, se olvida que la desnutrición relacionada con la enfermedad (DRE) es una situación clínica que puede aparecer tanto en enfermedades agudas como crónicas, en cualquier momento de la evolución de estas.

Por lo tanto, puede afectar a un individuo enfermo a cualquier edad y debe ser prevenida en cualquier ámbito sanitario.

Las causas de la DRE pueden estar relacionadas con la propia enfermedad que produce en ocasiones hiporexia o anorexia (falta de apetito, pérdida de hambre) o con problemas del tubo digestivo que alteran la capacidad de digerir y absorber adecuadamente los nutrientes de los alimentos, sin olvidar que la propia enfermedad también puede aumentar los requerimientos de energía y proteínas del individuo enfermo.

A estas causas, habría que añadir las relacionadas con la organización y necesidades personales y del entorno dentro del ámbito sanitario, cuando el paciente ingresa en un hospital o en un centro socio-sanitario.

En estos casos, las instituciones y los profesionales sanitarios deben velar por evitar los periodos de ayunos innecesarios (ayunas para hacer pruebas que recortan o anulan tomas de alimentos) por estudios, por intervenciones quirúrgicas, en situaciones de máxima gravedad que requieren cuidados críticos etc. Para ello, deben establecer las medidas adecuadas, haciendo uso cuando sea necesario del soporte nutricional especializado, que permitan evitar la desnutrición en los individuos enfermos que no puedan o no deban comer.

La DRE es una patología frecuente en todo el mundo desarrollado. Se estima que en Europa afecta a más de 30 millones de europeos. La mayoría de los estudios muestran una prevalencia de DRE de entre 30-50 % de pacientes.

Estas cifras se incrementan de forma notable con la edad del paciente. La DRE afecta en mayor medida al paciente pluripatológico, mayor de 70 años y hospitalizado. El estudio Predyces en España reveló que la DRE afecta a uno de cada cuatro pacientes ingresados y que casi un 10% se desnutren durante la estancia hospitalaria.

Evitar la DRE es trascendental porque tiene graves consecuencias en la salud y socioeconómicas para los pacientes y para el Sistema Nacional de Salud.

Por ejemplo, la desnutrición deteriora la funcionalidad del individuo enfermo por lo que el paciente se recupera más lentamente de una intervención y presenta más complicaciones.

Además, los pacientes desnutridos presentan mayor número y gravedad de infecciones porque su sistema inmunitario está muy debilitado y se retrasa la consolidación de las fracturas o el cierre de las heridas porque los distintos tejidos son deficitarios.

Todo ello hace que los pacientes desnutridos tengan estancias hospitalarias más prolongadas y que sus cuidados y atención sanitaria sean más costosos al sistema, duplicando los costes de la estancia en el hospital. Esto se une al coste social ligado al deterioro de la calidad de vida de los pacientes y, lo más lamentable, es que puede condicionar la muerte de algunos pacientes.

No obstante, la buena noticia es que en el siglo XXI somos capaces de prevenir y tratar la DRE. Para ser precoces en su detección y tratamiento tenemos que conseguir sensibilizarnos todos: pacientes, profesionales sanitarios e instituciones.

Debemos establecer un sistema de cribado de la desnutrición que complica la enfermedad de base que pueda tener cualquier paciente, ya sea de forma aguda (por ejemplo, tras la intervención por una obstrucción intestinal o tras un ictus o por una hemorragia intracraneal) o de forma crónica (pacientes con cáncer, insuficiencia respiratoria por enfermedad pulmonar obstructiva crónica, etc.).

También los propios pacientes o cuidadores han de estar atentos a posibles pérdidas de peso no intencionadas y comunicárselo a los profesionales sanitarios que les atiendan para que evalúen su situación nutricional. Si el profesional confirma el deterioro del estado nutricional, deberá poner en marcha todas las medidas necesarias, que van desde la modificación de la dieta a una nutrición artificial enteral o parenteral, pasando por el tratamiento con suplementos orales.

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