“Sin ti ya no estaría viviendo”. Es una carta anónima de un paciente a su donante de médula ósea, una de los 22 millones de personas inscritas en el registro internacional. Sol no dudó en ayudar a un enfermo cuando recibió una llamada que marcó su vida. Conoce su experiencia y las claves del trasplante en el Día Internacional del Donante de Médula Ósea

Dona médula, regala vida
Una niña curada de leucemia después de recibir un trasplante de médula. EFE/Ángel Díaz
  • 27 de septiembre, 2013
  • MADRID/EFE/MARINA VALERO

Cada vez hay más donantes de médula en España, y prueba de ello es que han aumentado un 22% en los ocho primeros meses del año: 5.000 más que en 2012, superando las 19.000 personas. Según Gregorio Barrido, jefe del servicio médico de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), “nuestro país está respondiendo a la llamada de la solidaridad”.

Definimos ‘médula ósea’ como la parte del organismo que genera las células sangre: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. ¿Y para qué sirve trasplantarla? El objetivo es “sustituir una médula enferma por una sana”, precisa el doctor Barrido. Ante enfermedades de la sangre como la leucemia o el síndrome del niño burbuja, a menudo es necesario recurrir al siguiente tratamiento médico:

Tipos de trasplantes

El más conocido es el trasplante alogénico o de una persona distinta al paciente. El primer paso es investigar si algún miembro de la familia del enfermo es apto para donarle su médula. “Por las leyes de la genética, hay un 25% de probabilidades. Si la persona no tiene hermanos o no son compatibles, hay que buscar un donante en los registros”, señala el doctor.

Mucho más frecuente es el trasplante autólogo, en el que se extrae la médula del propio paciente antes de aplicar quimioterapia o similar. Representa un 75% de los trasplantes que se hacen y suele destinarse a pacientes oncológicos.

“Los tratamientos de los enfermos de cáncer destruyen las células tumorales, pero las células de la médula ósea son muy sensibles y caen con ellas. Si no guardáramos la médula de rescate, el paciente podría fallecer por infecciones”, completa Barrido.

En busca de células madre

El verdadero nombre de ‘trasplante de médula ósea’ es trasplante de progenitores hemopoyéticos, o lo que es lo mismo: las madres de todas las células. Hay tres sitios en los que podemos encontrarlas:

Imagen cedida por la Universidad Oregon Health & Science
  • Médula ósea → Cuando nos hablan de este tipo de trasplante, lo primero que nos suele venir a la mente es una aguja cerca de la espalda. La punción en la cresta ilíaca, por encima de los glúteos y debajo de los costados, requiere quirófano y anestesia. Esta extracción es la más conocida pero también la menos frecuente.
  • Sangre del cordón umbilical → En él también reside una cantidad importante de células madre.
  • Sangre periférica → A través de la aféresis “te quitan sangre de un brazo y te la meten por el otro brazo” para obtener progenitores hematopoyéticos. “La sangre tiene muy pocas células madre, pero hoy tenemos mecanismos como esta máquina para extraerlas”, apunta el doctor.

“Donar: una de las mejores experiencias de mi vida”

Sol Martín, decidió inscribirse en el Registro Español de Donantes en 2006, cuando su sobrina enfermó de leucemia. “Lo tenía muy claro. Contacté con el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid y al comprobar que cumplía los requisitos no me lo pensé”. Pero el trasplante no llegó a producirse.

“No éramos compatibles. Aunque recibió médula de otro donante, hubo muchas complicaciones”, relata. En ese momento, Sol comprendió la desesperación de muchas familias mientras esperan al donante adecuado. “Fue un episodio muy duro porque no pudo salir adelante, pero todos estamos orgullosos de que al menos tuviera la opción de curarse”.

Varios años más tarde contactaron de nuevo con Sol: había un receptor anónimo que necesitaba progenitores hematopoyéticos. Nuestra protagonista se sometió a la aféresis, el mecanismo para extraer células madre de la sangre.

“El donante es donante durante toda la vida. Puedes inscribirte a los 23 años y que te llamen cuando cumplas 50”, subraya el doctor Barrido.

No hay palabras para describir la sensación de Sol tanto antes como después del trasplante. “Ya solo cuando te llaman para decirte que hay un receptor es muy emocionante, porque piensas que vas a poder ayudar a alguien que quizá tenga la opción de seguir viviendo. Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida”, explica.

¿Cómo puedo ser donante?

Cualquier persona saludable de entre 18 y 55 años puede donar médula. “También se mira que el donante esté lo suficientemente sano como para soportar la extracción”, puntualiza el doctor.

Existen riesgos asociados al procedimiento y a la medicación. “Esto no es una donación de sangre, aunque tenemos mecanismos que hacen el proceso muy seguro”. Si hay extracción de médula ósea es necesario entrar en quirófano y hacer una evaluación anestésica.

¿Qué más debes saber?

  1. Cada país tiene su registro nacional. El registro internacional incluye a todos los países: 22 millones de personas en la actualidad.
  2. Cuando un paciente necesita un trasplante, se activa la búsqueda en función de su diagnóstico y tipaje.
  3. Se contacta con el donante compatible y se comprueba su disponibilidad. Varias pruebas médicas adicionales confirman que es la persona idónea.
  4. Tanto el donante como el receptor nunca desvelan su identidad. No obstante, “algunos pacientes mandan cartas anónimas al donante a través del registro. Por ejemplo, padres que escriben en nombre de sus niños trasplantados”, cuenta el doctor.

“A los que no saben si inscribirse en el registro les diría que donar no supone nada frente a lo que se obtiene: la posibilidad de salvar a una persona”, subraya la donante.

Sol cree que perdemos mucho más tiempo en otras cosas menos importantes. Además, nadie está exento de sufrir una enfermedad que precise trasplante. “Vivimos ajenos a los demás y parece que nos tienen que pasar las cosas para darnos cuenta”, insiste.

Como dice el doctor Barrido, “donar médula es donar vida”. ¿Y tú, te animas?