Fumar me mata
Rodríguez pulsó nueve números en su móvil, alguno repetido, y esperó respuesta con su iphone pegado a la oreja. Miraba por el ventanal de su habitación en el hotel Eurostars. Las nubes cenicientas cubrían la ciudad y los tejados granates contrastaban con el rojiblanco intermitente de las hileras de coches atascados. Lloviznaba.
-Hola cariño, ¿cómo estás?
-Me alegro… ¿y los niños?
-Vaya… dile que la perrita no es un juguete.
-Bueno, he pasado una mala noche, peor que de costumbre… sí, con tos fuerte. Me ahogaba… y me ha costado mucho levantarme. He tenido que sentarme en la cama un buen rato y casi me desplomo en la ducha…
-Solo dos cigarrillos…
-Te lo prometo… en cuanto regrese voy al médico…
-Sale a las veintidós treinta, pero antes de medianoche estoy en casa… no te preocupes… yo también.
Finalizó la llamada. Rodríguez tenía una reunión a mediodía en el centro. Era importante. Se guardó el tabaco en la chaqueta y salió de la “room 1708”. Apenas desayunó. Un café italiano y una berlina de chocolate. Y como disponía de algo de tiempo, decidió dar una vuelta por el vestíbulo.
En una de las salas, vio una aglomeración de personas, muy ajetreadas. Sintió curiosidad y se acercó. Entró en un salón que se llamaba Tokio. Fotógrafos disparando flashes, reporteros de televisión ajustando los trípodes y periodistas leyendo papeles y tomando notas. En una mesa alargada, que presidía la estancia, una mujer y cuatro hombres tomaban asiento.
Era una rueda de prensa sobre la EPOC. Presentaban el encuentro científico “Suma Aire, Respira Vida” organizado por Novartis y que reunía a más de 2.000 profesionales sanitarios en Madrid para debatir sobre los avances en la lucha contra la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica.
Parecía interesante y resolvió quedarse. Esa enfermedad le sonaba de algo, pero no sabía de qué. Buscó una silla pero todas estaban ocupadas. Pegó su espalda a la pared de madera noble del fondo y miró la hora en el iphone. Tenía tiempo. Silenció el tono de las llamadas y se ajustó el nudo de la corbata. Cerraron la puerta de la sala y la única mujer que estaba sentada a la mesa tomó la palabra.
Crónica en EPOC
Valiente y decidida declaró que la SEPAR “promueve y mejora la salud respiratoria de todos los ciudadanos y la calidad asistencial a los enfermos de asma, EPOC, cáncer o apnea del sueño, con los escasos recursos disponibles”.
El rótulo de la mesa indicaba que esa mujer, además de doctora y presidenta de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, se llamaba Pilar de Lucas. También afirmó que esas enfermedades “constituyen la tercera causa de muerte por detrás de los tumores -entre ellos el cáncer de pulmón con 20.000 nuevos casos al año- y las patologías cardiovasculares”.
Rodríguez se cambió la gabardina de mano. Hacía calor… quizá por los focos de la televisión. Carraspeó y volvió a centrarse en la doctora de Lucas.
“La EPOC afecta al 10% de la población española adulta entre los cuarenta y los ochenta años de edad; es decir, 2.200.000 personas afectadas y con unas tasas de infradiagnóstico superiores al 75%”
Rodríguez sacó un pañuelo de tela del bolsillo de la americana y se lo pasó por la frente. Buscó un perchero y enganchó la gabardina con tan mala fortuna que dejó caer un par de abrigos. Los recogió del suelo. Una joven, atenta, que parecía del equipo organizador, le ayudó a colgarlos de nuevo.
La EPOC silente
Los bolígrafos de los periodistas apuntaban datos y más datos: el tratamiento de un paciente con EPOC cuesta al Sistema Nacional de Salud (SNS) entre 1.800 euros y 3.500 lo que supone un recibo cercano a los 27.500 euros anuales por enfermo y una factura total de 3.000 millones, euro arriba, euro abajo.
Rodríguez tenía los ojos algo acuosos y abiertos como platos. Apretaba el pañuelo blanco con el puño. Miró hacia la puerta, que seguía cerrada. Entonces se aflojó el nudo de la corbata. Se tapó la boca con la mano y volvió a carraspear.
El moderador, el doctor Marc Miravitlles, investigador del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona), comenzó entonces a explicar las nuevas aplicaciones de la guía GESEPOC para tabletas y teléfonos inteligentes.
“GESEPOC es un programa de ayuda clínica que incluye algoritmos diagnósticos para que los médicos, por ejemplo, asignen a sus pacientes uno de los dieciséis modelos de tratamiento terapéutico que se deducen de la combinación de cuatro fenotipos y otros tantos grados de afectación”.
A Rodríguez le zumbó el iphone en el interior de la chaqueta. Abrió la aplicación. Era un “WhatsApp” de Lola: “No fumes, un beso. TQ”. Se quedó mirando la pantalla y la foto, del último verano en la playa.
Su abstracción no le permitió prestar suficiente atención a los síntomas de la EPOC que describió el doctor Miratvelles: “El ahogo, la tos y la expectoración varían en función de la hora del día o del periodo del año, sobre todo al levantarnos de la cama por la mañana, cuando nuestro cuerpo se pone en marcha y necesitamos más y mejor aire para funcionar”.
Rodríguez se despabiló y notó que le faltaba el aire. Guardó el pañuelo en el bolsillo del pantalón, sutilmente arrugado, y se desabrochó el botón del cuello de su camisa azulona de rayas. Una chica con gafas negras de pasta se le acercó y le preguntó si le sucedía algo. Le dijo que no. Aún así, la joven le cedió su silla. Rodríguez, agradecido, no pudo rechazarla. Estaba extrañamente cansado.
El rugido de la EPOC
El turno de palabra era para el médico José Luis López Campos, neumólogo del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla), y se mostró contundente en su intervención: “Cuanto antes se diagnostique la enfermedad, antes se podrá iniciar el tratamiento. Implementar la espirometría de manera eficaz, reafirmó, es la única manera de detectar la EPOC y disminuir el infradiagnóstico”.
El médico, de forma sencilla, contó en qué consiste una espirometría, una técnica sanitaria no invasiva: “Soplar en la boquilla de un dispositivo que mide la capacidad pulmonar de las personas”.
El doctor López reiteró que “no es suficiente con que los centros de atención primaria del SNS dispongan de un espirómetro, también es necesario contar con profesionales de enfermería bien formados”
En España se hacen “muchas cosas bien en la prevención de las enfermedades respiratorias” -afirmó- pero es “urgente” marcar el camino a seguir en el diagnóstico precoz de la EPOC porque “estamos dejando que la enfermedad avance sin control y un tratamiento temprano mejora el pronóstico de la enfermedad a corto, medio y largo plazo”.
“espirometría… diagnóstico… control… pronóstico…” se convirtieron en palabras que se subrayaban en las libretas de los periodistas. Rodríguez, más reposado, extrajo el iphone de su americana y leyó un nuevo mensaje: “La peque te da muchos besos y dice que no te olvides de su regalo”. Sonrió y abrió el archivo adjunto, una fotografía de su hija, a la que le faltaban varios dientes, con un yorkshire en los brazos.
Una EPOC, un enfermo
Mientras guardaba la imagen en favoritos, otro médico se adueñó del micrófono por unos minutos. El doctor Bernardino Alcázar Navarrete, neumólogo del Hospital de Alta Resolución de Loja (Granada), recordó a todos los presentes que “la medicina busca el mejor remedio para cada enfermedad y que en la EPOC se está viviendo una revolución en el diagnóstico y en el tratamiento” porque los síntomas se manifiestan de forma diferente en cada paciente:
“El tratamiento contra la EPOC era el mismo para todos los enfermos, independientemente de que el paciente estuviera bien o mal y la enfermedad fuera más o menos grave. Con la guía GESEPOC las recomendaciones terapéuticas y la medicación están adaptadas a la etapa y gravedad de la enfermedad de cada paciente”
El objetivo del tratamiento personalizado está enfocado a establecer tres pilares:
- Mejorar la calidad de vida y el estado de salud del paciente.
- Prevenir riesgos futuros para que los pacientes no sufran recaídas y evitar que avance la enfermedad a largo plazo.
- Disminuir los efectos secundarios que se puedan inferir por los tratamientos.
“Al paciente solo se le dará lo que necesita para que se encuentre mejor, volviendo así a la Medicina helénica o hipocrática que se centra en el individuo diferenciado de los demás”
Investigación, conocimiento e innovación
Rodríguez se abotonó el cuello de su camisa, se ajustó la corbata y se levantó. Descolgó su gabardina y se dirigió hacia la puerta. La abrió y al girarse para echar una última mirada a la sala Tokio se encontró con la sonrisa amable de una mujer sentada en la primera fila. Le devolvió el gesto educado y se marchó. Había aprovechado un nuevo cambio de interlocutor en la conferencia de prensa.
El doctor Jordi Casafont, responsable médico del Área de Respiratorio de Novartis, expuso que “tratar, curar y mejorar la calidad del paciente es un concepto multidisciplinar”, que engloba también el conocimiento y la innovación en la investigación farmacológica.
“Somos capaces de ofrecer broncodilatadores de efecto terapéutico más rápido o broncodilatadores que mejoran la acción curativa durante las 24 horas del día”
Rodríguez salió del ascensor con el equipaje de mano y se dirigió hacia la recepción. Hizo el “checkout” y se despidió con unos buenos días que fue correspondido con un hasta pronto, encantados de atenderle. La puerta giratoria de cristales le llevó casi en volandas al exterior del hotel y una bocanada de aire fresco llenó sus pulmones.
Se acercó resuelto a un puesto de flores y compró un ramo de rosas. Llamó a un taxi con la mano y se subió. Rodríguez le indicó la dirección: “Al aeropuerto”. Por el camino, abrió la ventanilla del pasajero, metió la mano en el bolsillo de su americana y sacó el paquete de tabaco.