Radiografías, pruebas de laboratorio y visitas al médico son hoy en día los métodos de diagnóstico utilizados para tratar las enfermedades. Sin embargo, no siempre fue así. Las pinturas clásicas nos permiten hacer un viaje a través de la evolución de la práctica médica y de las patologías más comunes

Francesco Giamberti fue un ebanista, constructor y músico que trabajó para la familia Medici en el siglo XV. El pintor Piero di Cosimo inmortalizó su rostro después de su fallecimiento en la obra “Retrato de Francesco Giamberti (1482)”.
En este cuadro se distinguen símbolos que representan las profesiones que desempeñó en vida y se exaltan rasgos particulares del rostro de Giamberti que, a simple vista, no dicen mucho pero que para el ojo experto de un médico se convierten en una puerta para conocer la historia clínica del retratado.
Los historiadores de arte se fijaron en un peculiar abultamiento en las venas de las sienes de Giamberti. Hoy sabemos que, lo que podría parecer un capricho estético del pintor, es en realidad la representación exacta de una patología conocida como arteritis de la temporal, una enfermedad que provoca una inflamación de esta artería y que se desarrolla casi exclusivamente en personas con más de cincuenta años de edad.
“En la actualidad, el tratamiento con corticoides suele controlar eficazmente esta condición, pero en tiempos de Francesco Giamberti no existía tratamiento, por lo que debió sufrir intensos dolores de cabeza , fiebre, fatiga, pérdida de peso y una importante afectación visual”, explica el doctor Francisco Doña, profesor asociado a la cátedra de Historia de la Medicina de la Universidad de Cádiz y autor de cuatro blogs dedicados al estudio de la medicina y el arte.
Al analizar un cuadro —comenta Doña— se pueden descubrir determinadas patologías como enfermedades de la piel (que son las más evidentes), enfermedades saludneurológicas o endocrinas.
“Hoy por suerte tenemos un arsenal de diagnóstico impresionante. Con los cuadros muchas veces puedes ver patologías que antiguamente se diagnosticaban solamente con lo que se llamaba el ojo clínico”.
La salud en el arte ha cambiado de acuerdo con el tiempo. Doña afirma que el “boom” de esta relación entre la medicina y la pintura se puede situar en Holanda y los países flamencos, a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, cuando aparecen las famosas lecciones de anatomía. Estas lecciones tenían como finalidad dejar una constancia gráfica de las reuniones del gremio de cirujanos y de sus avances más importantes.
“Parece ser que en el siglo XVII hubo una epidemia de lo que se llama mal de amores. La burguesía de la época solía tener en sus casas cuadros de pintores holandeses en los que se veía a un médico visitando a una paciente de aspecto decaído y lánguido, al parecer causado por el amor”, explica el profesor.
En el siglo XIX los pintores se convierten en reporteros gráficos, principalmente en Estados Unidos y en Europa. También aparecen las representaciones de las enfermedades predominantes, como la tuberculosis, y por ello muchos autores se dedicaron a representarla de distintas formas.
En general, la salud y la medicina se han representado en la pintura desde distintas ópticas: enfermedades y patologías, prácticas médicas, retratos de médicos e hitos importantes en la actividad médica como la aplicación de vacunas o los primeros procedimientos quirúrgicos.