La autoexigencia, disciplina y perfeccionismo que se imponen muchos músicos, que les lleva a estar hasta ocho horas diarias tocando un instrumento, puede derivar en algún problema físico y lesiones entre un 70 y un 80 por ciento de los casos

Lesiones musculo-esqueléticas, en las cuerdas vocales, alergia al material del que está hecho el instrumento, hipertensión ocular o sordera son algunos de los problemas más frecuentes entre los músicos que acuden a la Unidad de Medicina de la Música y las Artes Escénicas del Hospital de Manises (Valencia), la única en un hospital público que hay en España.
Así lo ha asegura a EFE Pilar Román, jefe de servicio de Rehabilitación y coordinadora de esta Unidad que se puso en marcha tras constatar que muchos pacientes que llegaban a rehabilitación con un dolor músculo-esquelético tenía alguna actividad musical, “eran profesionales, aficionados o iban a algún conservatorio”.
El próximo mes de abril la Unidad cumplirá dos años de vida y durante todo este tiempo han sido tratados cerca de 300 músicos, entre ellos algunos menores de edad, personas que, según Román, se imponen tal exigencia y disciplina que pueden llegar incluso a estar durante todo el año tocando.
“La gran mayoría dedica en torno a cuatro o cinco horas diarias a la música, pero algunos hasta siete u ocho. Es sorprendente”, afirma Román, quien confiesa que aunque se ha dedicado muchos años a la rehabilitación deportiva, “es muy raro que un deportista, salvo que sea de élite, dedique tantas horas al deporte”.
Este es el caso de Miguel Ángel Balaguer, de 45 años, que empezó a tocar la viola cuando tenía 10 y en la actualidad es solista de la Orquesta de Valencia en el Palau de la Música. “Toco al día una media de tres horas y media y un máximo de entre siete y ocho horas”, asegura..
Balaguer explica a EFE que la viola, algo más grande y pesada que un violín y a la que considera el instrumento “menos ergonómico del mundo”, le hace mantener una postura de brazos y cuello que afecta especialmente a la zona cervical y hace 13 años le diagnosticaron dos hernias cervicales.
“Aguanté el dolor como pude para evitar la operación, pero las hernias estaban tocando la médula y tuve que ser intervenido porque corría el riesgo de sufrir algún tipo de invalidez”, explica el músico, quien añade que tras estar cuatro o cinco años bien “hace año y medio volvió el dolor” y decidió tratarse en la Unidad del Hospital de Manises.
“Hay días que el dolor no te permite hacer prácticamente nada y los paso a base de medicamentos”, asegura el músico, quien reconoce que la posibilidad de ver peligrar alguna vez su profesión ha pasado “muchísimas veces” por su cabeza.
Mientras los guitarristas pueden sufrir lesiones de muñecas, dedos u hombro, en los violinistas y violistas suelen ser problemas cervicales por la postura que adoptan o en la mandíbula, y en los que tocan instrumentos de viento suelen ser trastornos temporomandibulares.
Román explica que cuando montó la unidad equiparaba al músico con un deportista, pero matiza que mientras los segundos acuden al especialista en cuanto tienen un dolor, los músicos lo hacen con “lesiones de años y muy cronificadas. No vienen por el dolor, sino porque ha disminuido el rendimiento musical”.
“Se ha visto que en las lesiones crónicas, si el abordaje es solo a nivel físico el paciente recae con mucha regularidad”, señala Román, quien explica que aunque la mayoría de pacientes están en el tramo medio de edad, también han atendido a menores, algunos de 10 años, que suelen acudir con dolores cervicales por la postura que adoptan al tocar un instrumento.