El maltrato al anciano se ha convertido en un problema invisible, convivimos con él pero no lo queremos ver. Se estima que una de cada 10 personas mayores ha sufrido malos tratos en el último mes, pero son muchas las voces sanitarias, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS) que apunta a que esta tasa de prevalencia está subestimada

Pero, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a este problema?
De acuerdo con la OMS, el maltrato a las personas mayores es “un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza”.
Este tipo de violencia, indica la organización para la salud de Naciones Unidas, constituye una violación de los derechos humanos e incluye el maltrato físico, sexual, psicológico o emocional; la violencia por razones económicas o materiales; el abandono; la negligencia; y el menoscabo grave de dignidad y la falta de respeto.
EFEsalud ha hablado con Jorge Cubillana, responsable nacional del proyecto de Cruz Roja “Buen trato a las personas mayores” y con el doctor Francisco Javier Alonso Moreno de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), para saber qué sucede concretamente en España.
Edadismo: una problemática de primera magnitud
En opinión de Cubillana lo primero que habría que tener claro es que las personas mayores no son son un colectivo homogéneo y cuando hablamos de sus problemas, los menos vienen asociados a sus muchos años.
En su opinión, la problemática que sufren en comparación con otras franjas de edad se vincula a cómo la sociedad interacciona con ellos.
“La soledad, el aislamiento, el trato inadecuado o el abuso, la falta de autonomía personal, componen el grueso de los problemas”.
“Uno de los factores que hace importante que socialmente incidamos en la reducción del maltrato al anciano es que en gran medida es una problema invisibilizado”.
“El hecho de que parte de esos abusos y/o negligencias se den en un contexto domiciliario hace que no lo veamos, pero también que no lo miremos”.
“La infantilización, el trato desigual por el hecho de ser mayor, la falta de respeto. Todo ese tipo de daños que a lo mejor no son tan evidentes como un bofetón, pasan inadvertidos”.
A su juicio, igual que no podemos hablar de violencia de género sin hablar de machismo, no podemos hablar de mayores sin hablar de edadismo (discriminación y actitud negativa antes los mayores) .
El edadismo es “una problemática social, de primera magnitud, global”.
Desde hace dos años Cruz Roja desarrolla una estrategia global basada en la sensibilización para que la población, en general, tome conciencia del problema y de la importancia de poner en marcha dinámicas y comportamientos de buen trato.

Cruz Roja va a lanzar una campaña para concienciar sobre determinadas conductas que “de manera involuntaria e inconsciente, la gente piensa que lo hace bien y lo hace mal, y cómo sus actitudes inciden en la calidad de vida de las personas de más edad”.
Para esta organización, la prioridad es la protección a los más vulnerables: son los mayores que viven aislados o en aislamiento, que tienen un principio de deterioro cognitivo, problemas de autonomía personal o conflictos en el domicilio.
Cuando se habla de maltrato al anciano, refiere, se habla de todo el espectro, desde el abuso físico más intenso a una estafa telefónica o a un síndrome como el de la abuela esclava.
En la estrategia de Cruz Roja se incluye una parte de información y capacitación del mayor que sufre maltrato para que tengan las competencias suficientes que les permitan salir de la situación y recuperar su calidad de vida.
Defienden asimismo un trabajo coordinado con fiscalía, servicios sociales y fuerzas de seguridad para poder “actuar de forma fluída, juntos y rápido, y con el menor perjuicio hacia el anciano”.
Considera además este responsable que socialmente nos movemos en una dirección cada vez más individualista, más solitaria que agudiza este tipo de problemas.
“ Y a la gente, a lo mejor, tenemos que empezar a pedirle en primer lugar reflexión, pensar si quiere ser parte del problema o de la solución”.
Lo importante “es reflexionar y actuar, comportarnos de otra manera y participar para que los que tienen más años sean ciudadanos de primera categoría, simplemente lo que se pide es que se les trate como a cualquier otra persona”.
Pocos datos y un estudio en marcha
Para el doctor Alonso Moreno se trata de un tema que era menos conocido por los médicos, “que nos hemos centrado más en problemas de género y de maltrato a niños”.
“Pero sí es cierto que existe ahora mayor preocupación, aunque no hay todavía muchos estudios que aclaren la prevalencia”.
En Semergen es un tema que preocupa y de ahí el estudio que acaba de iniciar esta sociedad para conocer el maltrato al anciano que vive en su domicilio con un cuidador.
Generalmente, en la consulta de Atención Primaria “lo que se percibe es más maltrato de tipo psicológico, por negligencia o abandono, falta de higiene, o descuido en el tratamiento farmacológico”.

Refiere el especialista que también se puede detectar como el anciano no se siente correspondido ni apoyado por sus cuidadores, que a su vez ven también que su vida cambia mucho al no tener tiempo para ellos.
“No conocemos muy bien la prevalencia del problema. Hay trabajos publicados que señalan que entre un 10 o 15% por ciento de los mayores sufren maltrato, pero los estudios se han hecho con personas ingresadas en residencias y o hospitales”.
“También es verdad que las personas ingresadas en residencias tienen más dependencia de deterioro cognitivo, y son factores que pueden influir en el maltrato”.
Esta es una de las razones por las que Semergen se ha planteado la necesidad de conocer los daños que sufren o puedan sufrir los que viven en sus domicilios con el fin de poder detectarlo mejor cuando acuden a consulta.
“Los médicos de familia percibimos muchas veces que el cuidador está claudicando, que quizás esa persona no está recibiendo todos los cuidados necesarios, unas veces por falta de formación y otras por falta de tiempo, o por negligencia… y a nivel emocional podemos ver que quizás sí se sienten menospreciados”.
Con este estudio, ahora en fase de recogida de datos, Semergen pretende asimismo conocer el grado de dependencia de los mayores que acuden a los centros de salud.
También cómo perciben su salud, y sobre todo, detectar esos factores que pueden influir más en el maltrato para en lo posible poder actuar sobre ellos.
Miedo a confesar que es víctima de maltrato
En el último documento publicado por la OMS en junio de este año, se afirma que se prevé un aumento del problema por el envejecimiento de la población en muchos países:
Los mayores de 60 años se duplicará, de 900 millones en 2015 a unos 2000 millones en 2050.
Según la organización solo se notifica 1 de cada 24 casos de maltrato a personas de más edad, en parte porque los afectados suelen tener miedo de informar a sus familiares y amigos o a las autoridades.
Aunque los datos rigurosos son escasos, la OMS indica que un estudio ha aportado estimaciones de la prevalencia de los tipos más frecuentes de maltrato en países de ingresos elevados o medios:
- Maltrato físico: entre 0,2 y 4,9%
- Abuso sexual: entre 0,04 y 0,82%
- Maltrato psicológico: entre 0,7 y 6,3%
- Abuso económico: entre 1,0 y 9,2%;
- Desatención: entre 0,2 y 5,5%.
También destaca que los datos sobre el alcance del problema en establecimientos institucionales como hospitales, hogares de ancianos y otros centros asistenciales de largo plazo son escasos.
Sin embargo, en una encuesta realizada al personal de hogares de ancianos en Estados Unidos se apunta la posibilidad de que las tasas sean elevadas:
- Un 36% había presenciado al menos un incidente de maltrato físico contra un paciente de edad avanzada en el año precedente
- Un 10% había cometido al menos un acto de maltrato físico contra un paciente de edad avanzada
- Un 40% admitió haber maltratado psicológicamente
Más escasos todavía son los datos sobre el maltrato de las personas mayores en establecimientos institucionales de los países en desarrollo.
En tales establecimientos, asegura la OMS, “se cometen actos abusivos como maniatar a los pacientes, atentar contra su dignidad (por ejemplo, al no cambiarles la ropa sucia) e impedirles que tomen sus propias decisiones en los asuntos de la vida cotidiana”.
El maltrato al anciano puede conllevar lesiones físicas –desde rasguños y moratones menores a fracturas óseas y lesiones craneales que pueden provocar discapacidades– y secuelas psicológicas graves, a veces de larga duración, en particular depresión y ansiedad.
Las consecuencias del maltrato al anciano pueden ser especialmente graves porque sus huesos pueden ser más frágiles y la convalecencia más larga.
Incluso lesiones relativamente menores pueden provocar daños graves y permanentes, o la muerte.
Maltrato al anciano: factores de riesgo
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los factores de riesgo que pueden incrementar la posibilidad de que una persona mayor sufra malos tratos se sitúan en el ámbito individual, relacional, comunitario y sociocultural.
Entre los riesgos del ámbito individual se incluyen la mala salud física y mental de la víctima y los trastornos mentales y abuso del alcohol y las sustancias psicotrópicas en el caso del agresor.
Entre otros factores individuales que pueden incrementar el riesgo están el sexo de la víctima y el hecho de compartir vivienda.

Si bien los varones de edad avanzada corren el mismo riesgo que las mujeres, en algunas culturas en las que las mujeres tienen una condición social inferior, éstas tienen mayor riesgo de negligencia y abuso económico (como apoderarse de sus propiedades) cuando enviudan.
Las mujeres pueden también correr un mayor riesgo de sufrir formas más persistentes y graves de malos tratos y lesiones.
Entre los llamados relacionales, la organización para la salud de Naciones Unidas indica que compartir la vivienda es un factor de riesgo.
“Está por determinar aún si son los cónyuges o los hijos adultos quienes más probabilidades tienen de perpetrar los malos tratos”.
También advierte que cuando el agresor depende de la persona mayor (a menudo económicamente) es mayor el peligro.
En algunos casos, si hay antecedentes de relaciones familiares disfuncionales la situación puede empeorar debido al estrés cuando aumenta la dependencia del anciano.
Finalmente, con la incorporación de las mujeres al mundo laboral y la reducción del tiempo que tienen disponible, atender a los parientes mayores puede pasar a ser una carga más pesada que incrementa la posibilidad de maltrato.
Sobre los comunitarios observa que el aislamiento social de los cuidadores y de las personas mayores, y la consiguiente falta de apoyo social, es un importante factor.
Muchas personas mayores están aisladas por la pérdida de capacidades físicas o mentales, o por la pérdida de amigos y familiares.
Entre los riesgos Socioculturales, la OMS incluye los siguientes:
- La representación de las personas mayores como frágiles, débiles y dependientes.
- El debilitamiento de los vínculos entre las generaciones de una misma familia.
- Los sistemas sucesorios y de derechos de tierras, que afectan a la distribución del poder y de los bienes materiales en las familias.
- La migración de las parejas jóvenes, que dejan a los padres ancianos solos en sociedades en las que tradicionalmente los hijos se han ocupado de cuidar a las personas mayores.
- La falta de fondos para pagar los cuidados.
En los establecimientos institucionales, es más probable que se produzca maltrato si:
- Los niveles de la atención sanitaria, los servicios sociales y los centros asistenciales para las personas mayores no son adecuados.
- El personal está mal formado y remunerado, y soporta una carga de trabajo excesiva;
- El entorno físico es deficiente.
- Las normas favorecen más los intereses del centro institucional que los de los residentes.
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