Las mujeres infectadas por VIH son cada vez más jóvenes, siendo las relaciones sexuales heterosexuales la forma de transmisión más frecuente. ¿Qué está fallando? ¿Cómo podemos evitarlo? Cristina Quiles, portadora del virus, y la doctora Pilar Miralles nos hablan sobre mujeres y VIH, prevención, maternidad y la importancia del cuidado emocional

La asociación de infectados y afectados por el VIH/SIDA en Madrid, Apoyo Positivo, con la colaboración de la compañía biofarmacéutica AbbVie, ha celebrado recientemente en Málaga la VIII edición de las Jornadas EvhA, sobre mujer y VIH. Los principales temas abordados han sido el cuidado emocional de la mujer con VIH y su salud reproductiva.
EFEsalud ha hablado con Cristina Quiles, portadora del VIH y voluntaria en Apoyo Positivo, y con la doctora Pilar Miralles, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
A Cristina le diagnosticaron VIH cuando tenía 22 años. El médico le dio una semana de vida, pero hoy con 44 años cuenta orgullosa su lucha personal, que no ha sido fácil, pues como ella misma relata le costó cinco años aceptar que era portadora del VIH.

“Hoy hablamos de una enfermedad crónica con una medicación estupenda, yo estoy muy contenta. Hace 20 años te morías”, explica.
Quiles, desde su experiencia como portadora del VIH y como voluntaria de Apoyo Positivo, subraya que la prueba del VIH debería ser obligatoria para todo el mundo y rutinaria en los centros de salud, “porque es calidad de vida”.
Señala también el problema de tener el virus y desconocerlo, pues no sólo implica que puedas transmitirlo a otras personas, sino que facilitas que la enfermedad se haga más resistente en el cuerpo.
La carga social del VIH
“Muchas veces pesa más la palabra VIH que la propia enfermedad porque hoy en día las personas positivas vivimos muy bien gracias a los avances médicos y llevamos una vida normal”, afirma Cristina.
La protagonista señala que el problema muchas veces reside en el estigma social, “que es el que pesa, el que duele y el que te mina”.
La voluntaria de Apoyo Positivo ha sufrido un despido y que no la atiendan en una clínica dental por ser portadora de VIH. Hoy día ha superado la carga social que la enfermedad implica, pero insiste en la importancia de eliminar el estigma sobre todo de cara a las personas recién diagnosticadas, pues el rechazo experimentado puede “hundirles psicológicamente”.
Pensar que el VIH puede transmitirse con un beso o un abrazo no es más que producto de la ignorancia y el prejuicio hacia la enfermedad. Para abordarlo con el entorno, Quiles apunta que “hay que sentarse y explicar que el VIH es una enfermedad crónica, controlada, que se lleva una vida normal, tener relaciones sexuales, ser madre” -explica- “yo creo que sentándose a hablar, dando una información buena y sobre todo siendo natural las cosas llegan a buen puerto”.
“Como se habla de fútbol, por qué no hablar de VIH”, señala Cristina.
VIH y juventud
Conocer a fondo las enfermedades de transmisión sexual para poder protegerse ante ellas debería ser un reto más que superado en el siglo XXI. Pero lo cierto es que muchos jóvenes desconocen la realidad de estas enfermedades, siendo un perfil de riesgo para su transmisión.
Según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, actualmente en nuestro país las mujeres representan el 15% de las nuevas infecciones por el VIH diagnosticadas, y cada vez son más jóvenes.
Tanto para Cristina como para la doctora Miralles, se trata de datos preocupantes. La doctora señala que, además de la edad joven resulta alarmante que de forma casi sistemática, “la vía de transmisión de la infección sea las relaciones sexuales heterosexuales”, pues para ella es sinónimo de que algo está fallando.
Para Cristina el mensaje a los jóvenes está claro: preservativo. “Es la barrera más eficaz hoy en día y hay que llevarlo siempre en el bolsillo”.

Además, señala el peligro de que muchas mujeres jóvenes no negocien el uso del preservativo y acepten mantener relaciones sexuales sin precaución, subrayando que “la mujer también tiene que defender su salud”.
Y para los recién diagnosticados, la voluntaria de Apoyo Positivo declara que las puertas de la asociación están abiertas para todo el mundo, lanzando un mensaje directo en el que aconseja que “no se hundan, que pidan ayuda, que no se encierren en su casa”. “Las personas con VIH hacemos lo mismo: comemos, dormimos, bailamos… la vida sigue”, apunta.
Cuidado emocional y materinidad
La doctora indica que en el caso de las mujeres en relación a la infección con VIH, “las necesidades médicas y generales son distintas en función de las diferentes etapas de la vida”. Pone como ejemplo una mujer joven con deseo gestacional, pues “plantea una serie de problemas que no plantean los hombres”. Igual sucede en posteriores etapas, como el envejecimiento o la menopausia.
La asistencia psicológica es fundamental. Según la especialista, el punto clave del cuidado emocional está “cuando se produce el diagnóstico porque es un momento de bastante desconcierto todavía hoy y en el que la persona tiene una serie de incertidumbres” en relación a su vida y su futuro. Y, en el caso de la mujer, también es importante el apoyo en otras etapas como el periodo de gestación.
¿Una mujer portadora del VIH puede ser madre? “Como idea general, las mujeres con infección por VIH pueden ser mamás observando una serie de medidas para minimizar los riesgos de transmisión al bebé”, señala la experta.

Es el caso de Cristina, que ya ha comenzado un tratamiento y espera que en agosto le digan que está embarazada.
La doctora explica que “cualquier mujer antes de quedarse embarazada es conveniente que haga un análisis de VIH si no sabe si está contagiada“.
Y si la mujer ya sabe que es positiva, “mejor un embarazo planificado porque disminuye más el riesgo”.
La transmision durante el embarazo y parto ha disminuido considerablemente a menos del 1% con la administración de terapia antirretroviral y medidas de profilaxis.
Según explica la especialista, una mujer portadora del VIH “deberá tener un embarazo controlado desde el punto de vista de su infección, esto significa tener un control biológico y una carga viral indetectable, un tratamiento antirretroviral que se adecuará al embarazo, y posteriormente el parto podrá ser por cesárea o incluso por vía vaginal, en función del control biológico”.
Después del parto, hay que tomar algunas precauciones como la lactancia, que no se podrá llevar a cabo. Además, el bebé recibirá por un tiempo corto un tratamiento antirretroviral para consolidar aun más esa escasa o pequeña transmisión que pueda haber. Planificación, control y medidas preventivas que hacen posible que el sueño de muchas mujeres como Cristina pueda hacerse realidad.
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