La sanidad privada ha atendido a uno de cada cuatro pacientes afectados por la covid en España, según fuentes de este sector sanitario. El presidente de la Fundación IDIS, el doctor Juan Abarca, hace balance del trabajo realizado en este año de pandemia

¿Qué papel ha desarrollado la sanidad privada en España contra la pandemia?
La contribución de la sanidad de titularidad privada a la solución de esta pandemia ha sido y continúa siendo clave, no solo desde el punto de vista asistencial sino desde el gran angular del emprendimiento privado en Sanidad.
Desde la vacuna al medicamento pasando por la tecnología y los servicios y terminando en la cuestión asistencial y de aseguramiento, todo el sector, se ha puesto manos a la obra desde el inicio para aportar cada cual lo mejor de sí mismo.
Sin la anuencia y contribución de todo el espectro sanitario privado las consecuencias a todos los niveles hubieran sido mucho más graves e impredecibles en morbilidad, mortalidad y empobrecimiento económico y social.
Dejando atrás el pasado, pero teniendo muy presente su recuerdo y enseñanzas, hoy por hoy, la sanidad de titularidad privada en su conjunto continúa aportando toda su esencia y potencial en pos de un objetivo común: derrotar al virus, salvar vidas, cuidar a pacientes y familiares y por supuesto proteger a quienes nos protegen y nos cuidan.
¿Se ha podido hacer más desde la sanidad privada?

La pandemia ha puesto al límite al sistema sanitario en su conjunto y en los hospitales se han vivido situaciones de estrés asistencial muy importantes; el número de ingresos y de ocupaciones en unidades de cuidados intensivos ha sido muy elevado, especialmente coincidiendo con el pico de las diferentes oleadas.
Los profesionales continúan realizando un esfuerzo titánico, muy por encima de lo razonable y no se les puede pedir más de lo que están haciendo porque lo están dando todo.
Seguimos poniendo toda nuestra esencia, recursos y potencial en la solución a esta pandemia; la sanidad de titularidad privada forma parte de la solución y no del problema como algunos están empeñados en hacernos ver de una forma desenfocada y sesgada.
Sin la aportación de la sanidad privada el problema hubiera sido mayúsculo, especialmente en las situaciones más álgidas; con toda seguridad se habría producido un bloqueo del sistema público de salud con lo que ello hubiera supuesto en términos de sufrimiento y pérdida de vidas humanas que es lo más dramático en este tipo de situaciones.
¿Se podrían haber coordinado mejor las actuaciones con el Gobierno y las Comunidades Autónomas? ¿Se han organizado bien las cosas?
Evidentemente uno de los problemas de esta pandemia además de la falta de previsión ha sido la más que mejorable coordinación.
Prueba de ello son las diferentes medidas que se van implantando en cada territorio al albur de las circunstancias, lo que ha provocado y continúa generando situaciones de desconcierto, duda e incertidumbre entre la población.
Se sigue echando de menos una estrategia conjunta que genere confianza y contribuya a solventar las consecuencias de esta crisis sanitaria, económica y social.
Creo que el Ministerio de Sanidad y el propio Consejo Interterritorial de Salud podrían haber impulsado una estrategia uniforme más decidida desvestida de todo matiz político y sustentada en las experiencias de mayor éxito y mejores resultados dentro del contexto nacional e internacional.
¿Hemos relegado patologías no covid?
En momentos de elevada presión asistencial en los que el número de contagios, ingresos en planta y UCI han generado una situación de estrés sanitario esta ha exigido poner a disposición buena parte de los recursos y estructuras disponibles para controlar la exacerbada presión asistencial Covid-19.
Es en esos momentos puntuales y por supuesto coincidiendo con la primera ola, con la declaración del primer Estado de Alarma y confinamiento y con la constitución del mando único, nos hemos visto obligados todos a desprogramar actividad previamente agendada.
En el resto del tiempo hemos procurado normalizar la actividad al máximo posible y me consta que la sanidad de titularidad privada no ha cejado en el empeño de desarrollar una actividad asistencial lo más regular posible, una vez que la enfermedad en general no admite ni treguas ni paréntesis, no permite esperas, y nosotros nos debemos a nuestros pacientes teniendo en cuenta que preservar la vida es nuestra vocación y nuestro deber.
¿Estamos realmente saliendo de la pandemia?
Es aventurado decirlo, pero todo apunta en esa dirección, la creciente disponibilidad de vacunas, el incremento diario en el número de inmunizaciones, el número de casos que han pasado ya la enfermedad aunque sea de forma asintomática, pero que han producido anticuerpos, la identificación de tratamientos o sus consecuencias y el descubrimiento de otros nuevos; y por supuesto la concienciación acerca de las medidas de prevención y el aumento de los test diagnósticos, así como todo el conocimiento adquirido a lo largo de la pandemia, induce a pensar que, aunque podamos vivir un repunte en un momento determinado nos encontramos próximos a salir del túnel.
Eso no quiere decir que acabemos con el virus, probablemente tendremos que convivir con él, lo mismo que lo hacemos con otros, pero de una forma controlada y con herramientas que nos ayudarán a mantenerlo a raya.
¿Qué hemos aprendido para el futuro?
Muchas cosas, unas provienen de los aciertos, que los ha habido y otras de los muchos errores cometidos.
Hemos aprendido a pensar en prevención y salud pública a la que sin duda hay que dedicar más recursos de todo tipo; hemos asimilado la necesidad de disponer de expertos y escucharlos a la hora de plantear medidas; hemos sufrido las consecuencias de una falta de previsión cuando surgieron los primeros casos en China, Italia, Europa.
En nuestro país, hemos comprendido que anticiparse y desarrollar una estrategia conjunta con participación de todos los agentes implicados es clave,; hemos sufrido las consecuencias de una falta de coordinación interterritorial que ha generado mucha confusión e incertidumbre; hemos entendido que salud y economía son dos caras de la misma moneda, sin salud no hay economía, pero sin economía no hay salud.
Hemos sufrido los desaciertos con las compras de material, vacunas, tratamientos, etc., hemos aprendido a que sin la colaboración de la población a través de una comunicación honesta y sincera las cosas se complican mucho; hemos visto cómo los movimientos antivacunas y negacionistas son un peligro muy importante para la salud pública;
En definitiva, creo que hemos introducido en nuestro DNA que si hay una próxima ocasión hemos de hacer bien las cosas desde incluso antes del principio y para ello somos conscientes de que solo con la utilización de todos los recursos disponibles de una forma sinérgica y coordinada, independientemente de su titularidad, y con la suma de todos y multiplicación de esfuerzos es como seremos capaces de hacer frente a esta y a otras pandemias que puedan surgir en el futuro.
¿Qué hay que mejorar en la relación sanidad pública/sanidad privada?
Fundamentalmente alejar a la Sanidad de la confrontación y el oportunismo político y apostar por la confianza mutua y el trabajo conjunto puesto que el fin es el mismo, prevenir, curar y cuidar.
La Sanidad forma parte del debate, pero no hemos de sumergirla ni cargarla de ideología que no sea la del bien común, desprendiéndola de apriorismos, dogmatismos e ideas reduccionistas.
En un mundo globalizado, de código abierto y de trabajo en red es difícil entender que cercenar el desarrollo de nuestro sistema, con los enormes retos a los que se enfrenta, por cuestiones que nos son puramente sanitarias significa empobrecer y complicar el futuro.
La sanidad pública se defiende dicen los eslóganes y nosotros desde la sanidad privada somos los primeros en hacerlo puesto que deseamos una sanidad de titularidad pública eficiente, sólida y con proyección de futuro porque nuestra función no es competir con ella sino ofrecer una alternativa para quien voluntariamente lo desee y busque atributos que hoy por hoy el sistema público no le puede ofrecer.
Cerca de once millones de personas confían su salud a la sanidad privada y 8,7 millones pagan voluntariamente un doble aseguramiento, por algo será, algo tendrá el agua cuando la bendicen dice el refrán, calidad asistencial, innovación, estructuras adecuadas, profesionales de primer nivel, personalización, eficiencia en la gestión, accesibilidad, seguridad, resolución asistencial y experiencia de paciente son algunas de nuestras credenciales.
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