Trump, Homer o Mafalda, Tintín o Fernando Alonso ¿Cuál es tu síndrome? Trump porque vas de “autenticida”; tal vez Homer porque tu actitud es de insatisfacción y escaqueo; Mafalda porque sueñas con un mundo mejor; Tintín si eres el optimismo inteligente, o tal vez Fernando Alonso porque posees el arte de elegir empresa y equipo

Todos ellos, incluído Trump, y muchos más ( Príncipe Carlos, Frankenstein, Obama, Punset, Óbelix o George Clooney), hasta llegar a 24 +1 los explica el psicólogo Javier Cantera en su nuevo libro “El Síndrome de Homer Simpson y otros perfiles psicológicos en la empresa” (Editorial Almuzara).
Para entender de qué va toda este conjunto de signos, síntomas, causas y consecuencias que padecemos las personas en nuestro ámbito laboral, Efesalud ha entrevistado a su autor, un reconocido especialista en psicología del trabajo que defiende que querer ser bueno como persona “te hace crecer como profesional”.

Cantera ha ocupado diferentes cargos en el área de Recursos Humanos de empresas como Telefónica, Repsol o Enagás, y esta experiencia le lleva a defender que es fundamental aceptar tu imperfección, saber pedir perdón y saber dar las gracias auténticas.
Ser imperfecto “es ser responsable de que toda acción implica un precio y una renuncia. Pedir perdón libera de ese fantasma de nuestro comportamiento que se llama culpabilidad y dar las gracias auténticas implica un reconocimiento a la conducta del otro, más que una justificación de tu conducta”.
Síndromes típicos en una empresa y nada beneficiosos, señala Javier Cantera son por ejemplo el síndrome del carril izquierdo que es típico de los directivos “muy ambiciosos”, de los que quieren ser siempre el número uno, siempre adelantando al contrario y no son capaces de colocarse en el carril derecho.
También está el de Grey, sin las connotaciones sexuales del libro las 50 sombras de Grey, y que refleja al típico jefe que necesita controlarlo todo, y el control favorece la autosuficiencia del directivo y el embrutecimiento del colaborador.
El síndrome Trithemus es indicado por el psicólogo como muy frecuente y negativo: es aquel que se refiere a la resistencia a los cambios, parapetándose en multitud de argumentos para no salir de la zona de confort.
Hay otros que se dan mucho en el entorno laboral, sobre todo por las características personales del trabajador, como puede ser el de Sheldon, que es el “sincericida”, o el de Trump, el “autenticida”: soy auténtico, soy lo que soy y tu haz lo que quieras porque yo no pienso acercarme lo más mínimo a tu forma de ser.
En las empresas, asegura el experto, se dan casi todos los síndromes que describe en su libro, y es muy frecuente que si tu ves un síndrome en el de al lado es porque padeces el mismo, pero te cuesta reconocerlo.
Pero los hay que no estaría mal que se dieran con más frecuencia y estos son el síndrome de Mafalda, para que los directivos soñaran más, “y no estuvieran tan pegados a la cuenta de resultados, tapados detrás del número”.
Trump no … mejor Tintín
O el síndrome de Tintín, el optimista inteligente, el que no piensa en el fracaso, y si sucede racionaliza a través del aprendizaje que le ha supuesto, pero no se lleva las manos a la cabeza y se lo reprocha.
Estas personas reconocen el trabajo como un fin en si mismo y no como un medio.
Para Javier Cantera, “tintinólogo” declarado y participantes de diversos foros de linkedin especialistas en el famoso personaje del dibujante Hergé, Tintín es el personaje que más actúa, hace y piensa en positivo, no deja de intentar las cosas por mucho que oiga ecos de desánimo a su alrededor.

Hay cinco consejos de Paul Smith, que Javier Cantera cita en en su libro para los que quieran ser un jefe con el síndrome de Tintín:
El primero es empezar algo nuevo o diferente: “Tintín era un verdadero campeón de la novedad, no le asustaba ser aprendiz en cada momento”.
El segundo consejo o pista habla de que no puedes hacerlo hasta que te pones a ello: ”pensar hacer es un prólogo, pero la novela es el hacer, donde se aprende y donde nos equivocamos”.
El tercero dicta que no se trata de trabajar mucho o pocas horas, se trata de trabajar cada hora, porque el trabajo “no es un tiempo es un hacer”.
El cuarto tiene que ver con el hecho de que siempre hay un espacio para romper las reglas y Tintín es, según Javier Cantera, el mayor ejemplo del heterodoxo dentro de la ortodoxia, sin romper la baraja crea nuevas normas para jugar.
Y el quinto y último manda que te tomes muy seriamente el placer. Este último consejo de Paul Smith es, en opinión del psicólogo, el que más le gustaría a Tintín por “su sonrisa permanente, su apertura a conocer nuevos amigos, a entrar en nuevos misterios y a agitar nuevas ideas y situaciones”.
El entorno, finaliza el experto, propicia la conducta y, cuando hay un jefe tóxico, es que hay sistemas internos culturales que lo permiten y si la empresa no lo permitiera, no existirían.
Sobre todo son culturas muy orientadas al logro y resultado y, “claro, cuando buscas el resultado por encima de todo pues tienes un jefe que utiliza el control por encima de todo y se convierte en un jefe tóxico”.
Por lo tanto, las intervenciones en psicología del trabajo son intervenciones sociales, no son individuales, hay que intervenir a título individual, de grupo de referencia y de institución o empresa. Esos son los tres niveles en los que hay que intervenir a la vez.
Junto a Trump, otros síndromes interesantes a los que alude en su libro son el de Frankenstein, que padecen tanto las organizaciones como los empleados, y que se traduce en ser unos zombis que no quieren, explica, “volver a comprometerse, y dado que el compromiso es la base de la sociedad, no podemos establecer el futuro sólo desde la estrechez de las relaciones laborales”.
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