La luxación anterior de hombro es la inestabilidad más frecuente de nuestro sistema músculo esquelético y se produce, sobre todo, durante la práctica de ciertos deportes de fuerte impacto como el rugby, balonmano, halterofilia, judo y otras disciplinas de combate, esquí y ciclismo -por sus caídas espectaculares-, tenis o voleibol. También es habitual tras un accidente de moto o después de una caída aparatosa por las escaleras

Carpintería anatómica para el hombro de un jugador de rugby

Carpintería anatómica para el hombro de un jugador de rugby

Esta luxación de huesos -dislocación- se reduce habitualmente sin necesidad de cirugía -recolocación-. Luego se inmoviliza el hombro, fijándolo con vendaje y cabestrillo. El reposo y la fisioterapia acostumbran a culminar la recuperación total del deportista lesionado o de la persona accidentada.

“En algunos de estos pacientes se emplea cirugía primaria, pero puede fallar con otro choque corporal. De forma extraordinaria, para los casos más severos, llevamos a la práctica una técnica quirúrgica con tope óseo, exitosa desde hace cincuenta años, que evita la recidiva constante”,  dice el Dr. Pablo Marcos de la Torre, traumatólogo de la Clínica CEMTRO de Madrid.

La estructura articular escapulohumeral carece de estabilidad intrínseca, a diferencia, por ejemplo, de la articulación de la cadera. La cabeza proximal del húmero, una especie de bola ósea recubierta de cartílago, rueda sobre la cavidad glenoidea, parte cóncava pero muy aplanada de la escápula, que también esté tapizada de tejido conjuntivo duro.

“A nuestro paciente, un veterano jugador de rugby, se le había luxado el hombro anterior derecho alrededor de 30 veces debido a la inestabilidad crónica que sufría en esta zona articular; una recidiva que exigía una solución quirúrgica definitiva”, apunta el cirujano ortopédico Marcos de la Torre, especialista en hombro y rodilla.

La articulación completa del hombro trabaja a pleno rendimiento mediante una gran conjunción funcional entre el húmero, la escápula -omóplato- y la clavícula, que se apoya en el esternón. Suman cuatro huesos que, con sus respectivos ligamentos, músculos, tendones y fascias, forman un gran equipo anatómico de fuerza y precisión, capaz de ejecutar esos movimientos “esféricos” tan necesarios para nuestros brazos y manos.

Lesión de hombro en un jugador de rugby, el cual necesita una cirugía para impedir la recidiva de la luxación-efe

Cirugía para estabilizar el hombro de un hombre

“El abordaje de este tipo de lesiones de hombro se realiza generalmente desde la zona frontal del tórax, entre el músculo deltoides y el pectoral mayor… así llegamos directamente a la apófisis coracoides, que forma parte de la escápula; una apófisis que se puede palpar con la mano y que vamos a utilizar como elemento óseo curativo; un soporte autólogo para la articulación dañada”, explica.

“Estamos hablando de una técnica quirúrgica con una historia clínica de medio siglo, lo que demuestra que es buena para las personas. No se la ha comido el tiempo o la propia evolución tecnológica. Es una cirugía que cada día que pasa me gusta más porque se obtienen resultados excelentes para el deportista, quien volverá a practicar su especialidad, rugby en este caso, sin ningún tipo de problema”, asegura.

Marcos de la Torre, especialista en la recuperación del manguito de los rotadores (grupo de músculos y tendones que sujetan la articulación escapulohumeral), seccionará un trozo de la apófisis coracoides (su parte posterior plana), soltará parte de los músculos que allí se anclan y cambiará la dirección anatómica de esta apófisis para que cumpla una nueva función estabilizadora en la articulación del hombro, concretamente en en el borde anteroinferior glenoideo.

El Dr. Marcos de la Torre y su equipo preparan al paciente para una operación de cirugía de hombro

Después de preparar y posicionar al paciente adecuadamente en la mesa de operaciones, la técnica se ejecuta con una incisión que comienza sobre la zona de la punta de la coracoides y se extiende inferiormente hacia el pliegue axilar.

“Nuestro paciente tiene una gran estructura anatómica -dice-. Su hueso es ancho y fuerte, lo que facilita la intervención. Es un buen caso para poner en práctica esta técnica. La operación se complica cuando los huesos son más pequeños, que suele ser habitual, por ejemplo, en las mujeres que practican rugby”.

El espacio deltopectoral se ubica en sentido superior-medial y se localiza identificando el área pequeña triangular desprovista de músculo. Se identifica la vena cefálica en el intervalo deltopectoral y el plano intermuscular se desarrolla y se despega con separadores rectos que llevan la vena lateralmente. Con frecuencia, una rama de la vena cruza el campo quirúrgico y se liga.

Se coloca un separador ortoestático entre el pectoral mayor y el deltoides, y un retractor de Hohmann en la parte superior de la corocoides; luego se identifica el borde anterior del ligamento coracoacromial y el aspecto lateral del tendón conjunto. A continuación, se secciona parte del ligamento coracoacromial en sentido lateral a su inserción coracoidea.

cirugía de hombro
El corte de la coracoides se realiza con instrumental quirúrgico para aserrar, mientras se sujeta con determinación la coracoides y se libera el ligamento coracohumeral. 
cirugía de hombro
La pieza ósea se deja en sentido superficial y, con ayuda de la sierra, se decortica (extirpación de la capa superficial) su cara profunda.
cirugía de hombro
Se realizan los orificios con broca en sentido perpendicular al eje longitudinal, centrados en cuanto a su espesor, y se limpian los bordes. Se deja la coracoides debajo del separador que sostiene el pectoral mayor. Una vez que se han identificado los márgenes superior e inferior, se divide el músculo subescapular en línea con las fibras en la unión del tercio medio-inferior con ayuda de unas tijeras de Mayo.
cirugía de hombro
Se realiza una incisión en sentido vertical en la cápsula a la altura de la articulación, se visualiza el cartílago y se coloca un retractor de la cabeza humeral dentro de la articulación; se coloca un retractor de Hohmann en el borde inferior del cuello glenoideo y se expone la glenoides.
Una vez tratado el rodete glenoideo (tejido fibrocartilaginoso de la escápula), la zona sangrante del hueso estimulará la incorporación de la coracoides. Se realizan los orificios con broca en sentido medial al borde articular glenoideo. Se lleva la coracoides a su posición y se fija. La orientación debe ajustarse de forma adecuada y dejar la coracoides en continuidad con la superficie articular o en sentido muy ligeramente medial. Se sutura el remanente del ligamento coracohumeral con la cápsula y el ligamento glenohumeral inferior.

El doctor Marcos de la Torre responde a las preguntas de EFEsalud-efe

Doctor Marcos de la Torre, ¡Qué papel decisivo juegan los tornillos, placas o alambres en la cirugía ortopédica! ¿Verdad?

“Son un arma que utilizamos todos los días y quizá por eso nos llaman los carpinteros y ferreteros del cuerpo humano. Al fin y al cabo, todas las fracturas, todas las estructuras que están implicadas en la fijación hueso con hueso, siempre nos obligarán a utilizar placas y tornillos”, destaca.

“Los traumatólog@s somos médicos virtuosos en el estudio anatómico del cuerpo humano, la clave de nuestra especialidad. Como bien sabemos, está muy bien apretar tornillos, pero lo importante es hacerlo exactamente en el lugar más adecuado y también cuánto apretarlo”, subraya.

Finaliza el grueso de la operación y solo queda cerrar la herida. A su equipo de la “Cemtro Team” se le nota el orgullo y la confianza en el trabajo bien hecho… y aún así, muestran su humildad:

“Gracias a EFEsalud, que nos ha dado fuerza, la cirugía ha salido según lo previsto; una intervención perfecta, sin percances, algo que puede llegar a suceder y debemos solventar sobre la marcha. Todo ha salido según lo reglado”, asegura.

El jugador de rugby, como protagonista omnipresente, volverá, con su hombro estable, a los terrenos de juego.

“Seis semanas para que se fijen bien las uniones entre los huesos afectados. Otras seis semanas en las que el deportista ganará movilidad. A partir del tercer mes el jugador ganará fuerza durante la rehabilitación y regresará a los entrenamientos. Después de cinco o seis meses todo dependerá de su entrenador, quien decidirá si ha alcanzado el nivel competitivo exigido”, concluye el cirujano.