Una caída, una bajada de potasio o una simple infección de orina son algunas de las causas que desestabilizan la salud de los mayores y afectan directamente al cerebro provocando un cuadro de confusión aguda o delirium. Una situación puntual que debemos saber cómo abordar

Un anciano mentalmente orientado puede sufrir un episodio de confusión cuando, por ejemplo, ingresa en un hospital a consecuencia de otro problema físico. Es entonces cuando puede vivir momentos de agitación y angustia al no saber dónde está y no reconocer a sus familiares.
Esta es una situación muy habitual ya que responde a un escenario de enfermedad que afecta al cerebro de forma aguda al generar falta de riego o toxicidad.
“La parte física y la emocional es la que ocasiona la desorientación”, explica el psiquiatra y presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría, Raimundo Mateos, también responsable de la Unidad de Psicogeriatría del Hospital Universitario de Santiago de Compostela.
La fiebre o el dolor son otros factores que pueden provocar la desorientación de los mayores ya que “tienen afectadas las estructuras cerebrales que nos orientan en el tiempo y en el espacio” y que son más proclives por el envejecimiento de su cerebro, explica el neurólogo Ángel Berbel, coordinador de la Unidad de Neurogeriatría del madrileño Hospital de la Cruz Roja y coordinador del Grupo de Neurogeriatría de Sociedad Española de Neurología.
Las personas jóvenes también pueden sufrir algún episodio de delirium a causa de una dolencia, aunque no es habitual al ser más fuertes y no tener alterados sus mecanismos compensadores.
Además de la desorientación, se producen alucinaciones y alteraciones del sueño (duermen de día y están alerta de noche), junto a comportamientos bruscos o agresivos en ocasiones.
Esta confusión puntual, en general, es reversible si se trata la causa que la genera, sin embargo los neurólogos han observado que “algunos de los mayores que han sufrido algún tipo de delirium, cuando pasa un año o dos, pueden acabar con una enfermedad neurodegenerativa, puede ser el marcador de un deterioro cognitivo”, apunta Ángel Berbel.
El psiquiatra Raimundo Mateos también coincide en esta idea. “Los cuadros de delirium pueden durar días o semanas pero hay veces que la recuperación no se produce y puede ser el inicio de una demencia”, afirma.
“Los familiares se asustan y piensan que se han vuelto locos y que no volverán a la normalidad, pero hay tres caminos: la recuperación total, el inicio de una demencia o incluso el riesgo de muerte”, señala el especialista en psiquiatría geriátrica.
¿Cómo actuar?
El psiquiatra Raimundo Mateos considera que se trata de una situación de urgencia médica al producirse una alteración aguda del cerebro y hay que buscar la causa que lo genera. “Es una señal de alarma, como la fiebre”, que conlleva una alta mortalidad si no se ataja el problema que lo genera.
El equipo médico debe realizar un seguimiento al paciente y evitar el riesgo de deshidratación que puede alterar todos los electrolitos del organismo y puede ser muy grave, por ejemplo, para el corazón.
El papel de la familia es fundamental: tienen que crear un ambiente adecuado que proporcione tranquilidad al enfermo, estimularle suavemente, conviene explicarle, darle conversación y orientarle. El ambiente debe ser relajante pero no con un silencio sepulcral ni una oscuridad total que les desborde la imaginación y les propicie las alucinaciones.
El neurólogo Ángel Berbel considera que los ansiolíticos y somníferos son en ocasiones “contraproducentes” ya que les pueden agravar la confusión. “Es mejor tenerlos controlado en una habitación con luz y con un familiar que les de tranquilidad, practicar más una terapia psicológica y menos pastillas mágicas”.
En casos de agitación extrema y muchas alucinaciones se les puede tratar con medicamentos neurolépticos o antisicóticos.
A veces los ancianos aquejados de varias enfermedades a la vez pueden llegar a sufrir toxicidad o desnivel de sus parámetros a causa de la medicación abundante. “A veces, quitar pastillas es ser un buen médico”, apunta el neurólogo.
En casa
El cuadro de confusión aguda puede alargarse y continuar en casa una vez que el enfermo recibe el alta hospitalaria. Los casos de fractura de cadera son los más comunes. Lo habitual es que haya un seguimiento y una comunicación constante con el médico de atención primaria.
Es muy importante que la familia comprenda la situación del anciano y que se organice para atenderle. Es importante que esté en su entorno.“No es buena idea que a un anciano desorientado cada mes se lo lleve un hijo a una casa distinta. Eso lo vive con angustia y puede provocar una reacción de pánico”, indica Raimundo Mateos.
El neurólogo, por su parte, aconseja que, en casa, el mayor debe saber el día en el que vive, que controle el calendario, que tenga siempre un reloj a la vista, que salga a la calle y que se relacionen con otras personas. “Que tengan el cerebro entretenido ya que cuando está parado produce alucinaciones por sí mismo”.
Un reto hospitalario
A pesar de que el delirium es una urgencia médica que ocurre con relativa frecuencia en los ingresos hospitalarios de los mayores, se trata no obstante de “uno de los retos de la medicina hospitalaria”, según Raimundo Mateos.
El psiquiatra comenta que a pesar de que todo el personal sanitario sabe lo que significa, “los hospitales reconocen que no se detectan lo suficiente los cuadros menos intensos”. Y esto puede conllevar un riesgo de mortalidad si es demasiado tarde.
El neurólogo Ángel Berbel recuerda que los ancianos deben tener una atención multidisciplinar y una conciliación de la medicación en la que intervengan coordinadamente el médico internista, los geriatras y farmacéuticos, además del especialista correspondiente de la dolencia en sí.