Gran parte de los pronósticos o decisiones clínicas que se toman en los pacientes con enfermedades cardíacas y en otras como la cirrosis hepática, la insuficiencia renal o el tratamiento del cáncer con quimioterapia, se basan en una prueba concreta: medir la fuerza que ejerce el corazón cuando se contrae

Habitualmente, la contracción del ventrículo izquierdo se calcula con ecocardiografías o resonancias magnéticas que muestran al corazón en movimiento.
Sin embargo, el estudio de estas imágenes es muy complicado porque los cardiólogos deben ser capaces de separar la capacidad de contracción del ventrículo de las condiciones en las que trabaja.
Los dos factores que más complican esta medición son la postcarga y la precarga.
La postcarga es la fuerza que se opone a la salida de sangre del ventrículo izquierdo y está fundamentalmente influida por la presión arterial.
La precarga es la cantidad de sangre con la que se llena el ventrículo izquierdo antes de empezar a contraerse y sirve para que el corazón se autorregule para no sobrecargarse de sangre.
Investigadores de la Red de Investigación Cardiovascular (RIC), coordinados por la doctora Raquel Yotti y por el doctor Javier Bermejo, han desarrollado un nuevo método que permitirá realizar una medición más exacta utilizando ultrasonidos.
Se trata de medir las diferencias de presión que el ventrículo es capaz de generar en las distintas zonas de su cavidad (entre el ápex y el tracto de salida), aplicando principios básicos de dinámica de fluidos al flujo de la sangre en el interior del ventrículo, explica el RIC en una nota.
Para validar el nuevo método, los investigadores usaron catéteres de presión conectados a un procesador y capaces de medir simultáneamente la presión y el volumen en el interior del ventrículo.
El trabajo demuestra que el nuevo procedimiento es “más exacto, más sensible y está menos afectado por las condiciones de carga de un determinado momento” que todos los métodos utilizados hasta ahora para medir la fuerza de contracción de corazón.
Dado que el método propuesto por los investigadores del Hospital Gregorio Marañón es muy barato y reproducible, son muchísimos los pacientes que por tener patologías con condiciones de precarga y postcarga alteradas podrán beneficiarse de este hallazgo (insuficiencias valvulares, enfermedades congénitas del corazón, cirrosis hepáticas,etc).
El próximo reto de estos investigadores de la RIC es aplicar esta nueva técnica al diagnóstico precoz de la toxicidad cardíaca provocada por los tratamientos de quimioterapia.
La principal causa de muerte en mujeres con cáncer de mama detectado precozmente, son los eventos cardiovasculares secundarios al daño miocárdico que puede causar la quimioterapia, explica la nota del RIC.
Los recientes avances en el tratamiento del cáncer, fundamentalmente del cáncer de mama y de los tumores hematológicos, han permitido obtener un alto porcentaje de curaciones.
Sin embargo, varios de los fármacos utilizados para el tratamiento oncológico pueden dañar al corazón.