Así como la medicina ha evolucionado y se ha tecnificado con los años, la arquitectura de los entornos sanitarios se ha adaptado a estos avances, moldeando las estructuras para que puedan reinventarse con el tiempo y proponiendo diseños en los que el espacio es un elemento curativo más

De las épocas en las que la asistencia sanitaria se prestaba en iglesias o pasillos, en condiciones insalubres y entre infecciones, a las instituciones hospitalarias especializadas actuales mucho han cambiado las cosas.
“De ser una nave-depósito de enfermos y desamparados en la época de las cruzadas o una de las alas palaciegas en el Renacimiento, el hospital ha pasado a ser hoy en día uno de los edificios más complejos y tecnificados, una auténtica ‘máquina de curar’”, explican los arquitectos José Manuel López y Sonia Romero en un ensayo sobre arquitectura hospitalaria publicado por la Universidad de Coruña.
Los primeros diseños del siglo XVIII en Europa siguieron como ejemplo el modelo medieval de hospital en el que era evidente la influencia de la arquitectura de iglesias y conventos, siempre vinculados con la asistencia sanitaria. “Los hospitales se estructuraban en torno al claustro, con grandes naves presididas por un altar con camas a ambos lados”, aclaran los arquitectos en el documento.
En el siglo siguiente aparece el modelo de “hospital de colonias” formado por pabellones aislados y paralelos, orientados a mediodía.
Los arquitectos sostienen que este tipo de diseño se abandonó a principios de siglo XX “optándose por concentrar los edificios hospitalarios en bloques para disminuir recorridos, ahorrar en calefacción y racionalizar el alumbrado y la limpieza”.
“La mayoría de los grandes hospitales que hoy prestan asistencia sanitaria en España se crearon en los años 50. Estos edificios respondían a la tipología ‘Hospital Vertical’, consecuencia de la centralización y de la potenciación de los servicios centrales de diagnóstico y de tratamiento”, señala el ensayo.
Edificios flexibles: no son moda sino exigencia
Versatilidad, sostenibilidad, tecnología y asepsia son los rasgos que definen a la arquitectura sanitaria de hoy en día. Para Antonio Vaíllo, arquitecto del estudio Vaíllo + Irigaray, la tecnología tiene hoy una mayor incidencia en la atención médica y en los espacios sanitarios y por tanto “los edificios que funcionan bien son aquellos que desde su origen han sido planteados con flexibilidad y que admiten cualquier tipo de tecnología fácilmente, sin grandes obras”.
Vaíllo opina que los cambios en los periodos de estancia en un ambiente médico también condicionan los diseños actuales. Mientras que en el pasado los hospitales “eran un sitio al que uno iba, lo curaban y se iba”, hoy en día el paciente valora más el concepto hospital–hotel, un espacio en el que no solo es alguien que “padece” algo sino que es una persona que es atendida y tiene un carácter de huésped o invitado.
Rafael Rojo, arquitecto de díaz|rojo+cinca, agrega que a las máximas arquitectónicas de belleza (Venustas), firmeza (Firmitas) y utilidad (Utilitas) —descritas por Marco Vitruvio en un tratado de arquitectura que data del siglo 15 A. C— hoy se añaden otros conceptos y criterios que generan unas “arquitecturas menos pesadas, más fluidas y multifuncionales, más sostenibles y humanas”.
“Por una parte, hay una sociedad más formada e informada que exige unos nuevos estándares de calidad en cuanto a confort y sostenibilidad; y por otra parte se vive una revolución tecnológica en la asistencia sanitaria (telediagnóstico, técnicas ambulatorias, etc.), que también incide en la arquitectura que los alberga”, añade Rojo.
Estas variables, más la importancia de satisfacer las necesidades particulares de médicos y demás profesional sanitario, hacen que el diseño de un centro sanitario sea complejo. La misión del arquitecto es ser el director de orquesta y “poner a cada uno en su sitio bajo una visión más global, donde se integre la funcionalidad y la creatividad”, indica Vaíllo.
El arquitecto desarrolla una estrategia espacial y logística en la que la funcionalidad de los espacios es un factor clave, pero no lo es menos que la creación de entornos agradables. “No puede existir la belleza si no es funcional y no puede ser funcional si no es bello. No será profundamente bella una cosa que funcione mal”.
Arquitectura para sanar
La atmósfera es un componente fundamental en el proceso terapéutico de un enfermo. Si en el pasado los servicios sanitarios eran lugares fríos e inhóspitos, hoy se deben caracterizar por ser espacios optimistas y humanizados, que inviten a la relajación y a la atención.
“Si usted está en un sitio cuidado, amable, hecho a su escala, con una vista sobre un patio en el que puede salir a pasear, y percibe el día y la noche, claro que influye sobre su sensación de bienestar. Nuestro cuerpo no deja de ser material y por tanto las incidencias de luz, sol, temperatura y vista son esenciales”, añade Vaíllo.
Rafael Rojo va más allá y considera que si los espacios que crean no tuviesen un impacto sobre la sensación de bienestar y cuidado de los pacientes “no nos dedicaríamos a esta profesión”. El trabajo del arquitecto es aportar algo útil y “nuestra mejor herramienta es la creación de espacios dignos, bellos y amables para el ser humano y para el medio ambiente”.
Edificios sostenibles a largo plazo
El aprovechamiento de los recursos naturales, la minimización del consumo energético y la adaptación al ambiente que rodea el entorno hospitalario son algunos de los conceptos sostenibles que se han integrado en el proceso creativo de los arquitectos del siglo XXI “desde el primer croquis realizado a mano alzada en una servilleta”, afirma Rojo.
Aunque la planificación y construcción de edificios amigables con el medio ambiente esté de moda y sean cada vez más las empresas que exigen a sus arquitectos proyectos con estas características, lo cierto es que la sostenibilidad va más allá de crear edificios con criterios “verdes” y lo fundamental es que “esos criterios sean duraderos en el tiempo”, agrega Rojo.
En la práctica, el arquitecto Vaíllo considera que los hospitales son edificios altamente tecnificados en los que la sostenibildad “pura y dura” es compleja porque demandan grandes cantidades de energía, manejan grandes volúmenes y en la mayoría de casos la funcionalidad está por encima de las consideraciones ambientales.
“En un sitio a lo mejor necesitas calentar y en otro refrigerar y esto lo puedes hacer con la misma máquina. En ese sentido hay un gran futuro y yo creo que las nuevas tecnologías lo empiezan a admitir”, agrega Vaíllo.