Los tratamientos antirretrovirales han conseguido prolongar la vida de pacientes con VIH más allá de los 50 años. Ahora, la medicina se enfrenta a la tarea de seguir luchando contra el virus al tiempo que trata patologías relacionadas con la edad como diabetes y fracturas óseas, entre otras

El nuevo reto ante el VIH: envejecimiento del enfermo
Acto de homenaje a víctimas del sida/EFE/Roberto Escobar
  • 19 de noviembre, 2013
  • MADRID/EFE/BRENDA MOLINA

A 30 años de haber sido descubierto el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), existen dos retos principales que ocupan a las comunidades médicas y científicas: el envejecimiento de los pacientes y la prevención ante una población que ya no teme a la enfermedad.

Ambos serán parte del temario que se abordará en el V Congreso Nacional GeSIDA, que desde hoy hasta el próximo viernes, 22 de noviembre, se celebra en Sitges (Barcelona), cercano al Día Mundial contra el Sida, el 1 de diciembre.

“Los retos ya se están presentando. La población envejece y presenta problemas de salud adicionales que complican el manejo del paciente. Eso supone un reto descomunal para los sistemas públicos de salud en un futuro no demasiado lejano”, asegura a EFEsalud el doctor Pere Domingo, quien preside el congreso este año.

Vivir con VIH en 2015

Las cifras indican que para ese año, más del 50% de la población infectada con VIH tendrá más de 50 años. Este aumento en la esperanza de vida de los afectados es una batalla ganada contra el virus; sin embargo, ahora hay que pensar en el siguiente paso.

El riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cognitivas y distintos tipos de cáncer no relacionados con el sida supone el impulso de nuevos trabajos de investigación para que el portador del VIH pueda continuar su vida por más años.

“Las comorbilidades son las propias del envejecimiento. Afectación osea, afectación renal, riesgo cardiovascular, cánceres. Toda una gama de patologías que aparecen en nuestros pacientes y que precisan de un manejo específico”, explica Domingo.

Por supuesto, esto generará nuevos gastos a la sanidad pública, que ahora paga cerca de 8.000 euros al año en tratamientos antirretrovirales por paciente. En España, se estima que hay cerca de 80.000 afectados que reciben estos medicamentos.

Prevención, la olvidada en la historia

Los avances en tratamientos contra el VIH también tienen un lado oscuro pues, al haberle quitado la etiqueta de “mortal” a la enfermedad, las nuevas generaciones están ignorando los métodos de prevención para no contraerlo.

“Sabemos que hay medidas eficaces para tratarla, aunque no sea un tratamiento curativo. Este hecho hace que se haya bajado la guardia y el miedo que existía antes haya desparecido”, señala Pere Domingo.

Esto se refleja en el repunte de contagios que ha habido en los últimos años, especialmente en la población más joven y, en su mayoría masculina, pues representa el 82% de los diagnósticos reclutados del 2004 al 2011, según GeSIDA.

Diagnóstico tardío, otro enemigo

Dentro de las preocupaciones que aún genera el VIH está que casi la mitad de los diagnósticos se realizan cuando el virus ha disminuido de forma crítica la cantidad de células CD4+ o ya se han presentado patologías relacionadas con el sida.

“Un 30 o 40 por ciento de los pacientes llegan con una enfermedad avanzada. Cuanto más tarde o más avanzada sea la infección, más difícil será que pueda tener una calidad de vida como la que se logra con alguien que es diagnosticado de manera precoz”, detalla Pere Domingo.

Esto deriva en la mortalidad temprana de los enfermos, en ocasiones, hasta un año después de haber sido diagnosticados.

Al respecto, el doctor señala que la manera de mejorar la situación es cambiar el criterio en la solicitud de pruebas para detectar el virus lo antes posible.

De cara a erradicarlo

Durante el Congreso en el que participarán 400 expertos, también se discutirán los esfuerzos que se están realizando a nivel mundial para erradicar el VIH los cuales, además de enfocarse a encontrar la cura, deben insistir en un cambio de actitud por parte de la población.

“Mayoritariamente la gente la percibe como una enfermedad crónica en la que, si bien no tenemos un tratamiento curativo, sí tenemos uno para que nuestros pacientes tengan una calidad de vida aceptable. Eso es un arma de doble filo”, concluye el médico.

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