A sus sesenta y muchos, la doctora Carmen Sala Salmerón, ginecóloga, obstetra, especialista en suelo pélvico y experta en calidad de vida de la mujer, no piensa, ni de lejos, en su jubilación; entre otros motivos, porque no quiere abandonar a sus pacientes, sobre todo a las más veteranas… Mientras tanto, se reafirma en un pensamiento aristotélico: “El medicus cuida, trata, cura y sana todos los días”
Emociones en la nube interestelar de una médica vocacional
La doctora Sala no es médica por ser su profesión, sino por ser su vocación; un sentimiento y una necesidad existencial que comparte con la inmensa mayoría de sus colegas… y no es una frase hecha, la pandemia de la COVID-19 ha dejado desnudos de argumentos a quienes puedan pensar en la codicia o el mismísimo ego.
Más de una y más de uno ha sucumbido ante la voracidad del coronavirus dejándoles sin familia, sin aliento… y sin disfrutar de la jubilación.
¿Saben más l@s médic@s por viej@s?
“Sí, la experiencia es un grado. Hoy en día se llamaría estudiar un máster, pero yo no tengo en mi currículo máster alguno. Yo solo he cursado experiencia diaria a lo largo de muchísimos años de trabajo continuo”, dice.
“Y, además, con el tiempo me he convencido de que sumar el valor de la honestidad nos aporta una fuerza inusitada… No se puede ser buen médico sino no eres buena persona, una persona honesta”, proclama.
Una idea que se puede y se debe extender a cualquier otra profesión (empezando por la enfermería, pasando por el periodismo o terminando por la mismísima política).
Para la doctora Sala también se tiene que cumplir una doble condición de partida y de final:
“Un médico debe saber escuchar, puesto que la persona que está sentada en tu consulta, contando sus problemas, siente que para ella es lo más importante en ese momento”.
“Un médico siempre tiene que ofrecer esperanza, sobre todo con la cancerofobia que nos abruma. Los médicos tenemos que transmitir fe en la curación”.
La doctora Sala subraya que la mayoría de los pacientes se fían más de los médicos avezados.
“Nos dan mayor seguridad y confianza -afirman ellos en diferentes estudios-. Un galeno que se ha enfrentado a multitud de situaciones ostenta un altísimo valor en medicina”.
Pero destaca, a la vez, que la medicina es una disciplina práctica.
“Los MIR, médicos y médicas que finalizan la especialidad en los centros hospitalarios, tienen más conocimientos teóricos que los médicos mayores, como yo misma”.
“Por eso, es importante que los jóvenes se unan a los mayores, porque unos aportarán los últimos conocimientos científicos y otros aportaremos experiencia humana. Es uno de los mejores tándems colaborativos que se pueden encontrar en la vida real”.
Otros estudios confirman que ser atendidos por el mismo médico o médica a lo largo de mucho tiempo prolonga la vida:
“¿Por qué?, porque se siguen siempre sus consejos; porque siempre hay una mejor aceptación de sus tratamientos; o porque si tienes a tu médico de confianza cerca seguro que acudes mucho menos a las Urgencias del hospital”, expone.
“Y no solo eso, el contacto mantenido entre ambos está relacionado con una reducción significativa en el número de casos de mortalidad“, concluye la Dra. Carmen Sala Salmerón.
Debe estar conectado para enviar un comentario.