El médico de familia es el mejor situado dentro del sistema sanitario para manejar la esfera física, psicológica y familiar del afectado por una enfermedad rara; sin embargo, abordar este problema de salud requiere de tiempo y recursos, así como una formación constante y específica de este profesional para mejorar su diagnóstico precoz y seguimiento desde el primer nivel asistencial
El médico de familia, profesional clave en el diagnóstico de las enfermedades raras
Tal y como destaca el doctor Álvaro Pérez Martín, coordinador del Grupo de Trabajo de Cronicidad, Dependencia y Enfermedades Raras de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), “es habitual que en el cupo de población que atendemos tengamos a pacientes con enfermedades raras, que tienen unas características y unas necesidades muy especiales que, al ser enfermedades poco prevalentes y conocidas, existe un déficit de conocimiento importante”.
Asimismo, las enfermedades raras son trastornos crónicos y, por lo tanto, necesitan más tiempo y recursos para su manejo; además, suelen asociarse a más discapacidad. Obviamente, como reconoce el doctor Pérez Martín: “esto supone un esfuerzo mayor por parte del profesional sanitario y, por eso, es tan necesario optimizar el tiempo y los recursos”.
Enfermedades raras: superando limitaciones

Teniendo en cuenta esta realidad, y asumiendo que se trata de pacientes con unas demandas especiales y que precisan una atención muy específica y personalizada, desde el Grupo de Trabajo de Enfermedades Raras de SEMERGEN se señalan algunos consejos prácticos para los médicos de primaria que atienden a estos pacientes.
En primer lugar, es necesario conocer los recursos existentes y reconocer la necesidad de implicar al equipo de Atención Primaria en una atención interdisciplinar, en la que también debe incluirse al propio paciente y al cuidador.
Como otros consejos prácticos, según apunta este médico, “lo primero que debemos hacer es estar atentos ante posibles signos o síntomas que nos hagan sospechar la presencia de una enfermedad rara, para poder derivar de forma precoz al especialista hospitalario; somos la puerta de entrada del paciente al sistema sanitario y tenemos la responsabilidad de detectar precozmente todo tipo de enfermedades”.
Pero, además, “también tenemos que saber acompañar al enfermo en su patología crónica, adelantarnos a los problemas que le puedan surgir y, si no, tratar de darles la mejor solución cuando aparezcan”.
Para todo ello, se demandan más conocimientos sobre discapacidad y dependencia, con el fin último de orientar de forma más precisa a estos pacientes. Y es que, como admite el responsable del Grupo de Trabajo de Enfermedades Raras de SEMERGEN, “aún existe entre los médicos de Familia mucho desconocimiento de los recursos, tanto on-line como físicos, que pueden orientar sobre el manejo de estas enfermedades”.
Respecto a la comunicación entre el médico de Atención Primaria y el especialista hospitalario en el ámbito de las enfermedades raras, aún hay margen de mejora, con algunos déficits por solventar en el proceso de derivación e intercomunicación.
“Esta relación es variable, según cada zona”, asegura Pérez Martín, “pero cada vez toma más peso la necesidad de organizar una mejor continuidad asistencial y optimizar los recursos tanto humanos como materiales”.

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