Inflamación de articulaciones. ¿Sabes la diferencia entre la artritis psoriásica y espondilitis anquilosante? Ambas pertenecen al conjunto de enfermedades reumáticas conocido como espondiloartritis. El dolor, el diagnóstico tardío y la afectación a la calidad de vida ponen a estas enfermedades en el punto de mira de un tratamiento mejor.

Inflamación de articulaciones: enfermedades dolorosas, discapacitantes, limitantes, de diagnóstico tardío y consecuencias irreversibles. Con aumento de riesgo de mortalidad, pero con avances esperanzadores en sus tratamientos.
La artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante son enfermedades con las que generan mucho sufrimiento. Repasamos la diferencia, los avances en los tratamientos, y qué es, exactamente, la espondilitis anquilosante. Pertenecen al grupo de la espondiloartritis, que afecta aproximadamente a medio millón de personas.
¿Cuál es la diferencia entre la artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante? Ambas forman partee de las llamadas espondiolartritis, que se refiere a una inflamación de la columna y otras articulaciones.
Cuando afecta sobre todo a la columna, responde a un a espondilitis anquilosante, cuando las más afectadas son otras articulaciones, a una artritis psoriásica.
Espondilitis anquilosante, ¿de qué hablamos?
Tal vez la más desconocida de estas dos enfermedades sea la espondilitis anquilosante, que afecta a personas de entre 20 y 40 años, sobre todo a mujeres.
La doctora Ana Laiz, médico adjunto de reumatología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, que impartió una sesión de formación, en esta ciudad, organizada por Novartis, en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología, y a la que EFEsalud ha asistido, explica que, en esta enfermedad, “las articulaciones se fusionan y desaparecen”, por lo que se quedan sin movimiento.
“La columna termina como enganchada, se crea entre las vértebras un trozo de hueso, perdiendo la flexibilidad o la capacidad de doblarse”, añade la especialista.
En cuanto al dolor, más que de un dolor mecánico, se trata de “un dolor inflamatorio” que hace que quien lo padece prefiera “estar andando que sentados o quietos” y que suele incrementar por la noche al estar tumbados.

El problema es que, al darse en personas jóvenes, es un dolor que puede achacarse a malas posturas, estrés, exceso de trabajo, ciática, y pocas veces se acude al médico, retrasándose el diagnóstico.
Algo que se agrava además porque “la forma clínica de la enfermedad es sibilina y los criterios muy severos”, pues hay que cumplir varias cosas. Algo que está cambiando “gracias a las resonancias y a los nuevos tratamientos”, indica la facultativa.
Además de este dolor lumbar común al inicio de la enfermedad, otras articulaciones pueden verse afectadas e inflamarse, o puede aparecer “dolor condroesternal”, pues también pueden fusionarse las costillas con el esternón.
“La progresión de la enfermedad es lenta”, señala la doctora, porque se va “lesionando el hueso”. Aunque recuerda que “el curso de la enfermedad es muy variable”, se trata de enfermos con “mucha discapacidad y de progresión ascendente”, en la que la limitación de la columna se acaba haciendo permanente.
Además, son pacientes que tienen aumentado el riesgo de mortalidad. Esto se debe a un mayor riesgo de enfermedad pulmonar, manifestaciones vasculares, neuropatías (porque la anquilosis favorece la fractura), enfermedad intestinal, nefropatía u osteoporosis.
¿Cuáles son los tratamientos disponibles?
En estas enfermedades, se puede diferenciar la farmacología química (tratamiento tradicional con anti inflamatorios) de la farmacología biológica. Dentro de este último grupo, encontramos los anti-TNF, que no parecen inhibir la progresión de la enfermedad y los nuevos biológicos, que sí parecen inhibir la progresión.
Aún así, la doctora explica que “no existe fármaco que rehaga el hueso, lo que está soldado, soldado queda”, por lo que “es importante un diagnóstico precoz”.
En esta línea de tratamientos más innovadores, Novartis ha presentado, precisamente en el XLII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología (SER), celebrado recientemente en Barcelona, nuevos datos de los ensayos clínicos de fase III MEASURE 1 y MEASURE 2 de Cosentyx en espondilitis anquilosante activa.
Los resultados muestran el perfil de seguridad durante 52 semanas, demostrando su tolerabilidad, baja incidencia de acontecimientos adversos, abandono e inmunogenecidad; además de su eficacia a un año al mejorar los signos y síntomas de la enfermedad, lo que repercute positivamente en la función física y calidad de vida.

Cosentyx (cuyo activo es secukinumab), un anticuerpo monoclonal completamente humano, es el primer y único inhibidor de la IL-17A aprobado por el Ministerio de Sanidad en España para el tratamiento en pacientes adultos con artritis psoriásica o espondilitis anquilosante, lo que supone una alternativa terapéutica al tratamiento con anti-TNF habitual de los últimos 15 años.
En la rueda de prensa sobre las novedades de estos ensayos clínicos, el doctor Ricardo Blanco, reumatólogo del servicio de Reumatología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, destacó que “se han presentado datos de nuevas vías farmacológicas que han demostrado eficacia al año de tratamiento, algo que marca el perfil de la molécula y su aplicabilidad”.
En referencia al diagnóstico tardío, los expertos señalaron que se ha pasado de “un retraso en el diagnóstico de 6 ó 7 años a 3 ó 4 en el caso de la espondilitis”, cifras que también se han conseguido reducir en el caso de la artritis psoriásica.
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