Los médicos avisan de un más que posible rebrote de fracturas entre las personas de más edad durante el desconfinamiento. La debilidad y atrofia muscular y la rigidez articular tras meses de moverse poco o nada estarían, entre otras causas, detrás de este aumento

Ojo con las fracturas, se teme un rebrote
EFE/Manuel Rodríguez
  • 10 de junio, 2020
  • MADRID/EFE/PILAR GONZÁLEZ MORENO
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También incide en las fracturas el  abandono o mal seguimiento de la medicación de la osteoporosis, la suma de otras patologías y los problemas de equilibrio.

Caderas, muñecas y húmeros son las fracturas más frecuentes, apunta a EFEsalud Rafael Mico, médico rural y secretario general de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).

Mico anima a los mayores a incorporarse al ejercicio diario de forma gradual  y “con calma”

Y ante cualquier duda invita a llamar sin complejos al médico de cabecera o al centro de Atención Primaria.

Es fundamental, además, comer bien, no fumar, tomar el sol, ingerir calcio y vitamina D y reducir el consumo de sal.

A su juicio, la pandemia de coronavirus no es excusa para relajar ninguna de estas medidas.

“Al revés, debería ser un aliciente para implementarlas aún con mayor rigor y de manera más estricta”.

Y  sin incumplir las restricciones actuales de distanciamiento social, se deben fomentar las interrelaciones personales después de una fractura por fragilidad, algo probablemente más fácil de lograr en un medio rural que urbano.

Fracturas y dependencia

En su último seminario web (webinar), SEMERGEN ha abordado este tema, no menor, por las consecuencias de salud y dependencia que conllevan las fracturas en las personas mayores.

Durante su intervención, Carlos Gómez Alonso, médico de la Unidad del Metabolismo Óseo del Hospital Universitario Central de Asturias, ha destacado además como  fundamental un uso de calzado adecuado, una ayuda (bastón/paraguas), y gafas apropiadas.

También ha indicado que “es más eficiente” para recuperar hueso y músculo, y tiene menor riesgo de caídas, subir que bajar escaleras, aunque sea muy despacio”.

Finalmente, ha llamado la atención sobre la necesidad de llevar a cabo un “control exhaustivo del empleo de medicación sedante en horas de actividad”.

En cuanto a otras medidas esenciales a implementar, el webinar ha servido para subrayar la necesidad de hacer prevención primaria para evitar la enfermedad.

La prevención secundaria para evitar la fractura y la prevención terciaria para evitar las consecuencias de la invalidez producida por la fractura.

Y es que  los efectos de esta enfermedad no sólo afectan a la calidad de vida sino que, también, incrementan el coste asistencial tanto directo como indirecto.

Osteoporosis: datos

fracturas

De acuerdo con SEMERGEN, la osteoporosis es una enfermedad crónica de elevada prevalencia que supone un alto coste económico y social.

En España, unos 3 millones de personas sufren esta patología, siendo las mujeres las más afectadas.

Se trata de  una enfermedad silenciosa caracterizada por la pérdida de densidad ósea y cambios en la microestructura de los huesos.

Clínicamente, la osteoporosis es asintomática hasta que aparecen sus principales complicaciones, que son las fracturas óseas.

Para Cristina Carbonell, médico de Familia y miembro del Grupo de Trabajo de Aparato Locomotor de SEMERGEN,  “en su fase inicial es importante identificar factores de riesgo que permitan indicar una densitometría y proceder al diagnóstico y tratamiento correspondientes”.

COVID19: rebrote de fracturas

Aunque el hecho de tener osteoporosis no aumenta el riesgo de tener coronavirus, su presencia contribuye a incrementar las comorbilidades en personas con COVID19 y les confiere una mayor susceptibilidad a sufrir una fractura por fragilidad.

A este hecho hay que sumar la evidencia de que más del 80 % de las personas que han documentado la presencia de COVID19 en España son mayores de 70 años.

Durante esta reunión virtual también se ha planteado que uno de los principales problemas a los que se enfrentan los pacientes osteoporóticos es el cumplimiento terapéutico.

Se estima que alrededor de un 50 % abandonan el tratamiento antes de terminar el primer año.

Y  cuando se abandona el tratamiento se pierde gran parte del beneficio obtenido, por lo que un adecuado seguimiento telefónico o a domicilio del paciente ayuda a minimizar este problema, así como a evitar nuevas fracturas.