En los últimos 25 años los avances en cáncer de mama han dado pasos de gigante: desde conocer los diferentes tipos de tumor a tratarlos con terapias personalizadas que han contribuido a incrementar la supervivencia. En esta carrera de fondo de la investigación, el grupo GEICAM ha estado en primera línea desde su fundación hace un cuarto de siglo

Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, el 4 de febrero, recorremos 25 años de historia en los que Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama ha sido testigo y parte de los hitos en el abordaje del tumor más frecuente en la mujer y que ahora alcanza tasas de supervivencia de más del 80% en los casos precoces.
Con esta cronología interactiva viajamos durante 25 años de avances contra el cáncer de mama de la mano de GEICAM.
Pero la carrera aún no ha terminado. Hay que sortear todavía muchos obstáculos antes de llegar a la meta.
El pistoletazo de salida
El punto de partida se sitúa en 1995, año en el que el doctor Miguel Martín convoca en Madrid a un grupo de oncólogos especialistas en cáncer de mama para fundar una asociación científica que promoviera la investigación clínica, epidemiológica y traslacional, pero también la formación médica continuada y la divulgación.
Entonces se acababa de conocer que las mutaciones en dos genes, el BRCA1 y BRCA2, se relacionaban con una mayor predisposición a padecer cáncer de mama. Hoy, es un indicador para poder prevenir este tumor en determinadas mujeres.
Más de 25 años después de su fundación, GEICAM, como entidad sin ánimo de lucro, es el grupo referente en España en investigación en cáncer de mama con más de ochocientos asociados presentes en más de doscientos centros hospitalarios e instituciones de toda la geografía.
Como fruto, 148 estudios en los que han participado más de 64.000 mujeres y algunos hombres, ya que el 1% de los casos de cáncer de mama se dan en varones.
“Desde GEICAM hemos contribuido de forma notable a cambiar la práctica clínica en el tratamiento del cáncer de mama con estudios, entre otros, sobre la introducción de docetaxel, un fármaco quimioterápico, como terapia adyuvante”, resalta el oncólogo Miguel Martín.
Pero para llegar hasta aquí, en 1996, arrancó el primer estudio del grupo sobre un tratamiento de quimioterapia en mujeres con cáncer metastásico, el gran caballo de batalla en este maratón de investigación.
“En el cáncer metastásico tenemos que conseguir que la enfermedad sea un proceso crónico, aumentar la supervivencia y descubrir tratamientos que sean eficientes frente a los que producen resistencias”, señala el investigador.
Una buena noticia para estos casos de cáncer avanzado fue la aprobación en Estados Unidos, en 1996, del primer inhibidor de la aromatasa de tercera generación, fármacos que bloquean la producción de estrógenos, hormonas que pueden estimular el crecimiento de células cancerígenas.
Las revolución de las terapias dirigidas
Un año después, en 1997, se produce un hito para el cáncer en general, se aprueba la primera generación de anticuerpos monoclonales, con rituximab contra el linfoma de no Hodgkin, y en 1998 el trastuzumab, dirigido contra el cáncer de mama de subtipo HER2 positivo.
Este fármaco cambio la historia natural de la enfermedad. La terapia dirigida a una diana del tumor había llegado al cáncer de mama ampliando los tratamientos más allá de los convencionales como la quimioterapia.
Y el precursor de esta medicina personalizada fue el oncólogo estadounidense Dennis Slamon por sus investigaciones con el subtipo HER2 positivo y los tratamientos diseñados a partir del conocimiento molecular del tumor.
En medio de esta revolución terapéutica, GEICAM siguió impulsando nuevos estudios, organizó su primer simposio internacional en Zaragoza, promovió su primer ensayo internacional y comenzó sus alianzas fuera de nuestras fronteras, la primera con el grupo Translational Research In Oncology (TRIO), y a las que siguieron otras con el Grupo BIG o el GBC, Grupo de Cáncer Alemán.
El siglo XXI, un impulso para la ciencia
El cambio de siglo no trajo ninguno de los malos augurios que se profetizaban, al revés, la primera década de los años 2000 fue relevante para la ciencia.
Así, los trabajos del investigador Charles M. Perou demostraron que los cánceres de mama se dividían en subtipos moleculares, lo que ha facilitado personalizar los tratamientos.
“Uno de los avances más importantes fue entender el cáncer de mama como una familia de enfermedades con diferentes tipos moleculares. Hay tres grupos esenciales: luminal u hormonodependiente, el HER2 positivo y el triple negativo”, explica el presidente de GEICAM.
También la secuenciación del genoma humano permitió conocer la predisposición a determinadas enfermedades y se desarrollaron las primeras plataformas genómicas de carácter pronóstico-predictivo en cáncer de mama, en la actualidad necesarias en la toma de decisiones terapéuticas.
“Con estas plataformas -indica el oncólogo- podemos saber qué pacientes se curan solo con terapia hormonal (una simple pastilla durante unos años) y cuáles además necesitan quimioterapia”.

Eludir la quimioterapia innecesaria es otro progreso en la calidad de vida de la paciente junto a la cirugía conservadora frente a la mastectomía generalizada de hace años, la técnica del ganglio centinela que evita extraer toda la cadena ganglionar del brazo o la radioterapia durante la cirugía.
En los primeros años del 2000, España concluyó la transferencia de las competencias de sanidad a las comunidades autónomas y GEICAM presentó uno de sus estudios más ambiciosos, El Álamo, un registro de datos demográficos y terapéuticos de pacientes de cáncer de mama que llega hasta nuestros días.
“El Álamo nos ayuda a conocer la situación porque, lamentablemente, en España no hay registros fiables. Nos informa de la evolución de las enfermas a lo largo de 8-10 años y nos da claves para saber en qué tenemos que mejorar”, apunta el especialista.
Además de la investigación nacional, GEICAM miró a América al emprender el primer estudio en colaboración con el grupo estadounidense NSABP y presentar una comunicación oral sobre el uso del tamoxifeno en tratamiento adyuvante en mujeres postmenopáusicas en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés).
Esa fue la primera de varias presentaciones de estudios de GEICAM en la cita mundial de la oncología y el inicio de la publicación en las principales revistas científicas, ya un total de 563, como The New England Journal of Medicine, Annals of Oncology, The Lancet Oncology o Journal of National Cancer Institute, entre otras.
En 2003, GEICAM fue declarada entidad de Utilidad Pública en reconocimiento a su labor social.
Entonces, la colaboración con las distintas asociaciones de pacientes ya era uno de los pilares del grupo, tanto para ofrecerles asesoramiento científico, como para conocer sus necesidades, una de las claves de la investigación.
Cambios en la trayectoria del grupo
Un giro en la trayectoria de GEICAM fue cuando se definió una nueva política de estudios enfocada en la biología del tumor y, por tanto, en la medicina personalizada, diseñándose estudios adaptados al subtipo tumoral.
En 2008, cuando comenzaba la crisis económica mundial, se organizó la primera edición de la Revisión Anual GEICAM en cáncer de mama (RAGMA) y un año después nace la Fundación GEICAM para la promoción del estudio y la investigación en el campo de la oncología y, en particular, el cáncer de mama.
En su andadura, GEICAM se va adaptando a los tiempos y constituye grupos de trabajo por tipo de tratamiento (adyuvancia, neoadyuvancia, metastásico y prevención) y crea netGEICAM primera red de hospitales españoles de excelencia dirigida a fomentar los estudios clínicos en fases precoces.
Los diferentes estudios que GEICAM puso en marcha se adaptaron a los progresos estudiando así combinaciones con anticuerpos monoclonales; el impacto del cáncer de mama en mujeres embarazados o incidiendo en terapias contra el tumor metastásico.
A nivel internacional, otro paso al frente fue analizar los genes de 30 tipos de cáncer, lo que promueve una nueva clasificación en función de sus anormalidades moleculares, además de por su lugar de origen.
Y eso da lugar a la apertura del biobanco de GEICAM, un registro de muestras biológicas clave para la investigación biomédica.
La prevención del cáncer de mama
Pero no todos los estudios son moleculares o biológicos, el estudio EpiGEICAM analiza el estilo de vida y su relación con el riesgo de padecer cáncer de mama en España, iniciando así una línea de trabajo sobre los factores de riesgo modificables.
Este estudio demostró el efecto protector de la dieta mediterránea frente al riesgo de desarrollar cáncer de mama, mientras que el EFiK analizó el impacto del ejercicio físico en la proliferación y la agresividad tumoral en casos precoces.
El compromiso de GEICAM por promover los hábitos saludables como factor de prevención contra el cáncer es una constante a lo largo de esta carrera de fondo.

20 años, nueva estructura
Así llega GEICAM al 2015, el año de su 20 aniversario y el momento de renovar su estructura organizativa con la creación de un Comité Científico, mientras que los grupos de trabajo se reorganizan en función de la biología molecular y no del tratamiento como hasta ese momento.
En esos años, la inmunoterapia ha irrumpido en el tratamiento contra cánceres con determinadas alteraciones moleculares, con éxito en tumores de pulmón o melanoma.
GEICAM ya puso en marcha hace más de diez años el primer estudio de inmunoterapia para cáncer de mama al que siguieron otros, como el IMPASSION, que arroja esperanza para el subtipo menos frecuente pero más agresivo, el triple negativo.
En 2017, el presidente de GEICAM, Miguel Martín, recibe el premio ESMO que otorga la Sociedad Europea de Oncología Médica por sus aportaciones en la investigación y tratamiento del cáncer de mama.
El impacto del coronavirus
GEICAM cumple su 25 aniversario en 2020, en uno de los peores episodios de los últimos cien años: la pandemia de coronavirus.
“Ha supuesto una parada en la investigación clínica que luego hemos ido reajustando. En mi hospital ha habido una reducción del 40% de pacientes en ensayos clínicos”, relata el también jefe del Servicio de Oncología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
El doctor Martín se queja de que esta pandemia ha hecho que las revistas científicas dieran prioridad a cualquier estudio sobre la COVID, aunque luego tuvieran que rectificar, perjudicando la publicación de otros importantes para el cáncer de mama.
“Esta pandemia terminará, pero dejará unas secuelas económicas que perjudicarán a la investigación y si la investigación académica ya estaba antes mal financiada, no vemos buenas perspectivas”.
Fin de mandato
Tras 25 años siendo reelegido presidente de GEICAM, Miguel Martín anuncia que este es su último mandato. Este año el grupo celebrará nuevas elecciones y contempla una presidencia conjunta de transición entre la actual dirección y las nuevas generaciones que sean elegidas.
Con motivo de este aniversario, el grupo ha lanzado la campaña #generacionesGEICAM para agradecer la generosidad de las pacientes y la labor de los investigadores.
En esta carrera de fondo de 25 años todavía no se vislumbra la meta: “Hasta que no se cure al cien por cien de las mujeres, y con secuelas mínimas, el cáncer de mama seguirá siendo un importantísimo problema de salud”, concluye el presidente de GEICAM.
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