Son solo unas niñas y ya saben lo que es sufrir una mutilación. Recuerdan a la perfección el momento en que sus madres las llevaron a sus pueblos de origen en Egipto y las dejaron en manos de una comadrona o doctor para que les extirparan el clítoris.

La ablación genital, una lacra para las egipcias
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  • 11 de enero, 2013
  • EL CAIRO/EFE/BELÉN DELGADO

Cada año, miles de egipcias se someten a esta dolorosa práctica que entraña serios riesgos que pueden derivar en complicaciones médicas y afectar su salud física y sexual de por vida, advierte la Sociedad egipcia de Ginecología.

Si se toman procedimientos pobres de prevención y control, las menores pueden sangrar, sufrir infecciones y contraer el sida, explica el representante adjunto del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Egipto, Magdy Jaled. A eso se suma la posibilidad de tener traumas psicológicos y dificultades en la vida matrimonial y sexual.

Las asociaciones locales llevan tiempo previniendo a los estudiantes de Medicina sobre esa problemática, a sabiendas de que los médicos practican de forma clandestina casi el 70 % de las ablaciones genitales en el país, según la ONU.

Algunos de estos profesionales recomiendan la ablación genital cuando los labios que bordean la vulva son gruesos, aunque no existan razones ni estudios científicos que lo justifiquen.

“Mi padre no quería que destruyera mi familia”

No hace falta salir de El Cairo para toparse con esa mala praxis. A sus trece años, Ahlem no olvida lo que le pasó cuando apenas había cumplido los nueve. “Mi madre me explicó que me iban a quitar una parte de mi cuerpo que no era necesaria y mi padre me dijo que no quería que yo destruyera la familia”, apunta con una voz casi inaudible. A partir de ahí, comenzó su calvario.

La rociaron con un spray para que no sintiera el dolor y la mutilaron con una navaja. La hemorragia le duró hasta dos semanas, por más que habían intentado cortarla con un remedio “casero”, colocándole encima las cenizas de un horno.

Ese tipo de experiencias son las que comparten un grupo de niñas, jóvenes y adultas en barrios pobres como el de Jairala, en el sur de la capital. En las sesiones, abordan muchas situaciones diarias, como son los matrimonios y embarazos a una edad temprana, o la falta de educación y de seguridad.

La mutilación genial femenina es uno de esos problemas. Latifa Abdalá cede uno de los cuartos de su humilde vivienda, junto a la tienda de productos básicos que regenta, para hablar de ello y concienciar así a sus vecinas. “A mis cuatro hijas les han practicado la ablación. Mi madre insistió mucho y yo ni siquiera sabía de estas charlas”, apunta Abdalá, comprometida ahora con su erradicación.

Para combatir esa práctica hace falta superar muchos prejuicios. Como aquellos que dicen que la ablación reduce el apetito sexual y la infidelidad entre las mujeres, e incluso hace el cuerpo más femenino.

Una gota de agua en el desierto

Mona Hasin, que trabaja en la ONG Plan, cree que esas ideas pueden cambiar con la ayuda de los imanes musulmanes y curas cristianos, que tienen un fuerte peso en la comunidad, sin olvidar la influencia de los médicos.

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“Las chicas son más conscientes del problema que las madres, porque su recuerdo es más reciente”, asegura Hasin, que reconoce que la última palabra no depende de las adolescentes, sino muchas veces de la abuela o el futuro marido, que lo exigen ejerciendo su autoridad.

En Egipto, esta costumbre, que se practica a las menores desde tiempos inmemoriales, está muy arraigada en las zonas rurales y en el sur del país.

Se calcula que más del 90 % de las egipcias se han sometido a la ablación genital, aunque ese porcentaje ha descendido poco a poco en los últimos años entre las jóvenes.

Desde 2008, a raíz de la muerte de una joven que sufrió complicaciones tras someterse a la mutilación genital, tanto la extirpación del clítoris como la de los labios están castigadas con penas de hasta dos años de cárcel y algo más de 600 euros en el país.

Sin embargo, el reciente ascenso al poder de los islamistas puede cambiar el alcance de estas medidas. La prohibición de la ablación ya ha sido objeto de rechazo entre algunos diputados ultraconservadores en el Parlamento. Uno de ellos, Ahmad Ramadan, pidió equiparar la circuncisión de los hombres y la mutilación genital de las mujeres por una cuestión de “igualdad”.

En una aldea al sur de El Cairo, el Partido Libertad y Justicia (de los Hermanos Musulmanes) fue denunciado por haber organizado una campaña de servicios médicos, en los que se incluía la ablación genital por menos de cinco euros, lo que después negó la formación islamista.

Erradicación

La erradicación de la ablación tiene aún muchos obstáculos que vencer. “Puede que no progresemos o vayamos tan rápido como esperamos para reducirla, pero tampoco creo que volvamos al pasado”, sostiene el representante adjunto del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

En el actual periodo convulso de transición democrática que atraviesa Egipto, los organismos internacionales y asociaciones médicas locales han dado la voz de alarma, ante la posibilidad de que se levante la prohibición de la ablación genital.

“Este es un momento desafiante, pero necesitamos prestar atención (a este problema), trabajar mano a mano con el Gobierno, la sociedad civil y otras agencias de la ONU”, expresa Jaled, que insiste en no descuidar la agenda de derechos humanos.