El lenguaje positivo es un acto creativo y personal que nos hace ver el mundo de una determinada manera. ¿Qué repercusión tienen las palabras en el cerebro?, ¿podemos ser felices utilizando un lenguaje positivo?, ¿cómo podemos cambiar nuestro lenguaje?. EFEsalud ha hablado con Luis Castellanos, filósofo y divulgador del bienestar lingüístico, para ahondar en estas cuestiones con motivo de la publicación de su nueva obra "El lenguaje de la felicidad" (Ed. Paidós)

El lenguaje de la felicidad

Luis Castellanos es uno de los pioneros a nivel mundial en la investigación del lenguaje positivo y de su aplicación para conseguir un mundo mejor.

Autor de otras publicaciones como La ciencia del lenguaje positivo y Educar en lenguaje positivo presenta su nuevo libro en el que invita al lector a construir su propio lenguaje positivo y a ser consciente de él.

“Las palabras positivas te regalan tiempo, te hacen estar más concentrado, más atento, te hacen compartir y trabajar mejor en equipo; mientras que las negativas te hacen rumiar, te restan tiempo, te distraen porque eres más lento en las tomas de decisión”, explica Castellanos.

Palabras como amor, beso, dulzura, felicidad, alegría, abrazo, caricia, compasión, te quiero... nos dan vida. Otras como odio, violencia o guerra nos la quitan. Tanto el lenguaje positivo como el negativo son complementarios y necesarios, pero hay que ser cautelosos con cuál es el que domina más en el día a día.

el lenguaje de la felicidad
Luis Castellanos, filósofo e investigador del lenguaje positivo/ Foto cedida

Los modelos de felicidad actuales están orientados hacia el consumismo y el éxito, sin embargo la felicidad no es satisfacción, ni bienestar (aunque a veces la contenga), explica el filósofo para EFEsalud.

“Si no nos damos cuenta que el lenguaje va a ser la gran revolución del siglo XXI seguiremos con estas velocidades e imprecisiones y confundiremos lo que es la satisfacción, el bienestar o la alegría con la felicidad”. El éxito de una persona, para Castellanos, es “la calidad de las narraciones y las historias que yo me cuento a mí mismo y si son capaces de llegar al otro”.

Para poder hacer estas narraciones es importante que nuestro lenguaje sea positivo y somos nosotros los responsables de crearlo, por lo tanto somos artesanos de nuestra propia felicidad.

“El lenguaje positivo es una construcción, un invento que tú tienes que hacer para que tu historia sea mejor. Es la capacidad de mirar las palabras que están construyendo tus historias para saber si las que has elegido realmente te ayudan” explica el autor.

“Para mí el lenguaje de la felicidad es amigarte contigo mismo para amigarte con el mundo. Es encontrar esa amistad excepcional e invencible con la vida, con la existencia y con todo tipo de vida”, añade.

Pero para poder desarrollar un lenguaje que te haga feliz hay que tener presentes dos verbos: dar y recibir. “Uno tiene que dejarse ayudar, es decir, recibir. Y otros son capaces de dar”, argumenta Luis. El uso de palabras positivas junto con la conjugación de estos verbos nos ayuda a tener una visión y una postura ante el mundo que te puede hacer feliz.

Lo más difícil es tomar conciencia de nuestro lenguaje y cambiarlo. Para ello Luis Castellanos nos propone 5 pasos que denomina “enemigos del aprendizaje”.

El primero es la culpa porque culpar a los demás evita que aprendamos. El segundo es la excusa; siempre encontramos una excusa para todo. El tercero, la queja.

“También tienes que estar atento a la crítica indiscriminada que va más allá de lo que pensamos. El espíritu crítico es necesario, pero la crítica indiscriminada me lleva a juzgar a la otra persona y etiquetarla y entonces ya no aprenderé quién es”, explica como cuarto paso.

El quinto y último, el más importante para Luis Castellanos, es la ausencia de generosidad. “La generosidad forma parte de la existencia del ser humano. El lenguaje de la felicidad es la capacidad de construir ese lenguaje amable, de amistad y cálido”, señala.

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