Cuando llega la noche, y la oscuridad del dormitorio se llena de estrellitas y lunitas fosforescentes proyectadas en el techo por un juguete dormilón, los padres de un bebé de siete meses, como tuvo nuestra protagonista en su día, se tumban en la cama con al menos un íntimo deseo: “Por favor, que no se despierte la criatura”

Los despertares de Julia

Los despertares de Julia

  • 18 de noviembre, 2014
  • Javier Tovar

La doctora María Angustias Salmerón Ruiz, pediatra del Hospital La Paz, abre nuestros ojos a los despertares nocturnos del bebé, una circunstancia de la etapa infantil que “puede alterar la convivencia familiar hasta el punto de desencadenar cierta irritación permanente en mamá y papá durante sus tres primeros años de vida, incluso algo más”.

Los padres se suelen plantear dos preguntas: ¿Qué es lo que estoy haciendo mal? o ¿Mi bebé tendrá alguna enfermedad?… cuestiones que se responden en la consulta del pediatra o con el paso del tiempo, ya que el sueño es un hito del desarrollo infantil.

La Asociación Española de Pediatría (AEP) subscribe que la mayoría de los niños desarrollan un patrón de sueño normal sin ninguna clase de ayuda, al igual que la gran mayoría aprende a caminar o a controlar esfínteres sin entrenamiento de ningún tipo.

Lloros, ojeras y estrés

El sueño solo pasa por dos fases durante los tres primeros meses de vida (semialerta y profundo), y a partir del segundo semestre van apareciendo las cuatro fases de sueño de la edad adulta, pero cada bebé evolucionará de forma particular.

“Hasta el segundo o tercer mes de vida el bebé no establece el ritmo circadiano del sueño. No diferencia lo que es el día de la noche. De forma sucesiva tienen periodos de tres o cuatro horas en las que comen, duermen o son aseados; a diferencia de los niños de mayor edad, donde la actividad se concentra de día y se duerme por la noche”, expone.

El temperamento individual y el ambiente familiar contribuyen a que algunos bebés tengan más dificultades para conciliar el sueño o más ansiedad en la separación de los padres.

“Pese a que los despertares nocturnos son muy frecuentes, no se consideran patológicos y no ocultan enfermedades. Cada bebé consigue dormir de un tirón según va cumpliendo meses y se va haciendo mayor. Alrededor de un 50% de los niños hacia los tres años”, apunta la doctora Salmerón.

La pediatra María Salmerón, nos explica los trastornos del sueño durante el primer año de vida de un bebé, mientras su hija Julia, de pie y apoyada en el mueble del salón, nos mira con atención.
La movilidad de Julia determina el sueño nocturno. EFE / GRB

Rutina, rutina y… observación

Una de las preocupaciones maternas consiste, precisamente, en saber cuándo va a dormir su bebé toda la noche. Por eso, si los despertares son muy frecuentes, “los padres deben elaborar un historial” para conocer qué posibles hábitos puedan estar interfiriendo en el sueño del bebé.

Se sabe, por diferentes estudios científicos, que los bebés prolongan el sueño cuando se van a la cama en la horquilla horaria que discurre entre las 19.30 hasta las 21.30 horas; cuando acostarse y levantarse se realiza más o menos a las mismas horas y de forma rutinaria.

También tendríamos que fijarnos en el tipo de actividades físicas que desarrollan cuando están despiertos, cuando empiezan a gatear o a dar sus primeros pasos; o si están enfermos; o en el periodo de la molesta dentición; o si la mamá regresa a la rutina del trabajo.

“En ocasiones, los bebés de entre siete y nueve meses, que incluso duermen de un tirón durante la noche, que más o menos ya tenían un patrón aprehendido, comienzan a despertarse con mayor frecuencia; es decir, que a lo largo del primer año de vida existen condicionantes a la hora de que el bebé pueda dormir toda la noche sin despertarse o tenga múltiples despertares, previene María Salmerón.

La cama de mamá y papá

¿Existe algún tipo de riesgo cuando el bebé duerme al lado de sus progenitores, sobre el mismo colchón? Este hábito social genera gran controversia entre los pediatras.

Para la especialista de La Paz, “los padres decidirán si pasa la noche en la cuna, ya sea dentro del dormitorio conyugal, en otra habitación (aunque se recomienda que el bebé permanezca bajo la atención nocturna de los adultos hasta el tercer mes de vida), o en la propia cama de la pareja. No hay razones objetivas para elegir una u otra forma de dormir“.

De hecho, María Salmerón pensó en el colecho durante su embarazo y lo puso en práctica durante el primer mes de vida de Julia, pero su hija es “extremadamente calurosa” y se impuso la realidad. El matrimonio decidió entonces que durmiera en una cuna, junto al lado maternal de la cama.

La doctora María Salmerón, sentada en el suelo, vestida con camisa blanca y cazadora gris sin mangas, habla para efesalud mientras su hija Julia, de pie agarrada al reposabrazos del sillón orejero, juega distraída.
La mamá pediatra y su hija Julia nos enseñan a comprender los despertares nocturnos del bebé. EFE / GRB

La traición del alcohol, el tabaco y el colchón

En cualquiera de los casos, y siguiendo las directrices de la SEP, la doctora Salmerón nos recuerda que “si los padres optan por acostar al bebé en su propia cama para facilitar, por ejemplo, las tomas del pecho de la madre, tienen que ser conscientes de algunos riesgos, entre ellos se apunta la posibilidad de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) cuando el bebé es menor de tres meses, aunque no existe evidencia científica.

Por encima de esa edad, y  si los padres son escrupulosos en la aplicación de las normas de seguridad, no hay riesgos demostrados por practicar el colecho.

De forma orientativa, “el bebé debe estar acostado boca arriba, con la espaldita pegada a la superficie, que debe ser estable: los colchones de agua o muy mulliditos, los sofás envolventes y los cojines grandes y esponjosos, no son aconsejables para el descanso del bebé”, señala.

Las mantas o edredones no deben ser pesados, ni cubrirle la cabeza y la temperatura en la habitación agradable, alrededor de 21 grados. Debemos evitar que los bebés duerman excesivamente abrigados por mantas y sábanas. De hecho, María Salmerón recomienda “que duerman con un saco de bebé“. Tampoco son convenientes los elementos protectores de las barras perimetrales de las cunas.

De todos modos, si el bebé se despierta, se le puede ofrecer una toma si parece que tiene hambre, pero a partir de los ocho meses se puede probar primero a consolarle con caricias y arrullos o bien ofrecerle agua. Es preferible no encender la luz, ni jugar con el bebé; y si fuera posible, no sacarlo de la cuna.

Si nuestro bebé llora es preferible calmarlo primero en brazos, antes de devolverle a la cuna, con gestos tranquilos.

A su parecer, siempre se debe atender el llanto del bebé durante la noche: “Hay determinadas corrientes de opinión que deducen que dejar llorar al bebé les ayuda a dormir, pero otros consideramos que esta forma de actuar puede entrañar riesgos futuros”.

¿Podemos asumir peligros?

En la práctica del colecho es necesario que los padres no duerman con el bebé si tienen tienen dificultades para despertar -hipersomnia-; han tomado algún tipo de medicina tranquilizante; somníferos; o han ingerido bebidas alcohólicas.

Para María Salmeron, conviene que el bebé duerma entre mamá y la pared, o entre la mamá y una barrera para impedir la caída del bebé de la cama, o entre la mamá y la cuna del bebé, ya que los padres “tardan un poco” en concienciarse de la presencia del bebé en la cama, a diferencia de las mujeres, que son muy conscientes de la presencia del bebé desde su nacimiento.

Además, los adultos no deben fumar en una casa donde vivan niños. “Fumar en el hogar familiar está relacionado con la muerte súbita del bebé lactante“, advierte.

Por todos estos motivos, la pediatra no ve inconvenientes en el colecho, siempre que se realice, insiste, con plena seguridad. “Es más, es altamente aconsejable para madres con lactancia materna exclusiva”.

El descanso nocturno de la familia es “duro” cuando el bebé se despierta con frecuencia, pero como dice María Salmerón, la madre de Julia, una niña muy despierta, sonriente y feliz, que está a punto de cumplir su primer año de vida, “tenemos que disfrutar de nuestros hijos incluso cuando no duermes”.

 

La doctora Salmerón publica un blog:  http://mimamayanoespediatra.blogspot.com.es/