A pesar de que existe escasa literatura científica al respecto, los microplásticos o nanoplásticos pueden estar afectando a nuestra salud: hígado, bazo, pulmones, aparato digestivo, sistema linfático….

El hecho cierto es que el ser humano está expuesto a ellos en multitud de ocasiones en su vida diaria: por vía aérea, por ingesta de alimentos procesados o de animales que han ingerido a su vez plástico.
Tras la ingesta, las partículas pueden acumularse en el aparato digestivo, produciéndose su excreción posteriormente (horas o días), o trasladarse al tejido corporal alcanzando o no el aparato circulatorio”
Así lo explica a EFEsalud el doctor Gerardo Clemente, jefe de Hepatología y Gastroenterología del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en Madrid.
En el ser humano, si las partículas se ingieren o inhalan, “la localización final puede estar en el pulmón o en el aparato digestivo”.
Concretamente en el intestino, al perder el moco la viscosidad protectora, “las partículas pueden penetrar, pudiéndose acumular en las placas de Peyer, principalmente en el íleon terminal, o en el epitelio de las vellosidades intestinales”.
Y si las partículas son captadas por los macrófagos, pueden llegar a los conductos linfáticos y ganglios y, finalmente, y a través de la circulación sistémica, “a otros órganos como la medula ósea, los riñones, el bazo o el hígado”.
Son muchos los factores, “no bien conocidos en la actualidad”, que pueden determinar el riesgo sobre los humanos de la ingestión o inhalación de los residuos plásticos, como la dosis, perduración o forma de contacto”.
El problema radica en que no se cuenta con herramientas tecnológicas que puedan discernir si la lesión hallada en un órgano humano se debe a los micro o nano plásticos o a otros tóxicos.
Cuanto más pequeños más tóxicos
Refiere también el doctor Clemente que cuanto más pequeños son los micros o nanoplásticos “más tóxicos son” para la salud.
Pero incide en la idea de que las lesiones a nivel orgánico son muy parecidas a otros tóxicos, y “es difícil relacionar que ese daño sea fruto de la ingesta de pescados que hayan comido a su vez plástico o por ejemplo de la exposición a partículas muy pequeñas”.
Por lo que nos hallamos en una carrera muy difícil:
Todos los años se producen más de 300 millones de toneladas de plástico, es decir más del 50 % de los residuos “y la exposición tiene que ser muy importante en animales, hortalizas… y por tanto en el ser humano”.
Lo lógico es pensar que si otros organismos vivos se ven perjudicados, “los humanos que estamos expuestos por varias vías “también podemos estarlo, y hay que estar atentos a cualquier alteración que pueda surgir a nivel hepático, pulmonar, gástrico… y a ser posible profundizar”.
Microplásticos: impactos dañinos
En la actualidad los plásticos (polímeros de cadena larga) son materiales de amplio uso y casi insustituibles en múltiples ámbitos de nuestra vida cotidiana.
Su producción, que supera ampliamente los 300 millones de toneladas anuales, abarca diferentes tamaños (macro, microplásticos y nanoplásticos) y diversas formas según su destino.
Dado que esa cantidad tiene un reciclaje y una reutilización bajos, constituyen el 54 % de la masa global de residuos.
Según su tamaño, forma y tipo son causantes, durante su ciclo vital, de numerosos y variados impactos dañinos en diferentes ecosistemas, con repercusiones bioquímicas y fisiológicas para diferentes especies.
Pero en el momento actual los nanoplásticos tienen propiedades toxicológicas desconocidas.
De dónde viene su toxicidad
Recuerda este especialista que los polímeros plásticos suelen ser considerados materiales inertes, pero su toxicidad viene determinada por la polimerización, la degradación que han sufrido y por los contaminantes que hayan podido adsorber.
Igualmente, estos plásticos pueden tener sustancias químicas endógenas, pueden concentrar metales, hidrocarburos o plaguicidas e, incluso, productos farmacéuticos y de cuidado personal, que se pueden depositar en el agua, los sedimentos e, incluso, en el aire.
“No sorprende, pues, que muchos de estos contaminantes hayan sido catalogados como tóxicos o incluso con cierta acción endocrina”.
Los contaminantes absorbidos en el plástico pueden entrar en los organismos por inhalación (la de mayor importancia), vía oral o dérmica.
Hay estudios que demuestran, igualmente, cómo las partículas plásticas de diferente tamaño son ingeridas por una gran variedad de organismos marinos (más de 690 especies marinas están contaminadas por residuos plásticos) o terrestres.
En otras ocasiones, la contaminación viene determinada por vía trófica al servir algunos animales como fuente de alimentación de otros.
“Además de por lo anterior -reitera- los seres humanos pueden exponerse a través de alimentos procesados”.

Microplásticos: qué dice Naciones Unidas
Según un articulo publicado en la página de Naciones Unidas en 2019, los microplásticos se han encontrado en diversos alimentos consumidos por seres humanos, como la cerveza, la miel y la sal de mesa, pero son los mariscos la fuente mejor conocida a la que se expone el consumidor.
A pesar de que los filetes de pescado y los peces grandes son dos de los productos más consumidos de la pesca, éstos no constituyen las fuentes más probables o significativas de microplásticos.
Explica Esther Garrido, profesional de inocuidad alimentaria para el Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO que si tienes un pescado al que normalmente le quitas las vísceras cuando lo vas a consumir, “muy probablemente no vas a estar consumiendo microplásticos”.
Desde el punto de vista de la inocuidad alimentaria el riesgo es menor.
“Pero cuando hablamos de animales o pescados pequeños que se consumen enteros, cualquier animal marino que se consuma con el intestino, pues podemos decir que los humanos estamos expuestos a la ingesta de microplásticos”.
Según las fuentes, los científicos realizaron una evaluación de riesgo basado en la mayor exposición posible de un humano a microplásticos, el consumo de una ración de 250 gramos de mejillones, que contenía 9 microgramos de plástico.
En ella determinaron que, si existen concentraciones altas de aditivos o contaminantes conocidos, y asumiendo que se liberan completamente, tendrían un impacto significante al aporte dietético general de estas sustancias.
Los humanos ya están expuestos a contaminantes asociados a los plásticos a través de diversas fuentes como el agua, el aire y alimentos como los pescados grasos, el arenque y la caballa, por ejemplo.
La inhalación de polvos, la leche materna y los alimentos (incluidos pescados, crustáceos y moluscos), están considerados como las principales fuentes de exposición a los retardantes de llama bromados (compuestos altamente neurotóxicos).
Además, la exposición humana al bisfenol A (BPA) es bastante generalizada, ya que su presencia en la dieta humana es frecuente, especialmente a través de alimentos y mariscos enlatados.
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