Por su nombre de pila, Miguel Ángel, quizá a algunos les resulte familiar pero no terminen de ubicarlo. Pero si se le añade “Miguel Ángel, el padre que se acaba de graduar en Medicina para entender la enfermedad rara de su hija”, muchos sabrán quién es. En las últimas semanas ha aparecido en casi todos los medios de comunicación, y es que, sin quererlo, este valenciano se ha convertido en un padre coraje de bata blanca

Miguel Ángel Orquín entró en la facultad de Medicina y Odontología de Valencia con 36 años, es decir, doblaba la edad a sus todavía adolescentes compañeros. “Pensé: esto me va a venir grande, esta gente está muy preparada”, revela para EFEsalud el recién graduado. Sin embargo, se autoconvenció de que tenía una meta moral que alcanzar con nombre propio: Mara.
Una familia volcada en entender el Idic 15
El síndrome Idic 15 es una enfermedad rara que tiene una prevalencia de 1 caso cada 30.000 nacidos vivos. Mara Orquín, de 12 años, es uno de ellos. Esta niña padece problemas motrices, dificultades a la hora de comunicarse y un comportamiento parecido al autismo que impide que pueda desarrollar su vida sin ayuda de terceras personas. Pero Mara es también el ojito derecho de Miguel Ángel.
Este padre valenciano explica que su hija no es consciente de la enfermedad, aunque sí de algunas limitaciones y asegura que “el ver que es feliz y ver que no es consciente, a nosotros nos hace felices”. No se considera, como le apodaban en la universidad y ahora los medios, ‘padre coraje’. “No soy un padre coraje, soy un padre. Y como todo padre lo que tiene que hacer es amar a sus hijos. Si la amas, tienes que luchar por ella”, sentencia Orquín.
Miguel Ángel siempre habla en plural al referirse a la vida de Mara y a su éxito alcanzado, “este es un proyecto de familia común: hermano coraje, madre coraje y abuela coraje”. Sabe que sin Natalia, su mujer, no habría podido dedicar tanto tiempo al estudio, y alaba la labor de su hijo pequeño, Joan, de ocho años, porque “le da muchísima naturalidad, más que nosotros por muy adaptados que estemos”.
De cortar mantas a salvar vidas
¿Qué es lo que llevó a Miguel Ángel a matricularse en la Universidad y a recorrer cada día los 100 kilómetros que la separan de su casa? “Teníamos los ingredientes perfectos: la vocación de pequeño, los dos estábamos en desempleo y las dudas de Mara, nadie nos daba respuestas”. Y se lanzó, con éxito, a la piscina de la Medicina.

Mientras trabajaba como cortador de mantas, el valenciano estudió un Ciclo Formativo de Grado Superior de Imagen para el Diagnóstico porque quería que su paso por la vida lo llenase algo que le gustase. Obtuvo una nota superior a 9 que le permitió acceder directamente a la carrera de sus sueños cuando se quedó en paro.
Llegó la hora de empezar el curso, de entrar en las aulas, de abrir los libros y estudiar. Y de vivir la época universitaria, que nunca es tarde. “No he tenido compañeros así en toda mi vida”, señala orgulloso, y menciona en especial a Jorge, el que para él es como un ‘hermano’. En cuanto al profesorado, Miguel Ángel refiere que muchos le decían que no les daba tiempo a escuchar su historia, mientras que otros han demostrado tener una gran sensibilidad y empatía con el sufrimiento ajeno.
Los retos de Miguel Ángel: el MIR y 123.000 euros
El mérito de Miguel Ángel no radica solo en haber aprobado todas las asignaturas de la carrera. Cuando estaba en segundo curso presentó a algunos catedráticos de bioquímica y biología molecular una línea de investigación. Quedaron tan impresionados que formaron un equipo de diez personas para desarrollarlo. “Sería el primer estudio metabólico serio a nivel mundial”, refiere el padre de Mara.
¿Qué es lo que falta? La financiación: 123.000 euros, un reto del que llevan ya 21.000.
A partir del día 20 de este mes Miguel Ángel ha decidido aparcar este proyecto para prepararse las pruebas de Médico Interno Residente, el temido y ansiado MIR. No solo se conforma con aprobar, sino que dará lo mejor de sí mismo para sacar plaza en la especialidad de pediatría. “Nuestra prioridad número uno es la subsistencia familiar”, declara de forma sensata ya que hasta ahora han podido vivir de ahorros del paro y del resto de la familia.
Miguel Ángel tiene por delante siete meses de mucho estudio que compaginará con su faceta de padre para dedicarle a Mara el máximo tiempo posible que necesita. Siete meses para conseguir su sueño: convertirse en médico y así entender y ayudar a su hija y a otros niños como ella.
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