No nos gusta la muerte. No queremos ni nombrarla. La sociedad española, en general, la teme y la rechaza, pero la pandemia nos ha recordado diariamente su existencia. Sin embargo, nos brinda una oportunidad: la del duelo adelantado
Es una ocasión de oro para preparar el terreno emocional y mantener conversaciones honestas con familiares y amigos ya mayores o con enfermedades de mal pronóstico.
Este proceso de duelo adelantado permitirá desterrarla culpa y el remordimiento que corroe cuando no ha habido tiempo o valor para hablar sinceramente.
Se trata de restañar heridas, olvidar rencillas, comunicar bondades o mostrar simplemente nuestro cariño antes de que sea demasiado tarde.
“Cuando no te puedes despedir ni hablar de forma cercana, la culpa es mucho mayor, suelen ser secuencias que se quedan de forma traumática”, explica a EFEsalud José González Fernández, psicólogo sanitario, abogado y politólogo, coordinador del programa de duelo dePsicólogos sin Fronteras.
“El duelo por los muertos en la pandemia tiene todas las connotaciones de un duelo traumático: no poder despedirse, ni expresar lo que sentías, no participar en los cuidados, y en los momentos más duros no acudir siquiera a los tanatorios”.
“Y uno de los factores protectores frente a los sentimientos que conlleva un duelo (negación, ira, dolor…) es haber podido participar en los cuidados y también hablar con la persona o simplemente estar a su lado y tocarle la mano”.
Para el especialista, la actual coyuntura “debe animarnos a mantener conversaciones más directas” con aquellos que pensamos nos pueden dejar pronto.
El problema reside en que nos cuesta mucho dar este paso “y casi nadie se siente capaz de despedirse de una persona, pero se trata de una buena oportunidad para ser más honestos en el vínculo, para decir que le quieres y también lo que reprochas”.
En su opinión, la pandemia ha puesto sobre el tapete que la muerte “es un proceso natural de la vida y como tal hay que afrontarla, pero nuestra sociedad es tanatofóbica: hacemos de la muerte un tabú”.
Mirar cara a cara a la muerte
Y cuanto más cara a cara se mira a la muerte “con más naturalidad se digieren las emociones”.
Ayuda a ello “tener personas con quien puedas compartir tus emociones desagradables, no tener fobia de las mismas porque son necesarias … todo proceso de duelo conlleva momentos de enfado, rabia, tristeza, envidia, culpa….”
En su opinión, la sociedad española tiende a exagerar la emociones agradables y tapar las desagradables y “si buceas por las redes parece que estamos todo el día de fiesta”.
“De hecho hasta la emoción desagradable menos penada socialmente, la tristeza, suele ser diluida o bloqueada”
“Y no mostrar la otra parte no sólo no ayuda sino que dificulta”.
“Por otro lado, facilitar que el doliente conecte con sus emociones más desagradables es como ayudar a vomitar”.
EFE/Emilio Naranjo
En su libro “El Duelo. Crecer en la Pérdida” (RBA), escrito junto al neuropsicólogo Manuel Nevado Rey, se explica que en un duelo son tan necesarios los “bastones” de afrontamiento de las emociones como los de conexión vital”.
“Pero en nuestra sociedad generalmente surgen muchos más voluntarios para los segundos”.
La obra incluye ejercicios y dinámicas para afrontar esta etapa y profundiza en las raíces del duelo de pareja, duelo infantil, duelo por fallecimiento o duelo migratorio.
Contiene también consejos para los acompañantes del doliente.
Señala por ejemplo frases “inútiles” y muy comunes: “Sé como te sientes”; “Ahora ya descansáis los dos”; “Tú lo llevaras bien, eres fuerte”; “Suerte que tienes hijos y te ayudarán”; “Podría haber sido peor”; “No somos nadie”; “El tiempo todo lo cura”…
Constituyen expresiones, que según ambos autores, dificultan el permiso a conectar con la tristeza , el enfado y la rabia.
Tiempo de pandemia, duelo y humor
El factor terapéutico del humor también tiene cabida en esta obra porque “siempre consta de dos premisas fundamentales: verdad y dolor, y si falta una de las dos, no hay chiste”.
“Y la muerte es un concepto muy dado a presentar estas dos premisas”.
El consuelo, concluyen, está en la palabra, y si algo vertebra cualquier buena narración “es la capacidad de ordenar con criterios precisos una sucesión de palabras que provocan alivio, risa y tensión..”
“Y dejan una lectura clara: el duelo se puede superar a través del humor”.
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