Semana del Corazón. Con la intención de superar las limitaciones de las enfermedades vinculadas a una determinada edad, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha elaborado un documento de consenso sobre la prevención cardiovascular en pacientes mayores de ochenta años.

Pautas para un corazón octogenario, prevenciones y medidas
EFE/Ensar Ozdemir
  • 23 de septiembre, 2014
  • MADRID/EFE/ALEJANDRO PARRILLA

Hacerse mayor supone aceptar el peligro de padecer ciertas enfermedades. Sin embargo, las nuevas amenazas que puedan surgir no deben hacer olvidar otras causas por las que la salud puede verse dañada.

Una de esas causas son las enfermedades cardiovasculares que se han situado como el principal factor de mortalidad entre las personas mayores de 65 años, causando hasta el 45% de los fallecimientos en estas edades.

Ello hace que la prevención en salud deba ser igual o superior en las personas mayores de 80 años, las cuales suponen el 5,7% de la población, ya que estas patologías además del peligro de fallecimiento pueden limitar la independencia funcional y cognitiva del paciente.

Pautas para prevenir las enfermedades cardiovasculares

Las recomendaciones consensuadas en la reunión anual de la Sociedad Española de Cardiología, persiguen el objetivo de “preservar al máximo su capacidad funcional y cognitiva, y asegurar la mejor calidad de vida del anciano”, según el doctor Manuel Martínez–Sellés, presidente de la sección de cardiología geriátrica de la SEC.

Dentro de cada una de las pautas recomendadas se tienen en cuenta dos grupos de personas mayores de ochenta años.

Una señora se toma la presión arterial en la carpa de la Fundación Española del Corazón en Madrid. Efesalud.com
Una señora se toma la presión arterial en la carpa de la Fundación Española del Corazón en Madrid. EFE/CHEMA MOYA

El primero goza de una mayor calidad en su salud debido a una esperanza de vida superior a los tres años, la ausencia de otras enfermedades o la posesión de una buena capacidad funcional y cognitiva.

Por su parte, el segundo grupo hace referencia a personas con mayores riesgos sanitarios debido a su menor esperanza de vida así como debido a otras enfermedades o la aparición de demencia moderada o grave.

Modificación del estilo de vida. Esta pauta es recomendada sobre todo con respecto al primer grupo, cuya mejor condición permite incorporar pequeños cambios en los hábitos de vida que posibilitan mejorar su estado general de salud:

  • Eliminación del consumo de tabaco.
  • Individualización de la dieta.
  • Realización de ejercicio físico.

En el caso de las personas mayores incluidas en el segundo grupo, cuya calidad y esperanza de vida es menor, el impacto de estos elementos sobre su salud deben ser valorados por un médico.

“La toma de decisiones terapéuticas en pacientes muy ancianos debe ser un proceso individualizado”, afirma Manuel Martínez–Sellés.

Tratamiento de la hipertensión. Aunque cada caso debe ser analizado de forma individualizada, los niveles normales de presión arterial para el primer grupo se sitúan en los 150/90 mmHg, mientras que el segundo grupo deberá alcanzar unas cuotas de 160/90 mmHg.

Aquellos pacientes que no tengan estos niveles deberán intentar alcanzarlos mediante el primer punto analizado, modificando sus hábitos de vida, y en el caso de no conseguirlo se podrá iniciar un tratamiento farmacológico controlado por un profesional sanitario.

Control de la dislipidemis, es decir, la alteración del metabolismo de los lípidos. Los niveles adecuados del conocido como “colesterol malo” en prevención primaria, que hace referencia al paso previo a la aparición de la enfermedad, son superiores a los 130 mg/dl. En la prevención secundaria, es decir en los primeros estados de la patología, los niveles son superiores a 100 mg/dl.

Según la Sociedad Española de Cardiología, el tratamiento mediante las estatinas o fármacos utilizados para disminuir el colesterol es recomendado en la prevención secundaria, siendo limitado su uso en la prevención primaria y desaconsejable en el segundo grupo de personas mayores de 80 años.

“Creo que este documento va a suponer una gran mejora de la salud cardiovascular de los octogenarios en España”, señala.

Por último, el documento sobre las pautas de prevención aconseja la eliminación de trombos o coágulos mediante el consumo de aspirinas para todos los casos de prevención secundaria que no tengan un riesgo hemorrágico elevado.

Esta última recomendación se limita en la prevención primaria a los pacientes con un alto riesgo de padecer estos problemas, y se desaconseja en el caso de las personas octogenarias del segundo grupo, cuyo perfil de riesgo es mayor.