El primer programa mundial de vacunas contra la malaria ha comenzado esta semana en Malawi y se convierte en un paso histórico que pronto continuará en otros dos países donde el mal es endémico, Kenia y Ghana
Primer programa mundial de vacunación contra la malaria arranca en Malawi
La vacuna, denominada RTS,S, será inoculada a 360.000 niños de los tres países cada año, en un plan piloto que en caso de mostrar los mismos buenos resultados que en anteriores pruebas clínicas espera ser extendido en el plazo de unos dos años a otras naciones.
“Es un día histórico” en la búsqueda de una vacuna “que tiene casi cien años de antigüedad”, destacó a Efe el médico español Pedro Alonso, quien después de años de trabajo en la lucha contra la malaria en Mozambique dirige desde 2014 el Programa Global contra la Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según el epidemiólogo, la dificultad en la búsqueda de una vacuna contra una enfermedad que afecta a 200 millones de personas cada año estriba en que busca frenar un parásito, que es un organismo mucho más complejo que las bacterias y virus causantes de otras enfermedades.
“Es de una eficacia moderada, no es una vacuna perfecta, pero eso nos recuerda que se trata de una enfermedad muy compleja que a pesar de las enormes inversiones de los últimos años sigue matando a más de 400.000 personas cada año”, subrayó.
Antes de su aplicación a nivel nacional en Malawi, Kenia y Ghana, se llevaron a cabo test clínicos en 15.000 niños de siete países africanos entre 2019 y 2014, y en esos grupos controlados se logró reducir en un 40 por cien los casos de malaria y un 30 por ciento los más graves.
Propagada por el mosquito anofeles, la malaria o paludismo es una de las enfermedades más perjudiciales para el ser humano, al ser endémica en más de 80 países que representan el 40 por ciento de la población mundial.
África es la región más afectada por esta enfermedad, ya que en ese continente mueren cada año unos 250.000 niños por su causa, aunque también Latinoamérica tiene regiones endémicas, con un preocupante repunte en Venezuela.

“La situación venezolana nos preocupa mucho en la OMS”, admitió Alonso, quien destacó que después de que ese país fuera uno de los primeros del mundo en erradicar la enfermedad, hace más de medio siglo, ahora vuelve a tener alrededor de medio millón de casos anuales, cifra que se teme esté aumentando año tras año.
“Ha habido una alteración en los sistemas de salud del país, con falta de acceso a herramientas de lucha contra la malaria como fármacos o toldillos mosquiteros, y esto ha traído un aumento muy notable”, explicó.
Pese a ello, el médico español vaticinó que Venezuela no se sumará pronto a los programas de vacunación de RTS,S si éstos se extienden de Kenia, Malawi y Ghana a otros países, ya que a pesar de la gravedad los niveles de malaria en Venezuela éstos son aún muy inferiores a los de África.
La vacuna no es la primera desarrollada contra la malaria, pero sí es pionera en su distribución rutinaria a nivel nacional (los niños recibirán cuatro dosis de la vacuna desde los cinco meses hasta los dos años) y por haber sido evaluada por la Agencia Europea del Medicamento y los máximos comités asesores de la OMS.
El programa de vacunación, coordinado por la OMS, es desarrollado en colaboración con los tres ministerios de salud de los tres países implicados, junto a socios como el gigante farmacéutico GSK y las organizaciones GAVI-Vaccine Alliance, Global Fund y Unitaid, que lo financian con 50 millones de dólares.
Los casos de malaria importados se han duplicado en España
El número de casos de malaria importados se ha duplicado en España en los últimos diez años y ya son entre 700 y 800 las personas diagnosticadas, pero los especialistas en enfermedades infecciosas advierten de que la cifra podría alcanzar las 900 por los casos que no son determinados.
La malaria es una enfermedad “traicionera porque es una gran simuladora: se puede presentar con un síntoma respiratorio o gastrointestinal, aunque el cuadro fundamental es la fiebre”, según ha subrayado Rogelio López Vélez, jefe de la Unidad de Referencia Nacional para Enfermedades Tropicales del Hospital Ramón y Cajal, en unas jornadas organizadas ayer en Madrid, víspera del Día Mundial contra la Malaria, en el centro de investigación Diseases of the Developing World (DDW), que GSK tiene en Tres Cantos (Madrid).

La vacuna, fabricada por la farmacéutica GSK, ha comenzado esta semana a utilizarse en Malawi, y será inoculada a 360.000 niños, además, en Kenia y Ghana, en una estrategia más añadida a otras medidas de prevención para controlar la enfermedad en los países endémicos, si bien López Vélez ha dicho que “desafortunadamente de momento no es una vacuna para los viajeros internacionales”.
A los investigadores de GKS, que cuenta con un centro privado pionero y único en el mundo, dedicado en exclusiva al descubrimiento de nuevos tratamientos para enfermedades endémicas de países en desarrollo, como la malaria, les gustaría que la vacuna llegara a los pacientes en 2021 o 2022, según han señalado en la jornada.
Pero esta ya no es una cuestión científica y de desarrollo clínico, sino de que las entidades que tienen que financiar esa implementación sean capaces de trabajar conjuntamente.
España está libre de malaria porque no existe el vector infectado del género Anopheles después de una exitosa campaña contra estos insectos en 1964. La enfermedad está erradicada y los casos que se registran son importados.
En España estos casos se han duplicado y en el mundo también se ha registrado en el último año un repunte, después del importante descenso de 2010 a 2017: de 239 millones de casos al año pasaron a 219 millones.
Este repunte se debe, según Laura Sanz, gerente del grupo de Biología de la Unidad de Malaria del centro de GSK, a que se podrían haber relajado las medidas antimaláricas -fármacos y medidas preventivas-, porque es lo que ocurre cuando empiezan a descender el numero de casos.
Pero a ello hay que añadir la aparición de resistencias al medicamento que se utiliza en zonas endémicas de Camboya y Vietnam.
La pregunta es si se podría erradicar la malaria si se demostrara que la vacuna es efectiva. Según Javier Gamo, director de Biología de la Unidad de Malaria de GSK, “sería un arma muy importante, porque las vacunas siempre han jugado un papel fundamental en la erradicación de las enfermedades infecciosas”.

No obstante, a su juicio, “hacen falta tener frentes activos en todas las aproximaciones, en medicamentos para tratar y prevenirla, la vacuna para disminuir radicalmente las muertes y el control de vectores”.
Sería “un arma muy importante” porque según la OMS, la malaria causa 435.000 muertes anuales, el 60 % de las cuales afecta a niños menores de cinco años que residen mayoritariamente en el África subsahariana.
Es, según López-Vélez, uno de los grandes enemigos de la humanidad, un grave limitador del desarrollo y de la economía de estas regiones”.
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