“El motivo de consulta médica por el que se atiende un prolapso de órganos pélvicos se genera cuando una mujer nota que una especie de bulto está saliendo por su vagina, situación que causa gran asombro e inquietud”, dice la Dra. Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

La sorpresa POP de los órganos pélvicos

La sorpresa POP de los órganos pélvicos

Un prolapso es cualquier descenso hacia el suelo pélvico o periné de una parte de la vejiga, el útero, el recto, o las asas intestinales, a través de la vagina. Es una condición frecuente que pueden llegar a sufrir hasta el 40% de las mujeres multíparas, es decir, que han tenido varios partos. 

Además de la lógica alarma, el primer efecto que se produce en la mujer es el miedo ante la sospecha de que pueda ser un tumor maligno.

«Pero no es cáncer, solo un proceso físico benigno que hay que estudiar siempre en profundidad», destaca.

Las pacientes se enfrentan a una patología que provoca sensaciones muy molestas en función de la intensidad del prolapso: notan pesadez, algo que les roza al caminar o al sentarse, sin descartar que puedan observar sangre o secreciones en su ropa interior.

“Hay mujeres en las que el este prolapso apenas imperceptible; en otras quizá se lo palpen o se lo vean con la ayuda de un espejo; y algunas se lo ven y se lo tocan, llegando a tener que introducírselo para poder orinar o defecar”, especifica.

“El prolapso no solo provoca incontinencia urinaria o fecal, dificultad miccional o estreñimiento, sino que obstaculiza o causa dolor en las relaciones sexuales”.

Dra. Carmen González Enguita

El prolapso de órganos pélvico (POP) se convierte así en un problema que concierne también a otras especialidades médicas, como ginecología, coloproctología y rehabilitación o fisioterapia del suelo pélvico.

Dos mujeres pasean por la ciudad, una de ellas fumando un cigarrillo.

El origen del prolapso de órganos pélvicos

Los principales factores de riesgo involucrados en la aparición del prolapso estarán determinados por la edad de la paciente, ya que son más frecuentes después de la menopausia, más aún en la etapa de senilidad.

“Los cambios hormonales en la menopausia afectan a la capacidad de sostén de los tejidos y el envejecimiento provoca debilidad muscular”, explica la uróloga y cirujana de la Jiménez Díaz.

Influirán los múltiples partos, con mayor valoración si han sido traumáticos; la obesidad; los trabajos físicos desarrollados a lo largo de su vida; y también la mala calidad de los tejidos de su fisiología.

“Las enfermedades del colágeno en ocasiones son familiares (genéticas), o adquiridas”, aclara.

Por lo tanto, podemos ver que existen:

Factores Presdisponentes: ser mujer, factores neurológicos y anatómicos, patología muscular, fisiología del colágeno y factores ambientales.

Factores Estimuladores: parto, lesión neurológica o muscular, fractura de tejidos, cirugía radical o radiación del suelo pélvico. Incitan o provocan que suceda el prolapso.

Factores Promotores: obesidad, tabaquismo, tos crónica, enfermedades pulmonares, menopausia, infecciones, ciertos medicamentos, estreñimiento, ciertas profesiones, actividades recreativas y de ocio. Favorecen su aparición.

Factores Descompensadores: envejecimiento, demencia, debilidad, estar enferma y también algunos medicamentos. Provocan una situación desestabilizadora que favorece su aparición.

“Su origen básicamente es multifactorial, con lo cual podemos estar antes tejidos defectuosos, sometidos a presión abdominal normal, o tejidos normales sometidos a una alta presión abdominal, de forma crónica”, expone.

La Dra. González Enguita utiliza el símil de la hamaca para explicárselo a sus pacientes

“Los huesos, los músculos con sus fascias y los ligamentos de la pelvis forman una ‘hamaca’ en la parte inferior del abdomen, en la zona pélvica.

Esta hamaca soporta y sustenta vísceras como son las asas intestinales, el útero o el fondo del saco vaginal en el caso de histerectomía -útero extirpado-, la vejiga y el recto, evitando que salgan hacia exterior del cuerpo.

Si nuestra hamaca imaginaria no tiene la tensión adecuada (por exceso o por defecto), su sostén se verá comprometido. Y más aún, si en el centro de esa hamaca existe un agujero más grande de lo habitual (lo que correspondería al hiato vaginal), con el añadido de que la tela de la hamaca esté muy deteriorada, la sujeción visceral será ineficiente a todas luces.

Siguiendo con el ejemplo de nuestra hamaca, también sería como si intentáramos permanecer de pie sobre dicha tela.

De esta manera, una cuerda que sujetara nuestros brazos atados a la palmeras aumentaría las probabilidades de permanecer erguidos en la hamaca. Si estas cuerdas perdieran tensión o se rompieran, sería muy probable que nos cayésemos al suelo más temprano que tarde”.

El conjunto de las circunstancias que originan el POP, naturales o provocadas, condicionan que estas estructuras pueden verse debilitadas y los órganos que se apoyan en ellas desciendan y pueden verse desplazados de su situación anatómica normal. 

“Los órganos se prolapsan, pero no son ellos los protagonistas. En general, la vejiga, el útero o el recto están sanos. La causa está en los ligamentos, las fascias que los mantienen en su sitio, que hace de sostén y de sustento”, recalca la especialista.

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Dos mujeres conversan tomando café sentadas en un banco callejero del barrio del Poblenou de Barcelona. EFE/Marta Pérez

El diagnóstico de la mujer POP

El prolapso de órganos pélvicos es un problema global que afecta a todo el suelo pélvico, y aunque predomine el POP de un compartimento, por ejemplo el anterior y es la vejiga la que desciende, siempre hay que explorar bien los tres compartimentos.

“Buscando causas y soluciones posiblemente encontremos que existen alteraciones anatómicas y funcionales bien en el compartimento medio, donde está el útero, o bien en el posterior, donde se encuentra el recto”, menciona.

¿A qué especialista debe acudir la mujer para diagnosticar y tratar esta patología POP?

“Es muy curioso -resalta-, porque si bien el primer contacto suele ser en ginecología, desde esa consulta muchas pacientes son orientadas hacia la urología si lo que predomina es el descenso de la vejiga (cistocele) y hacia coloproctología si lo que predomina es el prolapso del recto (rectocele).

En ocasiones, la puerta de entrada de estas pacientes al sistema sanitario son las Unidades de Suelo Pélvico que tienen los Servicios de Rehabilitación y Fisioterapia.

“Pero lo más importante es acudir a una o un especialista que tenga la formación adecuada como para que pueda hacer una valoración y tenga una visión global de la patología”, aconseja la Dra. González Enguita.

L@s expert@s en esta patología reiteran una y otra vez que nunca hay un solo defecto o daño orgánico, sino que los problemas que provoca el POP son múltiples, y por tanto la visión debe ser integral.

Fachada principal del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid

Para un buen diagnóstico del origen del prolapso hay que realizar una detallada historia clínica y, a continuación, una muy buena exploración física

“La historia clínica, anamnesis, nos permite conocer a fondo el pasado de la mujer, fundamentalmente a nivel ginecológico, embarazos y partos. También, los síntomas que produce el prolapso y cómo afectan a la calidad de vida de la paciente, identificar posibles alteraciones del funcionamiento de la forma de orinar, defecar o problemas con las relaciones sexuales”.

Dra. Carmen González Enguita

La exploración Física posibilita la observación y palpación de los órganos que están involucrados en el prolapso. En este momento, se evalúa, además, la fuerza que tiene la musculatura del suelo pélvico.

“Con vejiga llena, y con ganas de orinar, hay que explorar a la mujer para determinar si el POP va acompañado de pérdida de orina. En ocasiones, a pesar de que la paciente nos haya comentado que no pierde orina, al reducir el prolapso manualmente descubrimos que sí tiene pérdidas de orina. Es lo que llamamos una incontinencia urinaria oculta”, describe.

La conclusión es, por lo tanto, multidisciplinar: personal sanitario de diferentes especialidades médicas, interrelacionadas, que abordan el mismo problema desde diferentes puntos de vista.

Dra. Carmen González Enguita“El objetivo no es otro que mejorar la calidad de vida de la mujer valorando todos los aspectos convergentes que guían hasta el mejor tratamiento. Debemos solucionar cuanto antes los cambios anatómicos y la disfuncionalidad de los órganos afectados por el prolapso”.

Doctora y cirujana Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz

Capítulo II del prolapso de órganos pélvicos: “Los tratamientos POP