Conocer la realidad sobre la seguridad en la administración de los tratamientos intravenosos contra el cáncer en los hospitales públicos españoles es el objetivo de un análisis en marcha propiciado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO) y la Fundación Excelencia y Calidad de la Oncología (ECO)

Del “Proyecto Iniciativas. Seguridad del paciente oncológico en la terapia intravenosa” nacerá un documento que recoja una serie de recomendaciones para la práctica clínica que garanticen la seguridad de la administración de tratamientos intravenosos como la quimioterapia, el más habitual, pero también otros innovadores como la inmunoterapia y las terapias dirigidas.
Por primera vez, oncólogos médicos y especialistas en enfermería oncológica se unen para diseccionar la atención al paciente con cáncer en relación con la seguridad de la administración de estos medicamentos por vena.
“La seguridad del paciente es la base de la calidad asistencial” y en cuanto a la administración de la medicación oncológica es en el año 2000 cuando empieza a fijarse el foco para detectar y controlar posibles errores”, explica la oncóloga Carmen Beato, una de los dos representantes de SEOM en este proyecto.
Puntos críticos en los tratamientos intravenosos
Este estudio multicéntrico a nivel estatal representará la variabilidad de prácticas del Sistema Nacional de Salud.
“Queremos identificar posibles puntos críticos para la seguridad que representen oportunidades de mejora en la prevención y atención a las reacciones secundarias”, explica en una nota el doctor Vicente Guillem, presidente de la Fundación ECO.
Y algunos de esos puntos críticos los resume la doctora Carmen Beato, médica en el Servicio de Oncología el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla:
“El primer problema puede ser seleccionar el dispositivo más adecuado” para cada paciente y su tratamiento, ya que existen diferentes mecanismos para aplicar el medicamento intravenoso.
Uno de ellos es una simple vía en la vena del paciente; otro es un acceso venoso central para tratamientos de larga duración que se implanta en el tejido subcutáneo en la zona del tórax; y un tercero, el más reciente y habitual, un catéter central colocado por vía periférica, denomina picc por sus siglas en inglés.
Este último catéter es en el que se va a centrar el estudio en marcha sobre los tratamientos intravenosos.
“Otro de los errores -añade la oncóloga- radica en que, aunque se seleccione bien el dispositivo, lo insertemos mal o no le hagamos el mantenimiento correcto”.

No siempre hay protocolos de actuación en todos los hospitales, ni funcionan igual; por eso, otro de los cometidos es comparar las normas existentes, además de “explorar los recursos asistenciales y conocer los niveles de información y formación, así como cuantificar la incidencia de los efectos adversos”, explica la presidenta de SEOM, Ruth Vera, en un comunicado.
“Hay una corriente de demanda de información para dotar de una mayor capacidad y autonomía a los profesionales en el manejo de estos dispositivos. Ahora, en la mayoría de los casos es el personal de enfermería el encargado”, antes lo hacían los anestesistas e incluso los cirujanos, apunta Carmen Beato.
El papel de la enfermería
La presidenta de Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), Ángeles Peñuelas, considera que “una práctica clínica segura exige conseguir tres grandes objetivos: identificar qué procedimientos clínicos diagnósticos y terapéuticos son los más seguros y eficaces, asegurar que se aplican a quien los necesita y realizarlos correctamente, con la mayor seguridad y sin errores”.
“Queremos perfeccionar -subraya- la competencia profesional de oncólogos y enfermeras oncológicas para mejorar las técnicas asistenciales a los pacientes que padecen cáncer y se someten a cualquier terapia intravenosa, con eso aumentaremos su calidad de vida, como fin último”.
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