Consumir agua procedente de un manantial o de un río, sin que haya intervenido ningún tipo de depuración, supone un riesgo para la salud ante la posible existencia de microorganismos y tóxicos. El agua cruda se ha convertido en una cierta moda en países como Estados Unidos, pero también en un negocio. La realidad es que se trata de un alimento “antiprogreso”

Así lo entiende Ramón Cisterna, presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS), quien considera que tanto la denominada agua cruda como la leche cruda, la que procede directamente del animal, son los dos alimentos antiprogreso estrella, sin descartar el agua de mar.
¿Y qué es un alimento antiprogreso? Aquel que no ha sido tratado o procesado y que supone un retroceso respecto al avance que ha supuesto la potabilización, la pasteurización y el procesamiento general de alimentos.
“Junto a las vacunas, son los principales factores que han permitido el aumento de la supervivencia en la especie humana”, asegura el también catedrático de Microbiología Médica y profesor colaborador en la Universidad del País Vasco.
“Las personas que optan por el consumo de alimentos antiprogreso -señala- tienen la creencia de que lo natural siempre es más beneficioso para la salud que lo procesado. Es una verdad a medias y como toda verdad a medias es peligrosa”.
El agua cruda se está comercializando en Estados Unidos, “con unos precios escandalosos, una botella puede alcanzar de 30 a 60 dólares”, explica el especialista quien cree que esta moda no ha llegado a España.
“Entiendo que debe tener algún tipo de control porque si no ese agua sin procesar puede que no esté libre ni de tóxicos, por contener algún producto químico, ni de riesgos biológicos por microorganismos como las bacterias E.coli, Salmonella o protozoos como Giardia” que ocasionan infecciones gastrointestinales.
Controlar el entorno del agua cruda
El profesor Ramón Cisterna recalca la necesidad de que ese agua natural se origine en un entorno controlado y no es suficiente solo con observar que se trata de agua limpia y cristalina.
Y es que ese agua puede proceder de acuíferos contaminados, que existan granjas de animales cerca o centros industriales que viertan tóxicos.
Ya no es solo comprar el agua cruda envasada, sino que el riesgo también procede de beber agua del río o de un manantial sin control.

También beber leche sin procesar tiene sus riesgos. Aunque en este caso, el presidente de AMYS asegura que el ganado de leche destinada a consumo humano cuenta con unos controles exhaustivos.
“Hay que tener precaución en los procesos de fabricación que emplean leche cruda, no pasteurizada, para quesos ya que pueden verse contaminados por algún tipo de microorganismo, como la listeria, que resiste a las condiciones ambientales, y puede producir cuadros de meningitis”, como ha ocurrido recientemente. En su opinión, esto puede haber sido fruto de algún fallo a la hora de detectar la presencia de ese microorganismo en el producto antes de su venta.
Agua de mar, otro riesgo
Beber agua del mar es otra de las modas de ciertos grupos pseudocientíficos que incluso aseguran que cura el cáncer, algo totalmente al margen de la evidencia científica, y un riesgo sin discusión para los enfermos.
“Beber agua de mar a tragos es peligroso, entre otras cosas porque en el mar se vierten desechos urbanos, además de contener un exceso de sodio y microorganismo específicos del agua salada, como los halófilos”, que pueden provocar también serios problemas gastrointestinales.
Agua cruda, agua de mar, leche sin procesar…alimentos antiprogreso que en opinión de este microbiólogo se asocian, como el movimiento antivacunas, a terapias “donde predomina la creencia sobre la evidencia” y mientras no exista una evidencia científica que las respalde “es el camino equivocado”, opina el catedrático.
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