¿Será el alzheimer la enfermedad más importante del siglo XXI?
Una carta al día para recordar toda una vida. Así lo hacía el protagonista de la película “El Diario de Noah” para que su esposa, afectada por alzheimer, no olvidase su historia de amor. Aunque el guión solo sea ficción no se aleja demasiado de la realidad de millones de familias que sufren el deterioro progresivo físico y mental de quienes lo padecen.
Cada año se diagnostican 4,6 millones de casos nuevos de demencia y los expertos vaticinan que se convertirá en la enfermedad más importante del siglo XXI, por delante del sida, el cáncer y las dolencias cardiovasculares, una enfermedad para la que no existe cura, aunque se puede ralentizar con fármacos y terapia cognitiva.
Debido al gradual envejecimiento de la población, se calcula que esta enfermedad se puede duplicar para 2040 en Europa Occidental y triplicar en Europa del Este, según una nota de los organizadores de Bial, organizador de la IV Reunión Anual del Proyecto Europeo Nanopartículas para Tratamiento y Diagnóstico del Alzheimer que se celebrará la próxima semana en Bilbao.
El Alzheimer afecta al 10% de las personas mayores de 65 años y casi al 50% de los mayores de 85 años.
Síntomas
Entre 10 y 15 años pasa un paciente sufriendo los efectos del alzheimer, desde que se le diagnostica hasta que fallece. Primero comienza a olvidar pequeñas cosas de forma esporádica y a sentir desorientación temporal y espacial. Luego, el enfermo pierde fluidez en el lenguaje y comienza a tener dificultades para realizar actividades cotidianas como vestirse o asearse. En la fase avanzada, la incapacidad es profunda y no se puede valer por sí mismo.
En esta última fase, no solo el paciente sufre la enfermedad. Sus allegados tienen que ver como ya no forman parte de la memoria de quienes más les han querido. A menudo, los afectados por esta demencia dejan de hablar y acaban postrados en una cama o en una silla de ruedas por la rigidez muscular que produce.
¿Qué causa el Alzheimer?
Todavía hoy se desconoce qué provoca esta enfermedad, como curarla o evitar su aparición, pero los expertos coinciden en que una compleja serie de degeneraciones y cambios neuroquímicos del cerebro son los causantes. La manifestación anatómica de este proceso degenerativo es la aparición en el cerebro de placas “amiloides”, unos depósitos de proteínas con aspecto de almidón, que destruyen las conexiones neuronales.
Los cambios en el cerebro que conducen a la formación de dichas placas comienzan décadas antes de que los síntomas de la enfermedad aparezcan. Por razones que se desconocen, grandes cantidades de proteínas beta (en forma de placas beta-amiloide) y tau (en forma de nudos tau), se acumulan en algunas zonas del cerebro, como el hipocampo, de las personas enfermas, aunque los científicos no están aún totalmente seguros de si esas placas son la causa de la enfermedad o un efecto de la misma.
En febrero de 2012, un equipo de la Universidad de Harvard (Boston, EEUU) publicó un estudio que reveló que la proteína Tau, presente en esta patología se propaga a través de los circuitos cerebrales transmitiéndose de neurona a neurona, lo que abre una nueva vía para diseñar terapias que frenen ese proceso de expansión.
Tratamiento
Los tratamientos farmacológicos que existen mejoran la capacidad cognitiva y permiten controlar los trastornos de conducta y ralentizar su evolución, especialmente cuando se aplican en las primeras fases de la enfermedad, razón por la cual los expertos insisten en la importancia del diagnóstico precoz.
Entre los últimos avances en investigación figura también la primera vacuna preventiva contra la enfermedad, desarrollada por un grupo de científicos del centro gallego de investigación biomédica Euroespes. Dicha vacuna ha sido patentada en Estados Unidos y será desarrollada clínicamente fuera de España.