¿Qué ocurre con tu sangre desde que te la extraen hasta que te dan los resultados? EFEsalud ha entrado en uno de los laboratorios de análisis clínicos de MEGALAB para seguir el recorrido de la sangre.
¿Qué es el tubo azul que te extraen tras un análisis de sangre?
Un análisis rutinario de empresa, una prueba que te pide el médico de cabecera o una extracción para saber si estás embarazada…éstas son algunas de las razones por las que todos nosotros hemos ido a sacarnos sangre en algún momento.
A la mayoría nos provoca nervios pensar en el pinchazo de la aguja, sin embargo hay que pasar por ello.
La cantidad de sangre necesaria depende de las pruebas que haya que analizar pero en una extracción normal suelen ser entre 10-15 ml que se distribuye en tubos con tapones de diferentes colores que tienen anticoagulantes distintos adecuados a las pruebas que se vayan a analizar.
¿Qué colores de tapones existen? Los que se utilizan más frecuentemente son:
- Tapón morado: el anticoagulante es el EDTA adecuado para el estudio de las células de la sangre, por ejemplo para diagnosticar las anemias.
- Tapón azul: el anticoagulante que se utiliza es el citrato sódico apropiado para el estudio de la coagulación de la sangre. Una prueba que se necesita antes de una intervención quirúrgica.
- Tapón rojo: en este tubo no hay anticoagulante y se utiliza para las pruebas de bioquímica (glucosa, colesterol, triglicéridos), marcadores tumorales, hormonas o anticuerpos (el virus del SIDA).
A demás de estas muestras existen otros colores de tapones como el verde (para estudiar los cromosomas), y otros distintos para pruebas muy especiales.
Cada tubo con su paciente
Es muy importante saber que en el mismo punto de extracción la enfermera identifica los tubos con las etiquetas de código de barras asignado al paciente. Por tanto no hay posibilidad de que se confunda nuestra sangre con la de otra persona.
Nosotros, como pacientes, nos vamos a casa con un pequeño algodón en la zona del pinchazo y volveremos cuando podamos recoger los resultados.
¿Y qué ocurre con nuestra sangre? Los tubos con la muestra se transportan al laboratorio, refrigeradas si la llegada no es inmediata.
Una vez en la laboratorio se registra la entrada y se distribuyen a las diferentes secciones según los colores de los tubos.
Enfermedades graves: salta la alarma
En esas áreas se encuentran unos equipos de alta tecnología que toman una muestra de la sangre y mezclándola con el reactivo adecuado (productos químicos que reaccionan con la sangre), miden los parámetros que se necesiten (colesterol, glucosa, hormonas o estudiar las células de la sangre).
El resultado se transmite informáticamente a la base de datos del laboratorio, y esto es importante porque no existe opción de error humano al transcribirlos.
En el caso de que se detecte un resultado crítico para el paciente (por ejemplo el VIH) aparecen alarmas visuales para que los especialistas lo valoren y lo comuniquen inmediatamente al médico y/o al paciente.
Los resultados: un jeroglífico
Cuando ya se ha analizado la sangre se archiva durante 7-10 días en cámaras frigoríficas para posibles confirmaciones o ampliaciones de la analítica.
Después de este tiempo, la sangre se deshecha en contenedores especiales para residuos biológicos (como ocurre en los hospitales) en los que el laboratorio se gasta miles de euros al año.
Y a nosotros, como pacientes solo nos queda volver a por nuestros resultados. Un informe analítico, demasiado difícil de entender ya que están dirigidos al médico, y en el que no esperamos encontrar valores negativos, excepto si nos hemos ido a hacer una prueba de embarazo “deseado”, entonces esperaremos impacientes a que dé positivo.