Tras un año oficial de pandemia no hay noticias del paciente cero, ese que abriría la llave a algunas de la incógnitas que ha sembrado la COVID-19, un coronavirus que ha dado la vuelta al mundo y suma más dos millones y medio de muertos y 117 millones de infectados.

Con tanto en juego para la salud global, física y mental, y por ende para el bienestar y equilibrio geopolítico, económico y social, el hallazgo del paciente cero o paciente índice permitiría, tal vez, prevenir que esta pandemia no se repitiera en el futuro.
Pero en este tipo de pandemias es “prácticamente imposible” encontrarlo, apunta a EFEsalud Antoni Trilla, investigador de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación “la Caixa”.
Para Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, localizar al paciente cero ayudaría a saber como se ha introducido, cuál ha sido el animal huésped, y por tanto como se ha propagado la enfermedad.
Pero concluye que “no es una cuestión de vida o muerte” y que quizá el tema se “ha magnificado”.
Un alivio: las vacunas funcionan
En medio de toda la incertidumbre, y de ese sentimiento de secuestro que ha padecido y aún padece la población mundial, hay una gran noticia: hay vacunas y funcionan, a pesar de las variantes aparecidas hasta ahora, aunque alguna parece que les restan efectividad.
Con más de 300 millones de dosis ya administradas (más de cuatro en España) la vacunación global supone un desafío logístico y médico sin precedentes, que ha desatado la “guerra” entre países desarrollados y ha puesto de manifiesto la brecha entre los estados ricos y pobres.
Hasta el momento, la mayoría de dosis administradas se concentran en el hemisferio norte: prácticamente toda Europa ha empezado a vacunar junto a Estados Unidos, Canadá y parte de Oriente Próximo.
Israel lidera la campaña de vacunación con el cien por ciento de su población inoculada con al menos una dosis.
Le siguen Emiratos Árabes Unidos con cerca de un 60 %; Reino Unido que ronda el 35 %; y Chile y EEUU, que superan el 25 %.
En España, el porcentaje es de un 10 %, también con al menos una dosis.
Inequidad: en juego la salud mundial
La inequidad en el reparto ha llevado a organismos internacionales a pedir que se levanten provisionalmente los derechos de propiedad intelectual de las vacunas.
Para Tedros Adhanon Ghebreyesus, director general de la OMS, hay provisiones para compartir propiedad intelectual, pero este asunto sigue siendo “el elefante en la habitación” del que nadie quiere hablar.

“Especialmente cuando hablamos de propiedad intelectual vemos falta de cooperación y una seria resistencia. Para ser honesto, no puedo entenderlo. Esta pandemia no tiene precedentes y el virus ha tomado al mundo entero como rehén”.
Este tipo de cosas pasan una vez cada 100 años. ¿Si la provisión no puede ser aplicada ahora, entonces cuándo? Si no podemos aplicar provisiones durante tiempos difíciles y bajo condiciones sin precedentes ¿entonces cuándo? Esto es serio”, ha declarado Tedros en una de sus últimas ruedas de prensa.
Recientemente, India y Sudáfrica realizaron una propuesta a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para establecer una provisión de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas COVID-19.
Esta propuesta reduciría enormemente su coste y permitiría el flujo libre de medicinas y la transferencia de conocimiento y tecnología alrededor del mundo, beneficiando especialmente a los países en desarrollo y a aquellos de medianos ingresos.
De momento, más de 100 países siguen esperando la primera dosis.
En contraposición, la Unión Europea recibirá 400 millones de dosis de vacunas durante el primer semestre si se cumplen los pronósticos.
Su objetivo es tener vacunadas a 255 millones de personas antes del verano, pero estas previsiones se ponen en duda ante los problemas de producción que están presentando las compañías farmacéuticas.
Pandemia, ¿esto se acaba?
Acabar completamente con la COVID-19 en 2021 es poco realista, pero es posible reducir las muertes y las hospitalizaciones si se utilizan las vacunas de manera inteligente e igualitaria, según el director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, Michael Ryan
En su opinión, “sería prematuro y poco realista pensar que deberíamos acabar con este virus antes de fin de año, pero lo que sí podemos es acabar con las hospitalizaciones, las muertes y la tragedia asociada”.
La OMS, ha explicado este responsable, está centrada en proteger a la población de riesgo en todo el mundo compartiendo las vacunas disponibles.
Un año después de la llegada del coronavirus a América Latina y el Caribe, la pobreza, la desigualdad y el desempleo han avanzado a un ritmo sin precedente en la región, convirtiéndola en la más afectada.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el impacto de la pandemia alerta una vez más sobre los problemas estructurales en los países de la región y llama a invertir en un estado de bienestar y una sociedad del cuidado.
El “Panorama Social de América Latina 2020” da cuenta de una contracción del Producto Interno Bruto regional de 7,7 % y del cierre de 2,7 millones de empresas con el consecuente incremento del desempleo, que afecta desproporcionadamente a las mujeres.
Demasiadas muertes
Pero lo peor de todo es que con sólo el 8,4 % de la población mundial, la región ha registrado el 27,8 % de las muertes por COVID-19, refiere la misma fuente.
No obstante, los datos señalan que Europa acumula un tercio de los fallecidos y encabeza los primeros puestos de la lista de países con mayor tasa de mortalidad por número de habitantes, con la República Checa a la cabeza.
España está en decimocuarta posición, con más de 71.00o decesos.
En términos absolutos, EEUU (con 525.035); Brasil (265.411) y México (190.604) son los primeros.
En África, donde muy pocos países han empezado a vacunar, se contabilizan 3.740.297 de contagios y 98.187 fallecimientos, según los últimos datos facilitados por la Unión Africana.
Y Asia suma unos 25 millones de casos y algo más de 400.000 muertes documentadas, informa Reuters.

Millones de años de vida perdidos
Más de 20,5 millones de años de vida se han perdido a nivel global a causa de este coronavirus, con un promedio de 16 años perdidos por cada muerte, de acuerdo con un estudio publicado en Nature con datos de 81 países.
En los países más afectados, esta cifra es de 2 a 9 veces superior a la de la gripe estacional.
Según sus autores, tres cuartas partes de los años de vida perdidos resultan de las muertes en personas menores de 75 años.
Destaca el hecho de que los hombres han perdido un 45 % más de años de vida que las mujeres.
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