La biopsia líquida es una herramienta para diagnosticar un cáncer en estadio temprano pero también lo es para seguir la evolución de la enfermedad, algo que la biopsia convencional de tejidos y otras técnicas hacen de forma menos eficaz.

Biopsia líquida, un aliado para el diagnóstico temprano y la evolución del cáncer
Imagen del vídeo divulgativo sobre la biopsia líquida de SEOM y ASEICA.

Esta prueba diagnóstica es similar a un análisis de sangre, aunque en la biopsia líquida lo que se busca son células tumorales o elementos de ellas, como fragmentos de ADN circulantes en sangre.

Esta herramienta ha sido uno de los avances de la oncología en los últimos años y sobre ella han hablado la presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Enriqueta Felip, y el presidente de la Asociación Española de Investigación en Cáncer (ASEICA), Luis Paz-Ares, que han colaborado en la elaboración de un vídeo divulgativo sobre la biopsia líquida.

Para la oncóloga Enriqueta Felip “la biopsia líquida es un elemento importante en la investigación actual en oncología, y numerosos estudios han demostrado su papel en la determinación de la eficacia de los tratamientos de forma precoz y en la identificación de mutaciones implicadas en la resistencia a los fármacos diana”.

Por su parte, el oncólogo Luis Paz-Ares, explica: “Es un procedimiento mínimamente invasivo, sin las complicaciones que acarrean habitualmente las biopsias convencionales. Además, permite seguir la evolución del tratamiento de los pacientes en tiempo real, así como planificar un tratamiento más personalizado tanto de forma previa” como durante el proceso”.

Las aplicaciones de esta técnica en la actualidad abarcan tanto la obtención de información sobre las alteraciones moleculares de los tumores como el seguimiento poco invasivo de pacientes a lo largo de su tratamiento.

El camino abierto por la biología molecular

En los últimos años, la oncología ha vivido una auténtica revolución de la mano de la Medicina de Precisión, gracias a un conocimiento cada vez más profundo de la biología molecular.

Este conocimiento, junto con la identificación de biomarcadores, ha permitido subdividir y clasificar los tumores, conocer mejor su evolución y desarrollar tratamientos más específicos contra ciertos tipos de cáncer.

Aunque estos biomarcadores se identifican de forma habitual utilizando biopsias convencionales de las muestras de pacientes, la biopsia líquida representa una alternativa que permite complementar y, en muchos casos mejorar, el diagnóstico de los pacientes.

También lo es para seguir la evolución de la enfermedad en los pacientes, algo que las biopsias convencionales y otras técnicas menos resolutivas difícilmente pueden hacer de forma eficiente.

La identificación de biomarcadores en sangre es posible porque los tumores liberan células, fragmentos de ADN y otras moléculas al torrente sanguíneo de forma continua, todos los cuales pueden ser detectados por la biopsia líquida.

La capacidad de detectar ADN tumoral circulante depende de múltiples factores clínicos, entre ellos el tipo de tumor y el estadio: si los tumores son más voluminosos o hay mayor número de metástasis, mayor probabilidad de detectar células o moléculas derivadas del tumor en el torrente sanguíneo.

Sin embargo, si se presentan tumores pequeños o las localizaciones metastásicas son exclusivamente a nivel del sistema nervioso central, disminuye la posibilidad de detectar ADN tumoral circulante, dando lugar a resultados falsos negativos de la biopsia líquida.

En este último caso, se puede recurrir a realizar biopsias líquidas en el líquido cefalorraquídeo en vez de en el torrente sanguíneo, como han mostrado de forma exitosa investigadores españoles pertenecientes a ASEICA.

Diferentes técnicas de biopsia líquida

Existen diferentes técnicas de biopsia líquida según sus objetivos y complejidad.

Así, algunas versiones se centran en la detección de alteraciones en dianas muy concretas que permitan determinar qué terapias se pueden utilizar.

Sin embargo, otras técnicas se basan en la secuenciación masiva del material obtenido, lo que permite, por ejemplo, tener una imagen muy precisa de la heterogeneidad molecular del tumor del paciente.

Útil para las terapias dirigidas

Hoy en día existen una serie de recomendaciones prácticas para el uso de la biopsia líquida, aunque no todas ellas están aprobadas para la práctica clínica habitual.

Una de las aplicaciones más destacadas y aceptadas de la biopsia líquida es la determinación de biomarcadores que permitan predecir cáncer avanzado y administrar tratamientos dirigidos.

Los doctores Paz-Ares y Felip coinciden en destacar el papel predictivo de la biopsia líquida, es decir, que la eficacia de los tratamientos dirigidos es la misma con independencia de si la identificación de la diana terapéutica conocida se haya realizado en biopsia liquida o en biopsia de tejido.

Esto permite que, cuando se detecten estos biomarcadores predicativos en biopsias líquidas, se pueda iniciar el tratamiento dirigido sin necesidad de confirmación en una biopsia de tejido.

En pacientes tratados con terapias dirigidas en el momento de la progresión de la enfermedad, la secuenciación masiva en biopsia líquida es una herramienta diagnóstica útil para determinar los mecanismos de resistencia y evaluar tratamientos dirigidos secuenciales.

Y para los pronósticos

Los pacientes con cáncer a los que se les detecta ADN tumoral circulante antes de iniciar un tratamiento tienen un peor pronóstico que aquellos pacientes sin detección de ADN tumoral circulante.

Esto está probablemente relacionado con el hecho de que los pacientes con ADN tumoral circulante positivo tienen una mayor carga tumoral y/o mayor agresividad.

Y ha permitido valorar el comportamiento de este ADN tumoral circulante basal a lo largo del tiempo una vez iniciado el tratamiento ya sea con quimioterapia, inmunoterapia o terapia dirigida.

En diferentes tipos de cánceres, con independencia del tratamiento, se ha observado que una reducción del ADN tumoral circulante a los dos meses de haber iniciado la administración de la medicación se relaciona con un mayor beneficio para los pacientes.

Esta información dinámica permitirá, en un futuro, seleccionar a los pacientes que no se están beneficiando de un determinado tratamiento y valorar si pueden ser pacientes candidatos a tratamientos más intensivos: es decir, seleccionar pacientes para una escalada en la estrategia terapéutica.

En estadios iniciales

La determinación del ADN tumoral circulante puede jugar un papel muy relevante en estadios iniciales del cáncer.

Los pacientes con cáncer, una vez operados, reciben tratamientos de quimioterapia adyuvante en función de factores de riesgo basados en la mayoría de los casos en factores clínico-patológicos.

Sin embargo, estos tratamientos complementarios no están exentos de toxicidad. Por eso, es relevante encontrar otros factores que permitan seleccionar mejor a los pacientes candidatos de tratamientos de quimioterapia tras cirugía.

En este sentido, se ha demostrado que, en pacientes con cáncer de mama, colon o pulmón, la detección de ADN tumoral circulante después de la cirugía (lo que se denomina enfermedad mínima residual) está relacionada con un mayor riesgo de recaídas y una menor supervivencia.

Diferencia entre la biopsia líquida y la de tejidos

La biopsia en tejido da información sobre las alteraciones genómicas que hay en un punto en concreto del tumor.

Según el presidente de ASEICA, “la biopsia líquida permite obtener una información más amplia, ya que recoge las posibles alteraciones que hay en diferentes localizaciones tumorales, dando una mayor información sobre la posible heterogeneidad del perfil genómico entre el tumor primario y sus localizaciones metastásicas”.

La presidenta de SEOM apunta que capturar esta heterogeneidad es “fundamental”, ya que esta información puede tener un impacto en el tipo de tratamiento por el que se opte.

“Además, añade, al ser una técnica mínimamente invasiva permite repetirla durante el curso de la
enfermedad, proporcionando así una información dinámica a tiempo real del perfil genómico del tumor en cada momento y ver como éste evoluciona a nivel genómico en función de los tratamientos que se administran al paciente”.