“La obesidad es considerada ya por todos como uno de los factores de mal pronóstico más relevantes en personas que han desarrollado la COVID-19”, asegura el presidente de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), el doctor Francisco Tinahones quien analiza en un artículo para Efesalud las causas de este riesgo.

“COVID-19 y obesidad, dos pandemias que se potencian”, por Francisco José Tinahones
EPA/Britta Pedersen

Se trata de un análisis sobre los riesgos de la COVID-19 en personas con obesidad realizado por el también jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga y catedrático de Medicina en la Facultad de Medicina de Málaga.

Además, el presidente de SEEDO es director científico de Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y miembro del Comité Científico del CIBERobn y del Estudio PREDIMED-PLUS y autor de más de 440 publicaciones originales en revistas médicas y científicas.

“COVID-19 y obesidad, dos pandemias que se potencian”

Por Francisco José Tinahones

“La COVID-19 y la obesidad son las dos grandes pandemias que vive nuestro planeta en este momento.

La prevalencia de obesidad se ha incrementado de forma dramática en los últimos años, constituyendo una pandemia silenciosa; un análisis reciente con datos de 200 países ha estimado que en los últimos 40 años la prevalencia de la obesidad se ha incrementado de 105 a 641 millones de personas.

Además ambas pandemias, se retroalimentan: las personas que sufren COVID-19 y son obesas tienen peor pronóstico que aquellas que tienen normopeso.

La familia coronaviridae está formada por un grupo de virus que suelen producir infecciones respiratorias leves y que circulan de forma constante en la población humana. Sin embargo, en los primeros años del siglo XXI emergieron dos especies con mayor capacidad patogénica: el MERS-COV y el SARS-COV (que produce COVID-19).

covid-19 obesidad
Doctor Francisco José Tinahones, presidente de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO). Foto cedida

La infección por coronavirus presenta una evolución muy diferente en función del individuo que la sufre.

Nos encontramos con casos totalmente asintomáticos y casos que presentan un desenlace fatal.

Muchos son los marcadores predictores de mal pronóstico que se han ido enumerando en los trabajos publicados en los últimos meses, entre ellos la edad, enfermedades preexistentes como obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad coronaria, enfermedad y respiratoria crónica.

Además, algunos datos analíticos al inicio o en la evolución de la enfermedad se han relacionado también con un peor pronóstico, como el dímero D, linfopenia, leucocitosis, creatinina quinasa, lactato deshidrogenasa, ferritina, tiempo de protrombina, IL-6 y alanina transaminasa.

La obesidad es considerada ya por todos como uno de los factores de mal pronóstico más relevantes en personas que han desarrollado la COVID-19.

Se ha descrito una mayor probabilidad de desarrollar presentaciones graves de la COVID-19 con neumonías severas en relación con la obesidad.

La prevalencia de obesidad en sujetos con presentaciones leves es del 14.5%, de un 40% en sujetos infectados por SARS-COV2 con ingreso hospitalario y de un 47% entre los sujetos ingresados en UCI.

En este sentido, además de mayor necesidad de ingreso en UCI, la obesidad se ha asociado con un mayor uso de ventilación mecánica de forma independiente a otras comorbilidades.

Además, se ha comprobado que al aumentar el grado de obesidad se empobrece también el pronóstico; en sujetos con obesidades extremas (IMC>40Kg/m2 ) su evolución es peor incluso en sujetos jóvenes.

La obesidad, por tanto, se ha postulado como la comorbilidad que más fuertemente se asocia con enfermedad severa por SARS-COV2, incluso mayor que la enfermedad cardiovascular o pulmonar.

Las causas de que la obesidad supone peor pronóstico de COVID-19

Entre las causas por las que la obesidad se asocia a un peor pronóstico, se encuentran las siguientes:

  1. El desarrollo de un curso clínico severo en la COVID-19 se ha relacionado con el impacto de la obesidad sobre la función pulmonar, describiéndose como mecanismos implicados la presencia de un patrón restrictivo, volumen pulmonar reducido y baja fuerza muscular e intercambio gaseoso deteriorado. Estas alteraciones de la función pulmonar son más importantes en aquellos sujetos que presentan un acúmulo de grasa en el abdomen (obesidad visceral).
  2. Asimismo, esta población presenta anomalías en la ventilación-perfusión, lo que predispone a la retención de dióxido de carbono debido a un estado de hipoventilación crónica mantenida y favorece el desarrollo de insuficiencia respiratoria aguda ante leves afecciones pulmonares, así como mayor riesgo de desarrollar embolia pulmonar o neumonía por aspiración.
  3. El SARS-COV2 utiliza como receptor celular a la enzima conversora de angiotensina 2 (ECA2), localizada en la membrana celular de las células epiteliales alveolares. Este receptor también se localiza en otros tejidos, como el adiposo, estando regulado al alza en pacientes obesos y diabéticos, lo que podría convertir al tejido adiposo en un reservorio del SARS-COV2 que favorezca la diseminación viral prolongada.
  4. Además, la secreción anormal de adipocinas y citoquinas (como la interleucina 6, el TNF-alfa o el interferón gamma), que se presenta en la obesidad (produciendo una inflamación crónica de bajo grado afecta a la función inmune) y podría estar relacionada con la tormenta de citoquinas que se produce en los casos severos de la COVID-19. Esta respuesta inflamatoria exagerada que desencadena la COVID-19 en algunos individuos, y que empeora su pronostico de forma determinante, puede verse favorecida por la obesidad.
  5. Por último, la obesidad supone un alto riesgo de complicaciones graves de la COVID19 en virtud del mayor riesgo asociado de enfermedades crónicas a las que se asocia y de las que es la causa. La obesidad y el incremento de la adiposidad provocan resistencia a la insulina y dislipemia, y constituyen una causa confirmada de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Estas patologías se asocian también con un peor pronóstico (especialmente la diabetes tipo 2, que se ha relacionado con formas graves de la infección).

Por lo tanto, igual que el uso de mascarillas, el lavado de manos o el distanciamiento social, mantener un peso adecuado contribuirá de una forma importante al control de esta pandemia y a limitar sus efectos deletéreos”.