En el período estival le toca sufrir al órgano más grande de nuestro cuerpo: la piel. Las manchas solares, las quemaduras o la deshidratación abarrotan las consultas de los dermatólogos cuando empezamos a regresar de las playas

El verano es una época del año en la que más se mima o se descuida el cuerpo. Muchos desconectan de su rutina laboral y hacen una escapadita a la playa para bañarse y tomar el sol. En algunas ocasiones no se realizan los cuidados adecuados para que la piel no sufra a la larga.
El dermatólogo y catedrático de Dermatología de la Universidad de Sevilla, Julián Conejo-Mir, explica que el daño solar es fruto de “una radiación electromagnética similar a la de las radiaciones nucleares y puede derivar en una mutagénesis e incluso en un cáncer”.
Precaución con el sol
Uno de los principales problemas derivados de la exposición a los rayos ultravioleta del sol son los lentigos solares –manchas solares-, también asociadas al envejecimiento.

Los dermatólogos cuentan cada vez con tratamientos más efectivos mediante láser para corregir esas manchas.
Uno de los métodos más utilizados en los centros de belleza en la Luz Intensa Pulsada (IPL) aunque siempre hay que pedir consejo de un especialista.
Hay que diferenciar estas manchas del melasma -vulgarmente conocido como paños-, que es “de tipo hormonal y producido por embarazo o uso de anticonceptivos”. En este caso, el tratamiento se basa en cremas despigmentantes y peeling químicos, resalta el médico.
Julián Conejo-Mir explica que muchas veces “se le pide a la piel cosas imposibles”. Uno de los ejemplos es la tanorexia, “una adicción patológica que genera una persona que nunca se ve lo suficientemente morena”; otro, es el de aquellos que “tienen la piel muy clara, son rubios o pelirrojos y nunca llegan a broncearse”, detalla.
Tomar sol es bueno si se hace de forma prudente.
Según el especialista, “el bronceado es una defensa de nuestra piel porque hace de sombrilla e imposibilita el paso de las radiaciones ultravioleta más profundas”.
Su principal recomendación es que la exposición directa dure tan sólo unos minutos y se utilice un protector solar con un factor alto. Aquellos que desean conseguir mayor tono de bronceado de forma segura “pueden tomar betacarotenos –antioxidantes– desde junio a septiembre o utilizar autobronceadores”.
El verano también reseca la piel
El dermatólogo asegura que si la piel se queda agrietada tras el verano, es una consecuencia de que “se ha gastado completamente su manto lipídico, fundamental para la hidratación de la piel”.
Es en este período en el que la gente se da varias duchas al día y también tiene un contacto directo con el cloro en las piscinas y la sal en el mar.
Para remediar la deshidratación de la piel, el especialista ofrece las siguientes recomendaciones:
- Hay que aplicarse cremas emolientes en gran cantidad.
- Utiliza geles de baño que contengan aceites y respeten el PH con el fin de que defiendan contra los hongos y las bacterias.
- Evitar los geles de ducha muy espumosos o alcalinos (los que además contienen sales que suelen oler muy bien) porque secan la piel y la agrietan. Después de esto, vienen “los picores, la irritación y las infecciones frecuentes”.
- Pide consejo al dermatólogo a la hora de elegir el gel de ducha y la crema hidratante porque su elección dependerá del tipo de piel del paciente y de su ritmo de vida.
Otras consultas comunes
El doctor subraya que existen además otra serie de cuidados diarios que si se suman pueden ser muy perjudiciales para la piel. Estas son otras de las consultas más solicitadas a los dermatólogos en verano:

- Grasa y suciedad en la piel por el sudor generado por el ejercicio
- Sudoración abundante
- Fricción con la ropa húmeda
- Quemaduras solares
- Empeoramiento de arrugas
- Picaduras de insectos
- Empeoramiento de los capilares de la cara
- Caída del cabello
Sin duda, los peores problemas son debidos al sol porque “no se corrigen completamente; la piel tiene memoria y ese daño se va acumulando e incrementando con el paso de los años”.
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