“El diseño es bueno para la salud” pero también para el progreso y el bienestar. La creatividad está en una simple pastilla, en la icónica imagen de la enfermera pidiendo silencio en los hospitales, en objetos cotidianos, como los tampones o el cepillo de dientes, hasta llegar al dispositivo tecnológico de última generación.

Más de 500 ejemplos que se concentran en el libro “El diseño es bueno para la salud” (Editorial La Fábrica), una investigación del diseñador y periodista Ramón Úbeda con motivo de Valencia Capital Mundial del Diseño 2022.
“Sin diseño no podríamos progresar, seguiríamos desinfectando las antiguas jeringuillas de cristal después de cada uso”, apunta el autor en una entrevista con EFEsalud.
Se trata del catálogo de la exposición “Diseño y salud” que se clausuró en abril en Valencia y que cuenta con el apoyo del Museo MuVIM, la Fundación del Disseny de la Comunidad Valenciana y de la empresa Andreu World.
Cuenta con artículos de 25 expertos en diseño y otras disciplinas que recorren la evolución del diseño en beneficio de la salud.
Una simple jeringuilla
“El diseño por sí mismo no puede curar nada, pero tampoco podría hacerlo una vacuna si no dispusiéramos de una jeringuilla para inyectarla”, reza la publicación.
Una simple jeringuilla, un diseño que ha permitido salvar millones de vidas porque “diseñar es parte de la solución”.
“La gente sigue pensando que el diseño es algo decorativo y no cae en la cuenta de que la jeringuilla desechable de la vacuna que le acaban de poner es también obra de un diseñador. Eso es solo lo que vemos al final, porque para formular esa vacuna en el laboratorio se han necesitado utensilios y aparatos que también han sido diseñados por alguien”, puntualiza Ramón Úbeda.
A diferencia de otras disciplinas, “el diseñador no puede crear solo, como suele hacer cuando proyecta una silla, por ejemplo. En el sector de la salud debe trabajar necesariamente en equipo con médicos e ingenieros. El mérito es siempre compartido y lamentablemente poco valorado por la sociedad”, señala.
Y en los diseños en salud a lo largo de la Historia no solo intervinieron los llamados “inventores”, los propios médicos y enfermeras se pusieron manos a la obra para plasmar su idea al servicio de la Medicina.
Una píldora, cápsula o pastilla de distintos tamaños y colores ya es puro diseño, como lo son los mensajes de los medicamentos que la propia industria farmacéutica ha sabido aprovechar con éxito, como recoge la publicación.

Diseño para la salud de uso cotidiano
Nadie se para a pensar en su cepillo de dientes, pero es un utensilio que ha contribuido a la salud dental y cuyo diseño se ha perfeccionado año a año hasta hacerlo eléctrico.
Pero también el papel higiénico, los tampones para la regla o los preservativos, sin olvidar los diversos juguetes sexuales o todo los avances en la salud dental, fueron y son ideas brillantes que forman parte de lo cotidiano.

Una pelota de pilates, un fitboll, ya es un diseño simple que favorece nuestra salud al ayudarnos a estirar, fortalecer y relajar nuestro cuerpo, como también lo son los diseños ergonómicos en sillas o zapatillas que nos facilitan nuestra vida laboral y deportiva.
“El diseño es la mejor medicina”, asegura Jesús Llinares, CEO de la empresa Andreu World dedicada al diseño de mobiliario ergonómico y sostenible y patrocinador del libro “El diseño es bueno para la salud”.
“El diseño anatómico y ergonómico ha tenido un profundo impacto en el mundo laboral. A medida que las personas pasan más tiempo trabajando en entornos de oficina, es esencial garantizar su comodidad y bienestar. Las sillas son un excelente ejemplo de ergonomía y de cómo el diseño anatómico ha mejorado la vida en el trabajo”, apunta.

Las mujeres diseñadoras, en segundo plano para la Historia
La mujer ha tenido un papel muy importante en el mundo del diseño aplicado a la salud, pero no han estado en la primera fila como les correspondería, en especial las enfermeras.
“Las mejores ideas suelen venir de las enfermeras. Lo dice una que se acabó convirtiendo en diseñadora y empresaria, Lisa Vallino. Tiene toda la lógica porque ellas son las que sufren sobre el terreno los problemas que puede generar un catéter mal diseñado”, señala el creativo.
“El diseño no es otra cosa que encontrar soluciones y eso no tiene género”, asegura Ramón Úbeda.
“El problema -añade- es la propia Historia, la que se escribe en nuestro día a día, que no le da la importancia que merecen un equipo de señores y señoras capaces de diseñar un cierre craneal que minimiza los riesgos que se pueden producir en el cierre de una craneotomía. A estos no los vemos nunca destacados en la portada de un dominical”.
Dos ejemplos distanciados en el tiempo:
- Concepción Aleixandre (Valencia, 1862-1952): una de las primeras mujeres licenciadas en Medicina en España, en 1889. Especialista en investigación ginecológica patentó un dispositivo para corregir el descenso de la matriz en las operaciones.
- Elena García Armada (Valladolid, 1971): ingeniera industrial y doctora en robótica trabaja en el diseño de exoesqueletos para permitir el movimiento de personas que no pueden andar.
La pandemia irrumpe también en el diseño
Llegó el coronavirus y puso el mundo del revés. El diseño estuvo presente en la creación de respiradores para los enfermos de las ucis, en las mascarillas de diferentes tipos, en las ideas que lograron crear ambientes seguros o en las mensajes que recibía la población.
“La necesitad agudiza el ingenio y la pandemia nos ha puesto a prueba”, afirma Ramón Úbeda.
“Puede haber -indica- algunas lecturas positivas de todo lo malo que hemos pasado y entre ellas está la toma de conciencia de lo frágiles que somos. En los últimos años el número de patentes dentro del ámbito de la salud ha crecido mucho más que en cualquier otro sector. Eso es una saludable noticia”.

La cara negra de la creatividad
Todo avance puede tener una cara B. Por eso el diseño también tiene una cara negra si hablamos de objetos que pueden ir contra la vida, como las armas.
Pero también los mensajes de años atrás fueron en algunos casos grandes errores, como aquellas campañas publicitarias que recomendaban el consumo de tabaco con el respaldo de los profesionales de la sanidad.

“Podríamos decir que eran malos consejos, lo peor es que los protagonizaba el colectivo médico al completo, desde dentistas a psiquiatras, a través de la publicidad. En ese ámbito hemos mejorado mucho en poco tiempo”, subraya Ramón Úbeda.
Y un ejemplo son las importantes campañas que, gracias al diseño gráfico y al contenido de los mensajes, llegaron y llegan a los ciudadanos con el objeto de prevenir hábitos o conductas dañinas.
En la memoria de todos están eslóganes como “Si bebes no conduzcas”, “Fumar mata” o “Todos contra el sida”.

En el libro “El diseño es bueno para la salud” también se habla del diseño en las urgencias, en las catástrofes, en la procreación, en la biotecnología, la neurociencia o los hospitales del futuro.

¿Hacia donde caminamos? “Claramente hacia una sociedad más envejecida. Aparte de pensar en lo que eso puede representar en términos económicos, habría que tomarse en serio la calidad de vida que podamos tener, los problemas de movilidad o de soledad también se pueden resolver desde el diseño”, concluye el autor.
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