No sólo se puede sino que se debe decir la médica, con “a”. Al igual que la jueza, la abogada o la odontóloga. Tan es así que el Diccionario de la lengua española, el Diccionario por antonomasia, incluía ya en 1899 la forma médica en femenino

Diecisiete años antes de que el citado diccionario admitiera esta voz en femenino, Maria Elena Maseras Ribera se convertía en la primera mujer española licenciada en Medicina.
Y si acudimos a la literatura nos encontramos con que un siglo antes ya se podía leer la médica con cierta frecuencia.
Así en el libro de poemas eróticos “El jardín de Venus” (1780), Félix María de Samaniego aludía en uno de sus versos a la médica.
Algo más tarde , en 1828 , en “Orígenes del Teatro Español” también Leandro Fernández de Moratín habla de “la médica”.
Y por poner un tercer ejemplo, en 1895, es decir tres años antes de que el diccionario de la lengua lo diera por bueno, Benito Pérez Galdós, en “Torquemada y San Pedro”, escribe:
”Bien dijo el que dijo que todo eso de Religión es música, y que no hay más que Naturaleza… Naturaleza es la madre, la médica, la maestra y la novia del hombre…”.
Javier Lascuráin, coordinador general de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), explica a EFEsalud por qué es “muy correcto” utilizar la médica, con “a”, y más bien incorrecto decir la médico, con “o”.
“Pero vaya por delante – afirma- que tanto en ese ámbito profesional y en general en la sociedad está extendidísimo el uso de la médico, con o”.
La médica: lo que dicen los diccionarios
Lascuráin refiere cinco fuentes para defender el uso de la médica, con “a”:
1.- El Diccionario panhispánico de dudas de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE) es “tajante” y dice que no debe usarse la médico. Refiere que el femenino de médico es médica y añade: ”No debe emplearse el masculino para referirse a una mujer”.
“Es cierto – observa el coordinador de Fundéu BBVA– que se trata de una obra relativamente antigua (2005) y superada en muchos aspectos por otras obras académicas más recientes, pero es un punto de partida”.
2.- El Diccionario de la lengua española incluye ¡¡¡ en 1899!!! la forma médica en femenino con el significado de “la que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la medicina”, además de como “mujer del médico” que era la única acepción que había hasta ese momento. “O sea que no es un femenino ni mucho menos nuevo”.
3.- Hasta el diccionario de 2001, la entrada médico aparece desdoblada como médico, ca. “Es decir que el femenino es médica, pero con esta nota: “Se usa también la forma en masculino para designar el femenino”.
Esa nota desapareció en la última edición, publicada en 2014. Ahí es médico como masculino y médica como femenino, por lo que, unos años después, el Diccionario general vino a darle la razón al Panhispánico anteriormente citado.
4.- La Gramática publicada en 2010 se limita a señalar que la lengua ha acogido, en ciertos medios, voces como bedela, coronela, edila, fiscala, jueza, médica o plomera, pero que estas y otras voces similares “han tenido desigual aceptación, generalmente en función de factores geográficos y sociales, además de propiamente morfológicos”.
5.- Y por último el Diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), escribe la entrada desdoblada como el de la RAE (médico, ca) y añade esta observación: “Se usa mucho de forma impropia el masculino ‘médico’ también para referirse a una mujer: la médico”.

Es verdad, observa Lascuráin, que la feminización de algunas profesiones es más complicada, como las que terminan en determinadas consonantes, en “z” o “l”.
“Hay personas – apunta- a las que les rechina decir la edila o la fiscala, aunque es perfectamente correcto, pero se puede entender”.
“Pero una palabra cuyo masculino termina en vocal, como médico, en teoría no debería costar decir médica, porque no cuesta ningún trabajo decir la abogada o la diputada, bióloga, física, química o filósofa”.
“No se sabe muy bien cuál es la razón por la que a los hablantes les cuesta más feminizar unas profesiones que otras, pero hay que usarlo y proponerlo porque tiene todas las bendiciones de la Real Academia Española y de la Real Academia Nacional de Medicina”.
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