La catedrática e investigadora Marta Garaulet, experta en cronobiología, cree que sería beneficioso para la salud de los españoles mantener durante todo el año el horario de invierno, en el que entraremos en la madrugada del domingo al retrasar una hora los relojes.

Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia e investigadora en Brigham and Women’s Hospital de la Universidad estadounidense de Harvard, está a favor de que permanezca el horario de invierno, con una hora de adelanto respecto a la zona horaria Greenwich (GMT) pero con una hora de retraso respecto a la luz solar, y que no se cambie de nuevo el último fin de semana de marzo para que así no sean dos las horas de diferencia respecto al sol.
La propia UE ha planteado la desaparición de este cambio de hora a través de una nueva Directiva Europea que podría promulgarse en 2019 y tras una consulta a ciudadanos europeos que en un 84% apostaron por suprimir estos ajustes horarios dos veces al año.
“El horario de verano nos retrasa”, afirma Garaulet
El horario de verano “retrasa demasiado nuestros hábitos de cena y nos acorta las horas de sueño. Esto no nos conviene”, considera en una entrevista a EFEsalud la doctora en Farmacia y nutricionista.
Y pone como ejemplo el estudio europeo “Helena” que refleja que los adolescentes en España son los que menos horas duermen por ser los que más tarde se acuestan y al día siguiente madrugan como hace el resto de los jóvenes de Europa.
“Nuestro reloj biológico, con el horario de verano, está hasta dos horas retrasado respecto a la hora del sol. A las 20.00 solares son las 22.00 en nuestro día. Y eso hace que posterguemos la hora de la cena porque hay luz hasta muy tarde”.
Este horario de verano, que acaba este domingo, “nos hace más nocturnos y retrasamos todavía más nuestros horarios de actividades, que ya están bastante retrasados. España es un país único en este sentido, lo normal es cenar a las diez de la noche”, recalca.
Una situación que se acentúa todavía más en el sur de España donde hace más calor, se sale más tarde de casa, se evita la calle a las horas centrales del día y donde la siesta es prácticamente necesaria, puntualiza Marta Garaulet.
Cenar cada vez más tarde supone también acostarnos cada vez más tarde y encima madrugar para acometer nuestro día a día, empezar el día temprano como también hacen nuestros vecinos europeos.
“El resultado es que se nos acorta el tiempo de sueño”, advierte la especialista, quien explica que la media de horas dedicadas a dormir en España ha pasado de 9 en los años 70 a las 7 actuales, cuando lo ideal son 8 horas de media.
En su opinión, “el cambio de hora tiene una relevancia enorme porque nos influye en nuestros hábitos alimentarios, sociales y en nuestro reloj biológico interno”, concluye Garaulet.
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