“Si comprendemos que necesitamos humanizar la sanidad y transformarla en ese modelo de excelencia que todos queremos, entonces realmente habremos aprendido algo de este desastre que nos tocó vivir”, la pandemia de coronavirus, señala en un artículo para EFEsalud el médico intensivista Gabriel Heras La Calle, director del Proyecto Internacional para la Humanización de los Cuidados Intensivos

Humanizar la sanidad y humanizar la UCI, es el principal objetivo de este médico intensivista, un reto que ahora está de plena actualidad después de que la imagen más triste de la pandemia haya sido la soledad de las personas hospitalizadas, alejados de sus familias incluso en su último adiós.
Gabriel Heras La Calle lo vivió en primera persona como médico especializado en Medicina Intensiva en el hospital madrileño donde trabaja y así lo contó en su libro “En Primera Línea. Un testimonio desde la UCI de la crisis del coronavirus”.
Pero desde 2014 lleva luchando por la humanización de la sanidad cuando creó el Proyecto Internacional
de Investigación para la Humanización de las Unidades de Cuidados Intensivos (Proyecto HU-CI) — que dirige en la actualidad—, con más de 100.000 profesionales convencidos de que la atención sanitaria ha de estar centrada en la dignidad de todos sus actores: pacientes, familias y profesionales.
Humanizar la Sanidad, cuestión de necesidad
Por Gabriel Heras La Calle, médico intensivista
“Por si alguien tenía dudas, el SARS COV2 nos ha traído varias lecciones a todos los ciudadanos.
La primera, la necesidad de estar atentos. Desde finales de 2019 todos teníamos noticias de lo que estaba ocurriendo, y perdimos un tiempo precioso para prepararnos mejor ante el desastre que ya avisaba desde Oriente.
La segunda, que la gestión basada en el miedo y el egoísmo tiene peores resultados que la que apuesta por la ciencia y el bien común.
Países con culturas colaborativas como Japón y con estrategias bien definidas de confinamiento (con el compromiso de la población), y detección masiva de casos deberían servir de ejemplo para futuras ediciones.
Además, muchas de las herramientas del arsenal terapéutico utilizado han demostrado a posteriori su futulidad: nunca en Medicina se ha hecho tanto sin las evidencias experimentales y científicas correspondientes, que sí que han sido respetadas históricamente. Debería servir de reflexión y análisis la ausencia de protocolos únicos y la implementación de tratamientos injustificados.
La tercera, que la toma única de decisiones en un país fragmentado en 17 comunidades autónomas es prácticamente imposible, por mucho que se haya creado un supuesto mando único. Si todos estamos interconectados, si somos interseres, ¿por qué ha fallado esta colaboración?
La distribución de la pandemia ha sido asimétrica, con muchas regiones muy afectadas y al borde del colapso, y la respuesta con recursos personales y materiales no ha sido equitativa.
Y la solución parecía sencilla: mover esos recursos de comunidad donde eran más necesarios en cada momento o bien trasladar pacientes a lugares con menor presión asistencial. Al final, ni lo uno, ni lo otro.
Y para mí, la más importante: que humanizar la sanidad es una cuestión de necesidad.
Desde 2014 el Proyecto Internacional de Investigación para la Humanización de los Cuidados Intensivos (Proyecto HU-CI) y la sanidad en general llevamos trabajando en este sentido.
Era una obviedad que el sistema tenía margen de mejora, pero en general, España prefería la autocomplacencia en vez de las verdades incómodas.
En 2016 participamos de forma muy activa en la elaboración del Plan de Humanización de la Asistencia Sanitaria de la Consejería de la Comunidad de Madrid, cuya implementación no fue dotada de los recursos económicos necesarios en dotación de personal, formación y estructura.
Con una mezcla de dolor y orgullo, desde Proyecto HU-CI señalamos que la implementación de estas buenas prácticas habría traído resultados muy diferentes durante la pandemia y que afectan a asuntos tan fundamentales como el acompañamiento familiar y su participación en los cuidados, las mejoras en la comunicación, asegurar el bienestar del paciente, el cuidado del cuidador, la prevención de las secuelas, la arquitectura humanizada y el proceso de morir.
Todo ha volado por los aires. El coronavirus ha dinamitado nuestro trabajo en los últimos seis años, que cuenta con más de 100 artículos científicos en revistas de impacto y ha transformado la realidad de las UCI en más de 25 países.
Pero, por otro lado, el camino está marcado y diseñado.
Así que, si estamos atentos, si nos comprometemos y cada uno hace su parte, si apartamos el miedo y nos basamos en la mejor evidencia científica, si trabajamos por el bien común, y si comprendemos que necesitamos humanizar la sanidad y transformarla en ese modelo de excelencia que todos queremos, entonces realmente habremos aprendido algo de este desastre que nos tocó vivir.
Dicen que las crisis son oportunidades, y en este reto que tenemos por delante debemos trabajar todos a una: pacientes y usuarios, familias, profesionales, autoridades sanitarias, responsables políticos, industria, etc.
Desde Proyecto HU-CI hemos lanzado en junio de 2020 la creación de la Fundación para la Humanización de la Sanidad, con el objetivo de llevar a cabo esta transformación y aglutinar todas las voluntades en este sentido. Porque humanizar la asistencia sanitaria es cosa de todos.
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