Un trabajo de la Unidad de Endotelio y Medicina Cardiometabólica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que dirige el doctor José Sabán, analiza por primera vez los mecanismos vasculares íntimos ligados a la obesidad, y convierte así a ésta patología en la enfermedad cardiometabólica más prevalente a nivel mundial, por encima de la diabetes

Esta investigación, titulada “An Approach to Obesity as a Cardiometabolic Disease: Potential Implications for Clinical Practice” (La obesidad enfocada como enfermedad cardiometabólica: implicaciones potenciales para la práctica clínica), viene a demostrar que la obesidad es en sí misma una enfermedad vascular, y ha sido publicada en el segundo volumen de la revista científica online “Anti-Obesity Drug Discovery and Development”.
Este artículo del equipo del doctor Sabán ha sido valorado por esta publicación como primer capítulo de su segundo volumen por su gran aportación científica.
En su introducción a este número, la revista resalta este trabajo, que califica como “exhaustivo”, y afirma que cubre la investigación básica y la epidemiología de la obesidad, el síndrome metabólico y enfermedades cardíacas, así como viejos y nuevos medicamentos usados para tratar la obesidad y la hipertensión.
Los investigadores también mencionan el progreso del desarrollo de nuevos fármacos y terapias combinadas en ensayos clínicos.
El capítulo concluye con una discusión sobre las terapias anti-obesidad y especialmente sobre el empleo de topiramato, así como las implicaciones de estos fármacos en el tratamiento de desórdenes cardiovasculares.

Según el artículo publicado, la obesidad puede ser contemplada como una consecuencia del desequilibrio homeostático dentro del cuerpo. El balance homeostático está influenciado por los niveles hormonales, la ingesta de alimentos, la epigenética y los factores inmunológicos, entre otros.
La obesidad, enfermedad multifactorial
La obesidad es una enfermedad multifactorial que actualmente amenaza con convertirse en la principal la causa de enfermedades crónicas en el mundo; puede provocar diabetes mellitus de tipo 2, dislipidemia, enfermedades cardiovasculares y otros desórdenes crónicos con altos costes sociales y sanitarios.
En el año 2000, la obesidad fue descrita por primera vez como enfermedad cardiometabólica, incluso antes de que el Síndrome Metabólico, la diabetes mellitus de tipo 2 y las enfermedades coronarias fueran consideradas de este modo.
El trabajo del equipo del doctor Sabán recupera este enfoque para la obesidad, que ha permanecido prácticamente en el olvido durante más de una década.
Pero no éste el único hecho relevante de su artículo sino que los autores ponen también de relieve el papel desconocido hasta ahora de las mioquinas (sustancias segregadas por el músculo esquelético).
De esta forma, en sujetos obesos, las adipoquinas y mioquinas, segregadas por el tejido graso y muscular respectivamente, interaccionan provocando estrés de reticulo endoplásmico, resistencia a la insulina, inflexibilidad metabólica y lo más importante, disfunción endotelial, la antesala del temido infarto.
Estos procesos patológicos aumentan con la presencia de la hiperglucemia, que se comporta como un factor dinamizador.
Una serie de repercusiones potenciales para la práctica clínica derivan del estado cardiométabolico subyacente de la obesidad y sus comorbilidades.
En este sentido el primer paso de la estrategia terapéutica contra la obesidad debería ser el diagnóstico correcto de sus causas seguida de la promoción de cambios en el estilo de vida incluyendo ejercicio físico regular y una dieta cardiosaludable, que debe ser además hipocalórica si se pretende perder peso. En el caso frecuente de fracaso en la obtención de resultados, se puede recurrir a la terapia farmacológica, señala la investigación de la Unidad de Endotelio y Medicina Cardiometabólica del Ramón y Cajal.
Mientras se está a la espera de que salgan al mercado fármacos nuevos, el topiramato, solo (comercializado en España) o combinado con phentermine (solo comercializado en USA), ha sido propuesto como fármaco novedoso anti-obesidad, mostrando efectos significativos no solo con la pérdida de peso sino también con las alteraciones cardiometabólicas y biomarcadores, aunque los mecanismos de estos descubrimientos deben ser aclarados por nuevas investigaciones.

Finalmente, este estudio describe la experiencia del grupo del doctor Sabán con topiramato, única en nuestro país, haciendo hincapié en la eficacia de esta sustancia como fármaco anti-obesidad aunque esté comercializado en España para otras indicaciones (como antiepiléptico, como preventivo de la migraña). En su trabajo esta reducción de peso se acompaña de una mejora, independiente del peso, de los biomarcadores inflamatorios, todo ello con una aceptable tolerancia clínica
Datos básicos, y alarmantes, sobre obesidad y sobrepeso
La Organización Mundial de la Salud define la obesidad como un índice de masa corporal (IMC, peso/(altura)2) superior o igual a 30, mientras que el sobrepeso se define como un IMC entre 25 y 30 kg/m2.
Dentro de la obesidad, se han definido distintos niveles con respecto al IMC: Grado 1 (IMC desde 30 hasta menor de 35), Grado 2 (35 hasta menor de 40) y Grado 3 (40 o superior).
Según datos de la OMS, cada año el sobrepeso y la obesidad provocan al menos 2,8 millones de muertes, siendo el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo.
Además, el sobrepeso y la obesidad causan el 44% de la diabetes, el 23% de las enfermedades del corazón y entre el 7% y el 41% de ciertos tipos de cáncer.
En 2007-2010, el 20% de los adultos en EEUU tenía obesidad de grado 1, el 9% de grado 2 y el 6% de grado 3, mientras que el 33,3% de los adultos mayores de 20 años tenía sobrepeso.
En países europeos, la prevalencia del sobrepeso en 2008 era del 58% en hombres y del 51% en mujeres, mientras que la prevalencia de la obesidad era del 20% en hombres y del 23% en mujeres.
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